1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Valores

Zapatero, enfermo de Borges

El ensayo del expresidente es un libro escrito con respeto y admiración. No solo hacia Borges sino hacia América Latina y sus manifestaciones culturales

Gerardo Pisarello 9/11/2021

<p>Detalle de un retrato de Jorge Luis Borges (1965).</p>

Detalle de un retrato de Jorge Luis Borges (1965).

Adolf Hoffmeister

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Es un hecho excepcional, acaso único, que un expresidente español dedique un ensayo a un escritor latinoamericano. Esa excepcionalidad resulta aún más llamativa si se trata de un autor cuya obra gira en torno a la ficción, al mundo de lo fantástico, antes que a la literatura declaradamente realista o políticamente comprometida. Y la novedad crece si ese expresidente sostiene que con ello pretende rendir homenaje, no a un autor entre tantos, sino a su “escritor predilecto”, cuyas páginas lo acompañan desde hace más de cuatro décadas. Solo por estas razones, el breve ensayo que José Luis Rodríguez Zapatero dedica a Jorge Luis Borges (No voy a traicionar a Borges, Ediciones Huso, Madrid, 2021) adquiere connotaciones que exceden lo estrictamente literario. 

1. Una mirada leonesa y latinoamericanista.

Ya desde inicios del siglo XX, las vanguardias literarias latinoamericanas no necesitaron mucha provocación para reaccionar contra lo que veían como un gesto de “arrogancia española” y defender su especificidad continental. El propio Miguel de Unamuno, en sus encendidos alegatos iberoamericanistas recogidos en Contra esto y aquello,les daba la razón y abogaba por una actitud de mayor respeto y curiosidad por lo que se pensaba y se escribía del otro lado del Atlántico. 

La generación de Borges no fue ajena a esta queja. Cuando en 1927 el poeta Guillermo de Torre afirmó que el meridiano cultural de la América hispana pasaba por Madrid, el escritor argentino reaccionó con dureza orgullosa e irónica: “Madrid no nos entiende. Una ciudad cuyas orquestas no pueden intentar un tango sin desalmarlo; una ciudad cuyos estómagos no pueden asumir una caña brasileña sin enfermarse; una ciudad sin otra elaboración intelectual que las greguerías; una ciudad cuyo Yrigoyen es Primo de Rivera; una ciudad cuyos actores no distinguen a un mejicano de un oriental; una ciudad cuya sola invención es el galicismo –por lo menos en ningún otro lugar hablan tanto de él–; una ciudad cuyo humorismo está en el retruécano; una ciudad que dice “envidiable” para elogiar ¿de dónde va a entendernos, qué va a saber de la terrible esperanza que los americanos vivimos?”.

Esta reacción virulenta de Borges se produjo, no en vano, en el momento en que el dictador Primo de Rivera detentaba el poder. No fue el único. El genial peruano José Carlos Mariátegui situó la crítica en términos abiertamente políticos: “La hora no es propicia para que Madrid solicite su reconocimiento como metrópoli espiritual de Hispanoamérica. España no ha salido todavía completamente del Medioevo. Peor todavía: por culpa de su dinastía borbónica se obstina en regresar a él. Para nuestros pueblos en crecimiento no representa siquiera el fenómeno capitalista. Carece, por consiguiente, de títulos para reconquistarnos espiritualmente”.

Ese entusiasmo respetuoso, incondicional incluso, distingue a Zapatero de muchos críticos del escritor argentino. Comenzando por sus compatriotas

El ensayo de Zapatero, desde la primera hasta la última página, es lo opuesto al altanero escrito de Guillermo de Torre. Es un libro escrito con respeto y admiración. No solo por Borges sino por América Latina y sus manifestaciones culturales (“justo es reconocer que la renovación más profunda y creativa del idioma castellano se produjo en América Latina en el siglo XX”). Si se sigue la descripción del escritor gallego Suso del Toro –Madera de Zapatero. Retrato de un presidente, RBA, 2007– esta actitud culta, modesta y respetuosa a la vez, debe mucho a sus orígenes familiares en León. Esa mirada leonesa sobre Borges y sobre América Latina es también una mirada sobre España. Una mirada atenta a la pluralidad, a la diversidad de voces, que Zapatero comparte con el también leonés Anselmo Carretero, republicano federalista exiliado en México tras la imposición del franquismo.

Más allá de sus méritos intelectuales, la carga simbólica del Borges de Zapatero resulta innegable. Ningún presidente español exhibió antes una mirada de este tipo –progresista, ajena a la jactancia y al sesgo neocolonial– sobre América Latina. Durante algún momento de los años ochenta del siglo pasado lo intentó Felipe González. Pero su conversión en lobista de grandes empresas en el continente le vedó para siempre ese destino. Quizás el único antecedente comparable con Zapatero sea el del barcelonés Francesc Pi i Margall, fugaz presidente de la Primera República en 1873 y defensor convencido de la paz y de las grandes gestas democratizadoras en América Latina.     

 2. La fascinación por la belleza y el ingenio borgeanos

Lo llamativo, en cualquier caso, es que el interés de Zapatero por Borges no se presente como un interés primariamente político. Que se asuma, ante todo, como un compromiso “tan intenso como misterioso” con el hecho estético borgeano. Esto es, como una admiración que tiene su centro en los “geniales recursos literarios” del autor de El Alephy que mueve a Zapatero a dedicar años a “deconstruir sus formas retóricas y a entender o intentar entender las raíces intelectuales de ese camino entre la filosofía y la literatura plena”.

Esa fascinación por la belleza y por el ingenio de Borges, que acaban alumbrando “otra dimensión de lo real”, puede rastrearse ya en un Prólogo a Ficciones que el expresidente escribió en 2001. Allí admite claramente: “Cuando era más joven, estuve enfermo de Borges y todavía no estoy seguro de haberme curado”. Esa “enfermedad”, sumada a una actitud vital que él mismo reconoce como optimista, conducen a Zapatero a la celebración entusiasta de todos los recursos literarios del autor de El Jardín de los senderos que se bifurcan. Elogia sus prólogos y sus epílogos; su amor por la brevedad y su abominación del volumen gordo; su sentido de la ironía; el virtuosismo de sus juegos con los espejos, los laberintos, las bibliotecas o el tiempo; su talento poético; su pulsión “hacia la pendencia, el duelo intelectual y la provocación altiva y mordaz”. Tampoco escapa a la tentación, irresistible tratándose de Borges, de imitarlo mientras escribe sobre él.

Ese entusiasmo respetuoso, incondicional incluso, distingue a Zapatero de muchos críticos del escritor argentino. Comenzando por sus compatriotas. Como bien apunta el expresidente, Borges no se entiende sin Argentina. Y allí, la implacable mordacidad con propios y ajenos es un ejercicio en el que tanto el autor de La biblioteca de Babel como sus críticos son pródigos. De hecho, no es extraño que el extendido culto a la adjetivación en Borges venga en Argentina indefectiblemente acompañado del más severo de los escrutinios. “¿Qué pretende Borges con la frase ‘nadie lo vio llegar en la unánime noche’? ¿Cómo puede elogiarse ese uso concreto del adjetivo? ¿Por qué no lo eliminó? ¿O por qué no lo puso después, limitándose a escribir, ‘nadie lo vio llegar en la noche unánime?’”. 

Esa disección cáustica puede extenderse a cualquier aspecto de la obra borgeana: la arbitrariedad de sus lecturas, su menosprecio o desconocimiento de los grandes novelistas del siglo XX, de Proust a Thomas Mann o Robert Musil, su reducción de la filosofía a sofismas o filosofemas, las insuficiencias de unos conocimientos que no irían mucho más allá de Hume, Berkeley o Schopenhauer, sus plagios inconfesados, una erudición calificada de extravagante o unilateral. 

Nada de eso encontrarán los lectores en el ensayo de Zapatero, generoso y siempre dispuesto a poner por delante, con inocencia si se quiere, la felicidad que le depara lo que lee. Así, por ejemplo, cuando al evocar el poema dedicado a Heráclito –“¿Qué trama es esta del será, del es y del fue? ¿Qué río es este cuya fuente es inconcebible? De una materia deleznable fui hecho, de misterioso tiempo”– apostilla conmovido: “Cuánto Borges”. O cuando, al rememorar los versos de El ciego –“Lo han despojado del diverso mundo, de los rostros, que son lo que eran antes. Es de noche. No hay otros. Con el verso debo labrar mi insípido universo”– comenta para sí: “Insípido universo ¡Qué exactitud!”.

3. Las contenidas distancias con un personaje políticamente controvertido

Naturalmente, las afinidades de Zapatero con el universo estético borgeano no lo llevan a obviar la dimensión política de su obra. Como activista y como expresidente, es consciente de las contradicciones que atraviesan no solo el pensamiento sino las concretas incursiones políticas de Borges. 

Sabe que hay un Borges juvenil que mostró una fugaz simpatía por la revolución bolchevique: “Yo intenté el estudio del ruso, hacia 1918, digamos, a fines de la Primera Guerra, cuando yo era comunista. Pero claro, el comunismo de entonces significaba la amistad de todos los hombres, el olvido de las fronteras; y ahora creo que representa el zarismo nuevo”. Sabe que hay un Borges nacionalista, que muy rápidamente cedió a la visceralidad del antiperonismo, reflejada en un cuento grotescamente elitista que firmó con Bioy Casares: La fiesta del monstruo. Sabe, también, que aunque era antifascista, Borges no se opuso a las dictaduras de tipo tradicional. Que condenó el antisemitismo, pero que en cambio tuvo censurables comentarios racistas con los migrantes de clase humilde o con las personas negras, para las que recomendó la esclavitud. Que aunque se burló de muchas supersticiones argentinas cedió ante otras lamentables como las glorificación de las viejas oligarquías militares y de los árboles genealógicos. 

El elitismo antiplebeyo de Borges no le impidió exhibir su efusión por ciertas manifestaciones de la cultura popular, desde las milongas y los tangos de Troilo hasta Pink Floyd

Esos prejuicios elitistas, antiplebeyos, propios del “anarquismo conservador” con el que llegó a definirse, llevaron a Borges, como el propio Zapatero recuerda, a apoyar regímenes infaustos como los de Pinochet o Videla. “¡Por la espada –llegó a decir en 1976 mientras recibía un doctorado Honoris Causa en Santiago– conocí a Chile! […] Por ella, he venido ahora. La espada está emergiendo de la ciénaga a la República argentina…. ¡Chile gracias a ella ya salió de esa misma ciénaga!”. Tiempo después, ese gesto, esa mano estrechada a Pinochet a poco del asesinato de Orlando Letelier, le costaron a Borges el Premio Nobel de Literatura. 

Siendo todo esto cierto, también es verdad que no basta para definir políticamente a un Borges mucho más complejo y poliédrico. Porque su elitismo antiplebeyo no le impidió exhibir su efusión por ciertas manifestaciones de la cultura popular, desde las milongas y los tangos de Troilo hasta la música de Pink Floyd, como ha revelado su compañera María Kodama. Tampoco le impidió admirar el coraje y la sensualidad de ese pueblo bajo al que desdeñaba y se sentía unido, como muestra su magnífico Poema conjetural. Como el propio Zapatero señala en su ensayo, Borges fue un escritor universal capaz de combinar su interés por lo local con un cosmopolitismo abierto a todas las culturas, civilizaciones y lenguas de la tierra. De hecho, se abrió a ellas casi sin salir de Buenos Aires y a pesar de su ceguera, y nunca dejó de considerarlas un patrimonio común de la humanidad. 

Cometió graves errores políticos. Pero tuvo la lucidez y la valentía de autocriticarse sin concesiones por muchos de ellos. Cuando descubrió que los militares a los que había visto como salvadores de la patria eran verdugos que ejercían de noche y de día la crueldad que estigmatizaba Stevenson, lo denunció sin ambages, abandonando el tono satírico y paródico de sus ficciones. Se reunió con madres y abuelas de Plaza de Mayo, calificó a los militares como “incompetentes y deshonestos”, se indignó ante sus ominosos crímenes, ante sus indecentes aventuras militares en Malvinas o ante los intentos de guerra con Chile, y llegó a decir que la deuda externa que habían contraído “es producto del robo”. 

En 1985, ocho meses antes de su muerte, se sinceró con el periodista Carlos Ares. Su mea culpa, que salvando las obvias distancias podría compararse con los últimos pensamientos de Unamuno tras el levantamiento franquista de 1936, apareció en las páginas de El País: “No entiendo nada de política –dijo–. Yo descreí de la democracia durante mucho tiempo, pero el pueblo argentino se ha encargado de mostrarme que estaba equivocado. En 1976, cuando los militares dieron el golpe de Estado, yo pensé: ‘Al fin vamos a tener un gobierno de caballeros’. Pero ellos mismos me hicieron cambiar de opinión. Aunque tardé en tener noticias de los desaparecidos y las atrocidades que cometieron… Fue un periodo diabólico y hay que tratar que pertenezca al pasado”. 

4. La vindicación de un humanista escéptico, pero apasionado

Refiriéndose a las páginas de su ensayo en las que analiza el vínculo entre Borges y la política, Zapatero insiste: “Escribo este capítulo con la ingenua pretensión de que se olvide cuanto antes”. En el fondo, la preferencia de Zapatero por el Borges artista obedece a razones diferentes. Por un lado, a la constatación de que Borges “se interesó mucho más por los seres humanos y sus sueños que por el gobierno de los mismos”. Pero también, por la convicción de Zapatero de que “la cultura y el arte” pueden corregir “nuestra adhesión a doctrinas y lealtades”. Efectivamente, hay en Zapatero un antidogmatismo que le lleva a sostener que una existencia auténtica exige, más que la apelación a ideologías cerradas, sentido de la duda, de la complejidad de las cosas y una cierta ejemplaridad en la práctica de los valores que se profesan. Su adhesión a Borges tiene que ver en buena medida con eso: con el hecho de considerarlo “un ejemplo de sinceridad y de ética, celoso de su libertad de pensamiento, de su irrenunciable determinación de pensar por sí mismo”. 

Para Zapatero, esa ética borgeana se traduciría, sí, en un escepticismo frente a las grandes religiones y las grandes ideologías vecino del nihilismo. Pero también en lo que José Saramago o él mismo identifican como un humanismo apasionado. Ese humanismo, que se expresa en poemas como Los justos o El principio, implicaría asumir algunas reglas socráticas básicas: la predisposición a padecer una injusticia antes que a cometerla; el diálogo incesante como actitud ante las incomprensiones y las diferencias; la amistad y el amor, incluso el no correspondido, como claves para dar sentido a la existencia. 

La manera en que esas reglas abstractas operan en sociedades marcadas por hirientes desigualdades de estatus, de clase y de género, abriría todo un debate. Pero lo cierto es que incluso en Borges se detecta la desazón que la distancia entre esos valores abstractos y el mundo real genera. Después de todo, si el autor de la Historia universal de la infamia se entregó a la ficción, a la ironía, a las paradojas, también fue por eso: porque entendía que era una forma de contrarrestar una realidad a menudo cruda e infamante. 

En una entrevista concedida al periodista Manuel Santelices en Nueva York, María Kodama constata que muchos de los momentos de pesadumbre de Borges tenían que ver con su percepción de que el mundo que lo rodeaba priorizaba valores denigrantes como “el exitismo, la recompensa rápida, el querer ganar dinero y nada más que dinero”. Seguramente, este rechazo a la codicia ilimitada, a la entronización presuntuosa del yo, también explica las afinidades de Zapatero, nieto de un capitán republicano fusilado en 1936, con Borges. Es verdad que no se puede saber cuál hubiera sido la deriva vital del escritor argentino. Pero cuesta imaginarlo, por ejemplo, convertido en un Mario Vargas Llosa, un buen escritor que en su desmedida vanidad ha acabado como animador de las derechas afectas a las trampas fiscales y otros negocios turbios. Borges fue otra cosa y cultivó otros valores. Y son esos valores, a la postre, los que le han granjeado la admiración de un expresidente que reconoce en él al “maestro de la duda inteligente, [al] gran dialéctico de las inquietudes de la vida”, pero también al escritor austero, reacio a la fatuidad, que precisamente por eso es capaz de infundir en sus lectores una sensación de “serenidad cierta”.   

Es un hecho excepcional, acaso único, que un expresidente español dedique un ensayo a un escritor latinoamericano. Esa excepcionalidad resulta aún más llamativa si se trata de un autor cuya obra gira en torno a la ficción, al mundo de lo fantástico, antes que a la literatura declaradamente realista o...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Gerardo Pisarello

Diputado de En Comú Podem. Profesor de Derecho Constitucional de la UB.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí