1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

EMILIANO TERÁN MANTOVANI / Sociólogo y activista ecologista

“Hugo Chávez replicó el modelo extractivista que él mismo había denunciado”

David Roca Basadre 27/03/2023

<p>Emiliano Terán Mantovani. </p>

Emiliano Terán Mantovani. 

Rosalux

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Venezuela vivió del extractivismo petrolero durante cien años, y hoy transita hacia un extractivismo minero devastador extenso e intenso. Sin embargo, con gobiernos de derecha y de izquierda, el país se encuentra entre los territorios con mayor pobreza y hambruna del mundo. Para entender esta gran paradoja, conversamos con Emiliano Terán Mantovani (Caracas, 1980), sociólogo de la Universidad Central de Venezuela, investigador y ecologista político, activista contra el extractivismo y por la justicia socioambiental en América Latina, y miembro del Observatorio de Ecología Política de Venezuela. 

Terán repasa en esta entrevista los “patrones de expansión capitalista que se repiten en todo el mundo”, con la atención puesta en América Latina y, sobre todo, en Venezuela. El investigador explica que es “el gobierno bolivariano el que toma, formaliza y potencia las nuevas formas de intervención extractivista” y acusa al norte global, y a China y Rusia de convertir el país “en una gran zona de sacrificio, porque ellos lo que necesitan es extraer los recursos”.  

¿En qué momento Venezuela dejó de usar el potencial agrícola que tiene, con tantas tierras buenas para la agricultura y unas existencias de agua envidiable?

Para entender Venezuela, en efecto, no solamente hay que ver el modelo petrolero, sino que además es importante saber cómo llegamos a eso. Fuimos configurados históricamente, como todos los países de América Latina, con una función extractivista agrícola (café, cacao…) para el mercado mundial capitalista. 

Venezuela venía de ser uno de los países de América Latina más azotados por guerras civiles. Cuando en algunos otros países de América Latina en el siglo XIX ya se estaban consolidando las economías y los Estados, en Venezuela las guerras civiles dejaban al país devastado. 

A principios del siglo XX, Venezuela se convierte en el primer exportador de petróleo del mundo

Pero de repente, a principios del siglo XX, Venezuela se convierte en el primer exportador de petróleo del mundo. Y este contraste entre un país absolutamente destruido, que de pronto se transforma en un país que va a tener uno de los principales ingresos por extractivismo en América Latina, con crecimiento económico acelerado, incluso con indicadores que solo se podían ver en países europeos, además de traer consigo un proceso muy acelerado de urbanización, de cambio de estilo de vida, de ingresos, por obra de la industria petrolera, sobre todo va a generar una especie de shock en el país. Y eso será también un shock cultural. Pues esa gente principalmente urbanizada empezó a movilizarse socialmente hacia un modo de vida muy moldeado por el estilo de vida americano. 

Ese cambio cultural ha tenido y tiene impactos negativos muy profundos en la manera en que se fue ocupando el territorio. Además de la gran migración hacia las ciudades hubo un cambio cultural en el campo, que devino en marginado, en cierta manera olvidado, pues el gobernante venezolano podía resolver el problema de la alimentación, o intentaba resolverlo, a través de la importación de alimentos o a través de la renta, lo que era una especie de callejón de difícil salida, que nos volvió más vulnerables y dependientes al perder soberanía alimentaria. 

Venezuela tiene más de 30 millones de hectáreas aptas para la siembra, grandes cuencas hidrográficas y fuentes enormes de agua que lo ubican entre los diez países con más reservas de agua dulce en el mundo, y vemos cómo todo eso contrasta con este país actual que, por el modelo del extractivismo petrolero, terminó en la lista de los países con la peor seguridad alimentaria, junto a Somalia, Haití, y otros países que han pasado por procesos de hambruna conocidos.

Los estudios revelan que las sociedades basadas en el petróleo son absolutamente inviables

Recordamos que, en tiempos del populista Carlos Andrés Pérez, una bajada en los precios del petróleo obligó a ajustes que derivaron en una enorme movilización social que tuvo como epílogo el evento trágico conocido como “el caracazo”. La crisis política y económica actual, entonces, no podemos achacársela tan solo al modelo bolivariano, fundado por Hugo Chávez. Pareciera que la dependencia del petróleo hace inviable cualquier proyecto político. ¿Es así?

Quisiera mencionar dos cosas importantes que son elementos centrales del debate, que no solo tienen que ver con Venezuela, con América Latina, sino que son asuntos globales. La primera cuestión fundamental es que no solo la gestión del extractivismo petrolero fue mal administrada, sino que es un problema estructural de las economías petroleras. Venezuela ha sido un caso emblemático para estudiar los efectos de las economías petroleras, que tienen todas tendencia a la hiperconcentración en el petróleo tanto a nivel de poder político como de poder económico, y a generar sociedades profundamente rentistas, dependientes, y con altísimos impactos ambientales. Los estudios revelan que las sociedades basadas en el petróleo son absolutamente inviables. 

El otro elemento tiene que ver con que la crisis global que estamos viviendo, de profundas dimensiones, con cambio climático, pérdida de biodiversidad, grandes desigualdades sociales, se sostiene sobre un sistema basado en un patrón energético que es el de los combustibles fósiles. Es decir que no solo estamos hablando de las economías basadas en los hidrocarburos sino en un sistema global que está basado en un patrón energético que debemos cuestionar. 

¿Y concretamente sobre Venezuela?

Allí vamos. Sobre Venezuela hay que deslindar de las dos visiones que ocupan a los medios de comunicación sobre nuestro país. Una es la que endilga toda la responsabilidad de la crisis al gobierno bolivariano, y otra la que endilga toda la responsabilidad al imperio estadounidense. Esas son lecturas que, además, centran todo en el accionar político exclusivamente, y dejan de lado un montón de factores. 

Para poder entender lo que ha pasado estos últimos años en Venezuela es necesario ver el contexto histórico, este tránsito de más de 100 años de construcción de una economía absolutamente dependiente y centrada en el petróleo, y su colapso en los años ochenta en tiempos del “caracazo”, y luego esa crisis insostenible de los noventa que es cuando emerge Chávez como figura política. 

Pero el asunto fundamental fue que, a pesar de diferencias narrativas sobre algunas políticas de mayor inclusión y distribución de la renta, Chávez replicó el modelo extractivista que había sido criticado por el pensamiento político y económico más lúcido del país, y que el mismo Chávez había denunciado en sus primeros años de gobierno. Lo que profundizó una larga crisis histórica. 

¿Lo hegemónico mundial unido a las decisiones políticas en el país, explicarían la situación extrema de Venezuela?

Lo que tenemos es una larga confluencia de factores que son históricos y estructurales. Donde la responsabilidad del gobierno bolivariano es indudable y la principal. Y hay que señalar que es tanto la responsabilidad del gobierno de Chávez como la de Maduro, además del rol muy lamentable de los sectores de oposición que no han aportado nada como alternativa. 

A ello debemos sumar las injerencias internacionales, que han intensificado permanentemente los profundos malestares y contradicciones internas. No solo se trata de la injerencia de los Estados Unidos, sino también del rol que ha tenido China en profundizar estos problemas de extractivismo y rentismo, el rol que ha jugado Rusia, el rol que ha jugado Colombia antes de Petro, el de todo el bloque latinoamericano ligado a los Estados Unidos. Y el rol que ha jugado Cuba, también, del que se habla menos, porque si bien Cuba ha tenido un rol positivo con su apoyo en el sector de salud y en otras políticas sociales, también ha habido injerencismo de su parte en decisiones cruciales y fundamentales que han tenido impacto negativo. 

Una revolución tiene que ver con lo decolonial, que consiste en salir de la opción extractivista y remover las bases de la sociedad

¿La revolución decolonial sería la única revolución verdadera, posible, entonces? 

La tradición del pensamiento dominante de la izquierda ubica la revolución en la toma del poder del Estado, y con eso le falta mucho para hablar de una transformación profunda de la sociedad. Para el caso venezolano, una primera etapa tendría que haber sido el salir de esta vulnerabilidad económica, política, cultural que tenemos. Sobre todo, en un contexto geopolítico de disputas, donde si tu país es más vulnerable que antes, vas a lograr muy poco. 

Ahora bien, seguramente una revolución tiene que ver con lo decolonial, que consiste en salir de la opción extractivista, capitalista seguramente, y remover las bases de la sociedad. Esto es una interpelación a todos los gobiernos progresistas que han estado y están en este momento. Si terminamos ocupando la misma estructura histórica colonial y decolonial para hacer solo una distribución de las rentas más equitativa, o hacer ciertos retoques cosméticos y algunas reformas políticas, con la misma estructura, lo más probable es que no podamos hacer una transformación profunda, y que más bien terminemos profundizando los viejos males. 

¿Cómo define políticamente al extractivismo?

El extractivismo es elementalmente una expresión colonial y neocolonial de un proceso global histórico. Profundizar el extractivismo y hablar de transformación de la sociedad es una afirmación contradictoria, no tiene ningún sentido. El extractivismo es la conexión fundamental con el voraz sistema capitalista global. Es lo opuesto a la soberanía alimentaria. 

Y al norte global, y a China y a Rusia no le importan de ninguna manera que nos convirtamos en una gran zona de sacrificio, porque ellos lo que necesitan es extraer los recursos. Somos nosotros los que necesitamos urgentemente defender nuestra soberanía, pero hay que pensar esa soberanía desde otras claves que no son las del extractivismo. 

¿Cómo se produce la transición hacia las actividades mineras en el llamado Arco Minero, luego de la debacle del petróleo? ¿Esto se le ocurre a Chávez, o ya estaba larvado antes de que lo promoviera este? 

Eso responde a patrones de expansión capitalista que se repiten en todo el mundo, pero me voy a referir a América Latina. El extractivismo, desde que se implanta en el territorio hasta que acaba con los recursos locales, desarrolla un proceso de tierra arrasada donde agota los territorios en su productividad y fertilidad ecológica, y también en las poblaciones que se encuentran en los territorios objeto de la actividad extractiva. Donde no es casual que se generen debacles sociales entre las comunidades que allí viven. 

En los campos petroleros, un ejemplo es Cabimas, una ciudad que fue una de las ciudades principales de Venezuela y es hoy una ciudad destruida, con alto nivel de depresión. La hemos visitado, una ciudad llena de petróleo en las calles, las paredes de las casas, las aguas, el pescado que sale lleno de petróleo. Igual pasa con los territorios mineros. Se extrae hasta el agotamiento. Y a partir de ese agotamiento, se amplía la búsqueda de nuevas fronteras para la extracción. 

Esta es la realidad en toda América Latina en el siglo XXI, y en esa búsqueda de nuevas fronteras, la Amazonía es hoy una de esas fronteras. 

El modelo petrolero venezolano original territorializó el extractivismo principalmente al norte del río Orinoco, donde están las principales cuencas petroleras. Esas cuencas, después de cien años de explotación de petróleos convencionales, medianos y livianos, han venido en declive, lo que ha hecho que el extractivismo histórico esté mirando desde hace buen tiempo a nuevas fronteras para los commodities. Y entonces, el extractivismo venezolano se ha propuesto como nunca la colonización de la Amazonía. Donde ya no se trata de petróleo, sino de minería. 

Es un proceso cíclico. Así como el agotamiento del modelo petrolero generó un estallido social muy conocido en el mundo, como fue el “caracazo”, ese mismo modelo de acumulación capitalista en crisis obliga a ir hacia nuevas fronteras. Eso se inició en los años 90 bajo el gobierno del presidente socialcristiano Rafael Caldera, que dio leyes para la explotación minera en la Amazonía venezolana. Lo que pasó, y vale la pena mencionarlo, es que las movilizaciones ambientales en los años 90 contra la minería de oro en Imataca, en la Amazonía venezolana, permitieron detener momentáneamente el proyecto de Caldera. La llamada cuarta república, el Pacto de Punto Fijo, todo lo que venía antes de Chávez, se detuvo. 

¿Y Chávez?

Chávez llegó al Palacio de Miraflores con promesas ambientalistas, con promesas explícitas sobre la protección de Imataca, pero ocurrió que, años después, ese mismo Chávez es el que legaliza la minería en la Amazonía y quien divide a las comunidades indígenas que se habían negado a la minería. Y es Chávez – no fueron los gobiernos neoliberales de los noventa – quien terminó de oficializar un gran proyecto extractivista minero al que llamó el Arco Minero del Orinoco, que abarca un enorme cinturón de la Amazonía venezolana con una extensión de 112.000 kilómetros cuadrados que equivale, para hacerse una idea, a la extensión de toda la isla de Cuba. Es un megaproyecto que implica la devastación severa de la Amazonía y corresponde con esta nueva geografía venezolana del extractivismo que, habiendo entrado en crisis por la extracción en el norte del río Orinoco, va hacia nuevos flancos, de expoliación amazónica. 

El extractivismo es la conexión fundamental con el voraz sistema capitalista global. Es lo opuesto a la soberanía alimentaria

¿Cómo se desarrolla eso?

Es el gobierno bolivariano el que toma, formaliza y potencia las nuevas formas de intervención extractivista en Venezuela, con un proyecto de expoliación que hoy es fundamentalmente un proyecto de minería ilegal, fundamentado en economías ilícitas de grupos armados, que está llevando a Venezuela a una dinámica de extracción de entre 30 y 35 toneladas de oro al año, algo que nunca había sido registrado en el país. Y estamos hablando, además, de oro ensangrentado, que está poniendo en entredicho la vida de muchos pueblos indígenas de la Amazonía y nos está caracterizando como agentes de un extractivismo no solo predatorio, como siempre lo es, sino que además de expolio, caos, violencia, algo inédito en Venezuela, al menos a esta escala. 

¿Cómo vinculamos a la corrupción con todo esto? 

Si uno se pone a ver lo que, en teoría, serían originalmente pequeños focos de extracción minera, que han evolucionado desde esa minería artesanal hasta la minería de grupos armados actualmente, se imbrica todo ello con la corrupción de los grupos militares en el Estado. Esos grupos dan permiso o gestionan directamente minas en la Amazonía, o son cómplices de toda esta devastación. Porque el nivel de expansión que se generó con estas actividades ha llegado a tales extremos que es imposible suponer que no haya grandes niveles de complicidad estatal.

La minería legal de oro no existe en Venezuela, no hay una industria formal, y esa apropiación minera que llega al Banco Central de Venezuela, se da mediante la profunda corrupción de las instituciones del Estado. 

Aquí hay una conexión interesante. Porque este extractivismo altamente predatorio responde a un proceso de descomposición política en Venezuela que, entre otras razones, es porque el famoso petroestado se ha venido abajo, y lo que tenemos en su lugar es un Estado profundamente feudalizado, corrompido y penetrado por lógicas criminales que responden, precisamente, a ese extractivismo predatorio. Y viceversa, el extractivismo predatorio responde a esa política predatoria. 

Es probable que estemos hablando de la economía más desigual de la región

¿Cómo funciona todo esto?

Debe tomarse en cuenta que, en Venezuela, los canales de mediación regular, formal, están totalmente destruidos, y se gobierna por vías de autoritarismo absoluto y de una tremenda destrucción de las bases sociales. Estamos en una especie de régimen de guerra, y el extractivismo funciona como economía de guerra, donde la población queda absolutamente desprotegida, y los únicos canales de protección que existen son las interpelaciones a los derechos humanos que se canalizan a través de organismos internacionales. Y quizá formas, mecanismos de defensa propia, que se da la población. Pero, el contexto político es profundamente corrupto y desinstitucionalizado. 

Seguimos, además, en una grave crisis política, y no es cierto que estemos en un proceso de recuperación económica, como dicen. Lo que hay es una especie de espejismo debido a que hay mayor circulante monetario. Y no es cierto que haya recuperación porque los problemas de fondo siguen estando allí. Y, además, inmersos en una estructura que ha profundizado las desigualdades sociales de manera extrema.  

Es probable, según una encuesta ENCOVI, que tengamos el coeficiente de desigualdad Gini más alto de América Latina. O sea, el peor, y que estemos hablando de la economía más desigual de la región. 

¿Imagina salidas?

No voy a romantizar, pero sí destacar alternativas que existen. A lo interno, el país está en un proceso de reacomodo político cultural, en el que yo destacaría lo que está pasando en la sociedad civil. Ocurre que, desde el año pasado, se vienen dando una serie de protestas y movilizaciones en todo el país, que tienen un carácter que no habíamos visto, con mayor organización, con mayor consciencia y construcción de proyecto, y con mayor autonomía. No son movilizaciones que estén siendo impulsadas ni por el gobierno ni por la oposición, y estos últimos meses están priorizando lo referido a los salarios. Y ese proceso se suma a un malestar profundo, político, y donde también aparecen algunos rasgos de lo ambiental, y algunas preocupaciones por la Amazonia, el Arco Minero, y sobre los pueblos indígenas. 

Es difícil saber hacia dónde está llevando ese proceso, pero está mostrando rasgos claros de otros códigos políticos.

En esto hay una enorme coincidencia con los movimientos que se dieron en Chile, en Colombia, y ahora en Perú, donde no hay liderazgos y hay más bien una enorme desconfianza hacia los liderazgos políticos tradicionales. En Venezuela, el 70% de la población no se siente identificada con ninguno de los partidos políticos dominantes. La gente está cansada de esos sectores, y eso potencia la salida a las calles, a movilizaciones con mayor autonomía. No se ha llegado al nivel de masividad de Perú, o como se dio en Chile y en Colombia, pero se trata de contrastarlo con la situación anterior de Venezuela y hay allí un cambio, y posiblemente podamos pensar en un proceso de cambio de cultura política que estamos viendo en pequeños partidos políticos de base, lo que configura salidas novedosas que pueden generar, posiblemente, respuestas que surjan sin aviso como ocurriera en Chile o en Colombia. 

Venezuela vivió del extractivismo petrolero durante cien años, y hoy transita hacia un extractivismo minero devastador extenso e intenso. Sin embargo, con gobiernos de derecha y de izquierda, el país se encuentra entre los territorios con mayor pobreza y hambruna del mundo. Para entender esta gran paradoja,...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

David Roca Basadre

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí