1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

PAPELES DE LA PORFIADORA CALAMIDAD (VI)

Quedarse sin palabras

‘El sótano’, la intrigante y poética novela de Begoña Huertas, contiene su propia renuncia a la escritura

Natalia Carrero 14/01/2023

<p><em>Las ruedas de la transformación</em>, Escritura asémica de Tatiana Roumelioti (2016). </p>

Las ruedas de la transformación, Escritura asémica de Tatiana Roumelioti (2016). 

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Martes. Después de cenar un bol de cereales de avena con kamut, canela, manzana y pera, la profesora Calamidad dejó de remolonear para chequear por primera vez en dos semanas la plataforma de docencia online. Mientras abría el portátil y se actualizaba la aplicación, una voz interior le planteó ¿y si resultaba que era una adicta a la procrastinación y por eso a veces pasaba noches sin dormir? Procrastinar, qué verbo tan feo. Al instante detectó actividad en la plataforma; Felicia Vera está escribiendo…

 

Hola, profesora, escribo desde Alhama de Murcia. Estoy preparando una tesina sobre los límites del lenguaje y la escritura asémica.

Calamidad: Hola, Felicia, suena apasionante. ¿Podrías concretar un poco más? ¿Cómo definirías la escritura asémica?

Felicia: Claro, una escritura exenta de semas, sin semántica definida o legible, empeñada en concentrar todas sus significaciones en los grafismos que la caracterizan. Estas manchas negras sobre el papel suelen conformar un sistema de signos que se dirían improvisados, descendientes de los gestos que los producen sobre el papel. Lo asémico, en su origen, como casi todo, es analógico. En mi tesina no abordo lo asémico digital, que podríamos relacionar con una rama del net.art.

Calamidad: ¿En qué se diferencian esos signos escriturarios que, al parecer, por lo que me ha parecido entender, no se pueden leer, solo sirven para ser visualizados, de los garabatos?

Felicia: No tienen nada que ver. Los garabatos son otro deporte, no pintan nada en todo esto que va de cuando el o la artista se queda sin palabras.

Calamidad: ¿No será que la escritura asémica son unos garabatos bien presentados, o pasados a limpio, estetizados, para ser aceptados en los museos y en los circuitos de mercadeo del arte por el canal principal, que otorga a la obra legitimidad, caché y carta verde para ir adquiriendo valor económico?

Felicia: Creo que he llegado a los límites de mi ideología. Debo entregar la tesina en quince días y no puedo permitirme debates que mi mente, reconozco que últimamente saturada y algo aplanada, no alcanza.

Desapareció de la plataforma de docencia dejando a Calamidad sin palabras, en un estado ¿asémico?

Ilustración de Natalia Carrero. 

Ilustración de Natalia Carrero. 

La una y media de la madrugada. Presa de una hiperactividad compinchada con el insomnio, Calamidad trajinó debajo de la cama en busca de una caja de cartón. Estaba algo reblandecida por el paso del tiempo. Al abrirla, saltó despegada una etiqueta: “Auxilio de collages”. Entre recortes de fotografías de revistas, folletos, postales, cajas de cereales y de galletas no tardó en distinguir el montón de cartas nunca enviadas. La goma elástica que las unía se rompió al primer contacto con su mano; reseca e inservible, la apartó de la caja.

En papeles de colores que habían perdido intensidad reconoció su letra juvenil trazada con gesto grandilocuente, ambicioso y desinhibido. Escribía por entonces con tal vehemencia, entregándose tanto en cuerpo y alma, que en el esfuerzo de darlo todo sin guardarse ni una reserva de energía se agotaba al llegar al tercer párrafo, se vaciaba, se fundía o se apagaba. Se quedaba sin palabras y sin existencia. Alrededor, despliegues de papeles inacabados; ella, acurrucada en cualquier rincón, el cuerpo recargando baterías. Una vez se propuso escribir nada menos que a Carmen Martín Gaite, y justo dio con la carta.

Todo se me desprende y me resbala, empezando por las palabras que me parecen el invento más absurdo de la humanidad

Apreciada Carmen Martín Gaite:

Escribo desde Mejorada del Campo a la hora de la siesta primaveral, apoyada en el incómodo tronco de un olivo. Estamos en los noventa y, debo confesar, me importa todo muy poco o nada, creo que carezco de la capacidad de razonar con sentido común, soy idiota. Todo se me desprende y me resbala, empezando por las palabras que me parecen el invento más absurdo de la humanidad. Aunque leo los periódicos de principio a fin como ejercicio que tal vez llegue a sonsacarme del presente atoramiento, soy consciente de que no me entero de nada. Leo los anuncios clasificados; una mujer busca un can; un hombre busca chicas; una fábrica busca operarios; una productora americana decora su mensaje con estrellas; cifras que son teléfonos, horas, dinero. Más que leer, a veces me ha parecido que lo que hago es interpretar, casi inventar, manchas negras. Pero el otro día gracias a ti todo dio un giro, de repente se hizo la luz cuando me encontré leyendo, inmersa a placer, viva y vibrante, creyendo comprender de verdad un artículo tuyo. Crecí, maduré, caí de la rama o la parra, o como mande la expresión, y rodé unos centímetros por la tierra, me levanté por mí misma y sucedió el despliegue de cierta alegría, que ahora prefiero nombrar con prudencia. Tu lenguaje directo y escrito a vuela pluma me llevó a considerar la posibilidad de ser alguien con su propio nombre y sus ideas propias, en lugar de la joven inútil que fui hace un par de días, que se victimizaba por su orfandad, no cesaba de contarse su propia historia de una idiota contada por y para sí misma, y poco más que añadir. Gracias a tus palabras que me otorgaron la categoría de interlocutora, de pronto ser huérfana me pareció un buen golpe de libertad.

El cuarto de atrás, Irse de casa, Nubosidad variable, La reina de las nieves, El cuento de nunca acabar, todas están en la biblioteca. La visión de los collages ¿o fotomontajes? sobre tus estancias en Nueva York me provocó un noqueo más revelador todavía y, ahora viene la confesión principal motivo de esta epístola, un sueño que fue inevitable que escribiera. Lo he retocado de manera obsesiva y creo que aún lo puliré más, hasta que se desvanezca la obsesión por encontrarle el sentido que sé que en el fondo no tiene, no importa si al final lo borro todo y no queda nada, porque entonces resaltará la claridad del papel, el material base y, en conclusión, el enrevesado proceso que me habrá conducido a la calma podría servir para algo, ya averiguaré el qué. A veces, venías a transmitir en tu artículo, las cosas más inútiles se revelan urgentes y necesarias.

Copio un fragmento de mi sueño en proceso de destrucción inevitable:

el trasteo que me retrotraigo con las palabras me lleva a seguir uniendo páramos párrafos carentes de sentido 

como si no tuvieran por qué leerse de manera sucesiva ni encontrarse tan próximos en la página 

como si tuvieran que leerse en dispersión casi azarosa

mallarmé y compañía descendiente, escuchad la disipación, 

el golpe de dados de letras dadas cayó fuera de la mesa, 

y ahora quién recoge reúne las letras

imágenes escogidas belleza al margen pero belleza dignidad autodeterminación y bomba de roturas inarmónicas 

que se lanzan contra lo establecido

cada palabra silenciada estalló en gran collage

hanna, carmen, lucía, susan, begoña

vivieron en modo collage, 

expertas en silencio y poder

Apreciada Carmen Martín Gaite, por segunda vez y en papel reciclado:

Reinicio esa carta nunca enviada al cabo de los años, cuando resulta evidente que tampoco será introducida en un sobre ni sellada. Martes 12 de noviembre del año 2022, 4:15 AM.

Antes de abordar el asunto que me ha traído de nuevo hasta ti como pegoteando una época a otra y un asunto tras otro en una retahíla de apariencia incoherente, quisiera insertar una cita de Todos deberíamos romper, novela de Marta Gordo (Caballo de Troya, 2022), a riesgo de que parezca una cuña de publicidad encubierta. Considerémosla, mejor, la hora del collage de lecturas. Rupturas y saltos porque no tocan, o sí.

Solo veo mi letra. Si hubiera escrito “Hola” a los diecisiete años podría contestarme con idéntico “Hola” a los cuarenta. Pero ¿por qué mi mente vuelve atrás, una y otra vez? Corre y va cuesta abajo hacia ese terreno.

Desde luego, dejar la mente en blanco es imposible, pero pensar algo concreto también. La cabeza funciona como le da la gana.

Uniones supuestamente fortuitas de fragmentos de tamaños y tonalidades que nunca antes se consideraron. Cada cabeza funciona a su bola.

Visión de Nueva York rebosa de choques de imágenes de revistas, periódicos, que a veces parecen búsqueda de remedios caseros; para no fumar, rellenar la ansiedad de la hora crepuscular; invocar a la imaginación ventanera. En los Cuadernos de todo tus palabras generan vivas escenas de la vida diaria de quien siempre tiene hilos de los que tirar para hilvanar ficciones. Ambos títulos podrían considerarse trozos o pedazos, desprendimientos colaterales de tu corpus novelístico; polvo de estrellas de los que se ocupa el último volumen, de tus Obras completas, VII, Cuadernos y cartas; edición de José Teruel; prólogo de María Vittoria Calvi, Espasa Calpe, 2019.

Siempre que salen a colación tus collages, tarde o temprano salta el nombre de Kurt Schwitters. Hace poco perdí horas memorables aprendiendo de su coetánea colega Hanna Höch, chica rara y artista radical que conviene colocar en este párrafo para que Schwitters no quede tan solitario y exclusivo, con su genialidad algo descontextualizada. Podríamos de paso seguir añadiendo nombres hasta disponer de un elenco de personalidades que, en las mismas coordenadas geográficas y temporales, después de recibir el legado del surrealismo se empeñaron en trabajar con trozos de papel y pegamento, revistas, periódicos, cartones, arandelas, tornillos, muelles, cintas, telas, tejidos y objetos encontrados en general; prolónguese la lista de celebridades y materiales al gusto.

En una de sus primeras obras dadaístas, Hannah Höch fijó esta proclama de la que nunca se apartaría: Libertad ilimitada para H.H..

El collage o el fotomontaje era el ámbito artístico en el que la artista, por un lado, podía reflejar desde una perspectiva crítica la realidad y de-construirla y, por otro, practicar en sí misma una liberación casi terapéutica de sus propias diferencias con el mundo. Una breve anotación suya nos informa al respecto: “Las inhibiciones emocionales pueden superarse más fácilmente con el fotomontaje que con el dibujo o con cualquier otro medio”. De Ralf Burmeister, en el catálogo que se hizo con motivo de una exposición en el Museo Nacional Reina Sofía.

En el collage Mis máximas domésticas, de 1922, encuentro escarabajos alineados en vertical junto a una cenefa que recuerda a pared tapizada, cadenas, reloj, aguja, “housepicnick” como el juego de una niña sentada, velas, roto, roto, puntilla. Estas palabras no sirven para dar cuenta de su magnitud. Hay que verlo.

En Mestiza, 1924, una mujer que a lo mejor era negra recibe una melena lacia y rubia, una boca de labios finos y delicados. Estoy admirando y sobrecogiéndome ante lo que el especialista en la materia Ralf Burmeister señala como el equilibrio grotesco y, de nuevo, me quedo sin palabras. 

Cierro el catálogo y me acuerdo de los collages intrincados de la novelista Begoña Huertas; complejas elaboraciones artesanales que reúnen lo surrealista grotesco rebelde irreverente de Höch y el toque humorístico de Martín Gaite.

Una serie que conforma la novela que su protagonista renunció a escribir, que quiso romper, sometió a diversas suturas, tras las cuales efectuó recosidos intencionadamente críticos con las manos. Otra novela enferma de enfermedades.

La autora de Porque envejecemos tan deprisa, A tragos, El desconcierto, entre otras, recibió una beca de residencia en la Real Academia de España en Roma para ultimar su novela previamente titulada La manía de entender. Rodeada de artistas becados, así como de generosas condiciones de producción de grabados, esculturas, linotipias, fotografías o lo que apeteciera, en las amplias salas y en los jardines de la Academia pudo gastar tiempo y dinero en abundante pintura acrílica y otros materiales; gozó de tales condiciones materiales para trabajar que desde ahí le producía risa recordar las estrecheces habituales de su vida madrileña.

¿Para qué insistir en La manía de entender, el manuscrito que trajo en la maleta, si la novela ya casi estaba terminada? Aún faltaba algo. Se empleó a fondo para generar una narrativa sin palabras con materiales gráficos. Llevaba tiempo dándole vueltas, más de una vez lo habíamos comentado en un café, y por fin se dieron las condiciones de felicidad que supo aprovechar. Comenzó tachando las páginas del manuscrito de la novela con cera, luego con un rodillo a cuyo paso quedaba una huella de azul añil cada vez más oscuro, casi negro; siguió recortando frases, palabras sueltas; entrecruzando las tiras de papel, unas horizontales y otras verticales; retejiendo el trozo de texto apenas legible, ¿para qué las palabras organizadas?, hasta transformar el producto supuestamente más sofisticado, por intelectual, de la novela misma, en otro material más bruto, o vulgar; en cualquier caso un artefacto más osado e irreverente que nos ofrecería para que lo no-leyéramos, lo visualizáramos como la historia con su trama exenta de palabras que la narradora, en algún momento presa de la enfermedad de querer entender la decrepitud de la materia viva, renunció a escribir.

Tan borroso se ve algo cuando lo miras de lejos como si lo ves desde demasiado cerca. He procurado moverme hasta encontrar la mejor distancia para que todo cobrara nitidez y de nuevo me pregunto si no sería mejor aceptar lo turbio, lo nebuloso; si este empeño por aclararlo todo no es inútil, además de molesto.

Con un título menos filosófico y acaso más eficaz, El sótano, la editorial Anagrama publicará esta intrigante y poética novela de Begoña Huertas que contiene su propia renuncia a la escritura; la citada serie de treinta collages que la autora realizó en Roma a sus anchas y con toda su alegría; es decir, a todo color y con todo su dolor. 

Vaya, he vuelto a quedarme sin palabras y creo que me estoy repitiendo. Exhausta, aprovecho este ataque de sueño para descansar, ahora que amanece. En fin, otra carta inacabada.

Martes. Después de cenar un bol de cereales de avena con kamut, canela, manzana y pera, la profesora Calamidad dejó de remolonear para chequear por primera vez en dos semanas la plataforma de docencia online. Mientras abría el portátil y se actualizaba la aplicación, una voz interior le planteó ¿y si resultaba...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Natalia Carrero

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí