1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Jean Stern / Periodista. Autor de ‘Mirage gay à Tel Aviv’

“Los cuerpos árabes son objeto de deseo y de amenaza en el mundo gay”

Pablo Stefanoni 9/10/2021

<p>Jean Stern, en una imagen reciente.</p>

Jean Stern, en una imagen reciente.

Cedida por el entrevistado

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Hace unos años, Jean Stern (París, 1955) publicó un libro que buscaba responder una pregunta sobre un tema que estaba ahí pero al que pocos le habían prestado atención: cómo Tel Aviv, una ciudad que en los años 70 la guía Spartacus recomendaba no visitar, se había convertido de pronto en una Meca gay, que promete mucho sol, sexo y playa… y poca política. El conflicto Israel-palestino es “demasiado complicado” para abordarlo en los pocos días de Gay Pride sin que termine por aguar la fiesta. En Mirage gay à Tel Aviv (Espejismo gay en Tel Aviv, Libertalia, 2017) este periodista francés, con un larga trayectoria en el activismo LGBTI, analiza los mecanismos, y las políticas estatales, para construir el pinkwashing israelí.

Cofundador de la revista Gai Pied en 1979, Stern analiza en esta entrevista por Zoom, desde su casa en Belleville, la actualidad francesa, el voto gay a la extrema derecha y la “histerización” de la conversación pública, sobre todo en relación con el Islam, y las formas complejas en las que hoy conviven islamofobia y antisemitismo. Pero recupera también algunos de sus análisis sobre los cambios en la geopolítica del erotismo y el lugar de Tel Aviv en el orientalismo sexual post-2001.

Stern constata la despolitización del mundo gay occidental actual pero apuesta por recuperar una agenda emancipadora y destaca las manifestaciones de radicalidad que, aunque en pequeña escala, emergen y buscan converger con las luchas del presente.

Hay mucha discusión en la actualidad sobre el homonacionalismo, y más en general, sobre el vínculo entre homosexualidad y extrema derecha, ¿cómo lo ve?

Se puede hablar de las discusiones o de la situación. En Francia hay de hecho una situación bastante objetiva: una parte del electorado homosexual –gays y lesbianas– confluyó con la extrema derecha. Podemos situar este desplazamiento en los inicios de los 2000, sobre todo como efecto del 11 de septiembre (de 2001). Poco a poco, el discurso antimusulmán –o antiárabe, porque en Francia hay una gran confusión terminológica– se fue expandiendo. La cruzada en Estados Unidos contra la comunidad arabo-musulmana tuvo un gran eco en la comunidad gay francesa. Una comunidad dividida entre dos sentimientos: atracción y amenaza.

El deseo corporal hacia los árabes nutrió toda una fantasmagoría que no es solo del pasado; es absurdo cuando se dice que es algo de los años 50 o 60, que es Yves Saint Laurent, que es Pierre Bergé. Es eso, por supuesto, pero también, por ejemplo, el sitio citebeur.com, una web que se lanzó en los años 90 y que a partir de los videos porno, a menudo grabados con jóvenes provenientes de periferias populares, va a mitificar el cuerpo árabe (beur). Después de la Copa del Mundo de 1998 podemos ver una reacción por parte de una serie de gays que van a emerger en la escena pública y van a dejar atrás las figuras gays de los años 70 y 80, que eran militantes, rebeldes, como las nucleadas en el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), donde se destacó Guy Hocquenghem, o en ACT UP (iniciativa centrada en la lucha contra el sida) hacia fines de los años 80, con referentes como Didier Lestrade… todos ellos, con sus matices, eran asimilables a la izquierda. Por el contrario, los gays de la escena pública de fines de los 90 y 2000 aparecen más apegados a su estatus social; son de clase media y en ese sentido se muestran más pendientes de su patrimonio, de su propio confort. El horizonte mental de los pequeños propietarios, si quieres. Y los árabes pasaron de objeto de deseo a objeto de amenaza.

No es falso que haya habido agresiones contra homosexuales en Francia por parte de jóvenes de las periferias, y a partir de eso la extrema derecha comenzó a atizar el discurso de odio. En esta época aparece también Marine Le Pen, que tomaría el relevo de su padre (Jean Marie), que se mostraba como una mujer rubia, amante de la juerga y rodeada de homosexuales. En muchos casos, homosexuales que no salieron del armario oficialmente pero que tampoco se escondían. Como se dice en Francia, “pas vu, pas pris” (no visto, no pillado). Así, Marine, con su entorno de maricas (pédés), para usar una palabra familiar a nuestro léxico, va a continuar poniendo el acento en los viejos odios de su padre, sobre todo hacia los árabes, pero ahora contra los árabes “que detestan a los homosexuales”; va a destacar, entonces, lo “difícil que es ser homosexual en las banlieues francesas” –lo que no es falso, pero también lo era antes y no solo en las periferias proletarias–.

Cuando Marine Le Pen toma el relevo de su padre (Jean Marie), se muestra como una mujer rubia, amante de la juerga y rodeada de homosexuales

De este modo, esta extrema derecha homosexual se afirma a partir de 2001 y tiene posiciones muy fuertes en el campo político que se corresponden con cierta evolución sociológica, bastante natural, de la comunidad homosexual francesa. Para precisar, hay que decir que si bien hay movimientos de lesbianas radicales alrededor de figuras como Alice Coffin, al mismo tiempo hay una fuerza bastante conservadora. En las elecciones regionales de 2015, algunas encuestas revelaron que uno de cada tres matrimonios de gays o lesbianas votó por el Frente Nacional, lo cual es un porcentaje muy alto que se explica por el conservadurismo social sumado al rechazo a los árabes.

En la actualidad, la derecha, y ciertos sectores “republicanos”, acusan a la izquierda de ser tonto útil del islamismo; se habla despectivamente de “islamoizquierdismo” y se denuncia que los gays ya no pueden vivir en las periferias… ¿Cuál es su visión?

Lo que puedo decir es que para un joven racializado, para un joven negro o para un joven arabo-musulmán de la periferia no es más difícil ser homosexual que para un joven blanco del oeste de París de un entorno católico integrista. Hay que recordar que los partidarios de las terapias de conversión en Francia, que es algo sin lugar a dudas abominable, se encuentran en dos sectores de la sociedad: entre los católicos integristas y entre ciertos arabo-musulmanes; menos entre los judíos, que en general son poco religiosos en Francia y poco sometidos a la opinión de los rabinos. Los tres grandes países europeos donde hay debates y prácticas de terapias de conversión son Polonia, Irlanda y Francia, tres países predominantemente católicos. Tampoco debemos olvidar que quienes se manifestaron masivamente contra el matrimonio “para todos” no fueron los árabes sino quienes se sienten parte de la Francia católica.

Para un joven negro o para un joven arabo-musulmán de la periferia no es más difícil ser homosexual que para un joven blanco del oeste de París de un entorno católico integrista

Hoy Francia es lo contrario al cuadro que pinta la extrema derecha. Es un país de mezcla, de mixtura, de blancos, amarillos, negros, árabes, musulmanes, cristianos, judíos, y a nadie le importa. Pero evidentemente hay una histerización de la discusión en los medios y los temas centrados en la cuestión racial ocupan mucho más espacio que los vinculados a la cuestión social. En París pasa lo mismo que en otras grandes urbes. Cuando estás lejos en las periferias te vas a la gran ciudad, a los centros urbanos. Pero que esa gente, sean heterosexuales u homosexuales, venga a París inquieta mucho a la derecha encarnada en figuras como Éric Zemmour pero también en Marine Le Pen. Vienen a trabajar en McDonald’s, en plataformas de reparto, en bares; y también a acostarse con otros, porque la sexualidad forma parte del lazo social. París es una ciudad extremadamente joven, extraordinariamente dinámica y extremadamente mezclada. Hay sufrimiento, la vida puede ser dura, las familias arabo-musulmanas –o católicas, insisto– son a menudo espacios sofocantes, pero también lo eran antes.

Sin embargo, lo que sí se agravó es el racismo en relación a las comunidades arabo-musulmanes, y también negras, y se puede escuchar discursos racistas, más en provincias que en París, que hace 20 años no se pronunciaban de manera tan abierta. Un cambio vinculado, sin duda, a la emergencia y expansión de la extrema derecha.

¿Por qué decidió escribir Mirage Gay à Tel Aviv?

Como suele ocurrir, hay una mezcla de razones personales y políticas. Mi historia personal me llevó a viajar en numerosas ocasiones a Israel desde muy joven. Tengo amigos y familia allá. En los años 80 y 90, como mucha otra gente, yo estaba entre los partidarios del campo de la paz. Era una especie de sionista de izquierda. En Tel Aviv podía observar una escena homosexual que se parecía en parte a la de Berlín Oriental o Budapest. Escondida, detrás de las persianas, en lugares oscuros, y con mucha doble vida. Fue en los bares gays de Tel Aviv que a fines de los 70 me encontré con homosexuales palestinos; los descubrí, podría decir, porque para la ideología sionista los árabes prácticamente “no existían” en Israel, que se había construido “sobre un desierto”. La vida gay en Tel Aviv no se parecía en nada a la de París, Berlín o Nueva York. Cuando en 1995 Isaac Rabin fue asesinado me causó un gran dolor personal y decidí que Israel ya no me interesaba más. Por eso no volví hasta 2009. Ese año acepté organizar un viaje con un grupo de estudiantes a Israel y Palestina.

El día que llegué a Tel Aviv, el 1 de agosto, estaba cenando con unos amigos y nos avisaron de un ataque contra un centro lésbico-gay, ocurrido en el marco del Bar-Noar (encuentros gay para dar contención y apoyo contra la homofobia). Fuimos y descubro una enorme multitud de jóvenes gays enfurecidos, con lágrimas en los ojos… Así me encuentro, en una circunstancia trágica, el mismo día de mi regreso a Israel después de 13 o 14 años, con una comunidad gay vital y al mismo tiempo con un ataque homófobo.

Al día siguiente, se desarrolló una manifestación de varios miles de personas, con muchas banderas arco iris y mucha rabia. El orador principal fue Benjamin Netanyahu, la figura de la derecha israelí que acababa de asumir nuevamente como primer ministro. Netanyahu pronuncia un discurso en favor de los homosexuales, diciendo que iba a defenderlos, que iba a encontrar a los culpables, y la manifestación termina con todos entonando el himno nacional. Yo me quedé atónito al ver a todo el mundo aplaudiendo a un primer ministro que para mí era una especie de cabrón de extrema derecha.

La despolitización del discurso sobre Israel-Palestina no puede escindirse de la despolitización más amplia del mundo gay en Occidente

Me di cuenta rápidamente de cuánto había cambiado Tel Aviv. Bares, iconografía, Gay Pride. Descubro toda la campaña de marketing gay financiada por el gobierno israelí, la alcaldía de Tel Aviv y las organizaciones de hoteleros. Toda esta operación tuvo una oposición muy marginal en el mundo gay global. La idea es ir a Tel Aviv a vivir la fiesta. Sexo, sol y playa. La despolitización del discurso sobre Israel-Palestina no puede escindirse de la despolitización más amplia del mundo gay en Occidente.

No obstante, descubro que hay grupos anti-pinkwashing en San Francisco, Toronto, Auckland; descubro a una autora que se llama Sarah Schulman, y decido ponerme a trabajar con los instrumentos que conozco, los de mi profesión de periodista. Entonces, vi la cantidad impresionante de gente que atraía el Gay Pride en Tel Aviv, aviones enteros con daneses, suecos, españoles, franceses, pero también brasileños, argentinos, neozelandeses, australianos… si surge el tema de Palestina, la respuesta es siempre la misma: “Es complicado”, “no me fastidien con eso”, “no me vengan a dar la lata”… “vinimos a divertirnos”. Lo interesante es que, en un caso de absoluto cinismo, Israel recurrió a toda una iconografía, y en parte una historia, gay medioriental, la de las grandes ciudades árabes, como Bagdad o El Cairo, y un poco menos Beirut, desde los años 20 y 30 para vender su proyecto de opresión de los palestinos. Parte de esto quise contar en mi libro.

Usted habla en Mirage gay de una suerte de nueva geopolítica del erotismo que cambió el Magreb y otros destinos del orientalismo sexual por los cuerpos de los judíos sefardíes que, al tiempo, son bastante parecidos…

La masculinidad israelí se construye alrededor de la sabra [poblaciones judías nacidas antes de 1948 en Israel]. Eran judíos mayormente asquenazíes, de Polonia, de Ucrania, de Besarabia. Como decían los sionistas de fines del siglo XIX, estaban afeminados por la práctica de los rezos. En la fundación de Israel podemos ver dos instituciones fundamentales: el ejército –un ejército guerrero que va a modelar literalmente un nuevo tipo de cuerpo, musculoso, viril– y el kibutz, que organiza la vida social y el trabajo en común de la tierra. Entonces, en esta primera etapa de Israel se va a virilizar el cuerpo de los jóvenes israelíes. Entretanto, uno de los desafíos de Israel es poblar el territorio y hacer frente a la mayor natalidad de los árabes musulmanes. Van a llegar entonces muchos judíos de Marruecos, de Irak, de Yemen, a los que llamaban los “judíos árabes”, que llevaban consigo otra fisonomía en el sentido estricto del término.

Estos jóvenes sefardíes van a reemplazar la iconografía de los jóvenes árabes cuando, en las últimas décadas, los gays europeos ya no viajen, por temor, a los países musulmanes como lo hacían décadas atrás. Esto es interesante porque Israel se construyó con un sustrato racista muy profundo, en relación a los palestinos pero también a los sefardíes, que eran tratados con desprecio por la burguesía asquenazí de izquierda que construyó el Estado y los veía con inquietud. Hubo, de hecho, un gran movimiento de protesta de los sefardíes, con manifestaciones de miles de personas. Incluso se fundó el movimiento de las Panteras Negras, inspirado en las Panteras Negras de Estados Unidos, para luchar contra la desigualdad.

En este mundo profundamente desigual que fue la historia de Israel, finalmente se creó a través de las imágenes, de la iconografía o de los fantasmas, si prefieres, un semblante de igualdad a través de los cuerpos de los jóvenes deseados de Tel Aviv. Y preciso, de Tel Aviv, porque no los vas a encontrar en Jerusalén ni tampoco en las periferias de Tel Aviv. Si hablábamos de las periferias parisinas, te puedo garantizar que ningún turista gay va a las periferias en Israel, porque se arriesga a las reacciones de los religiosos que pueblan esos territorios.

En las protestas contra el pase sanitario, y más en general, se puede ver un aumento del antisemitismo en Francia, ¿lo percibe como un verdadero peligro?

El incremento del antisemitismo en Francia es algo muy real, en paralelo con el aumento de la islamofobia. Pero si bien ambos procesos son concomitantes, no debemos confundirlos. Hoy, la matriz del antisemitismo es internet, y también una figura de extrema derecha que se llama Alain Soral. Este antisemitismo está difuminado en toda la sociedad, incluida la derecha católica francesa que siempre tuvo tendencias antisemitas, y segmentos de la población provenientes de la inmigración. Podemos ver también a Zemmour, él mismo es de origen judío, involucrado en una especie de rehabilitación del mariscal Pétain (que dirigió el gobierno colaboracionista bajo la ocupación nazi) que retoma la vieja cantinela de que habría protegido a los judíos de Francia frente a Alemania. Eso es repugnante y falso al mismo tiempo. Es un error fáctico pensar que el antisemitismo en Francia está solo en la parte arabo-musulmana de la población.

El incremento del antisemitismo en Francia es algo muy real, en paralelo con el aumento de la islamofobia

Entretanto, el incremento de la islamofobia fue muy rápido, muy fuerte y muy potente. A través de la derecha pero también de corrientes supuestamente socialdemócratas como la que encarna Manuel Valls. Valls es al mismo tiempo fuertemente proisraelí, al punto de pedir que se cambiara la embajada francesa a Jerusalén y apoyar la anexión de territorios en Cisjordania. Entonces, hoy tenemos una islamofobia dominante y un antisemitismo difuso, en crecimiento. Este está presente o subyacente en discursos como los de Zemmour, que reivindica esa Francia tradicionalista, católica, “en decadencia”.

Una pequeña anécdota para concluir: hay numerosos médicos judíos en Francia y en la crisis de la covid-19 muchos de ellos aparecieron a menudo en los medios. Una amiga estaba esperando el bus en una zona muy chic del distrito VII de París y una señora muy burguesa comenzó decirle cosas increíbles sobre los médicos judíos.

¿Es posible recuperar una política emancipadora en el movimiento LGBTI?

Yo estoy convencido de que aún es posible. Es verdad que hoy no hay una verdadera militancia gay en Francia, como la había en el pasado. Pero asistimos a algunas nuevas convergencias. Hay un movimiento de lesbianas importante. El libro de Alice Coffin hizo mucho ruido. Es un libro muy interesante. Hay también una idea de articulación de luchas de pequeños nodos. Vimos aparecer en estos años grupos radicales como los Pink Bloc –inspirados en los Black Bloc– que acompañaron varios movimientos sociales, como el que se movilizó contra la reforma de pensiones y, en parte, el de los chalecos amarillos, o corrientes queer ecologistas. Hay una radicalidad que no es muy fuerte en términos numéricos, pero se expresa en luchas contra el calentamiento global, por el decrecimiento, en torno a diferentes “ZAD” (Zone À Defendre). Son pequeños epifenómenos en un país que parece al borde de la explosión desde el punto de vista político, social y cultural, en el marco del fuerte crecimiento de la injusticia social. En todo caso, constituyen presencias radicales en el paisaje francés que son interesantes y no deberíamos despreciar.

 

Hace unos años, Jean Stern (París, 1955) publicó un libro que buscaba responder una pregunta sobre un tema que estaba ahí pero al que pocos le habían prestado atención: cómo Tel Aviv, una ciudad que en los años 70 la guía Spartacus recomendaba no visitar, se había convertido de pronto en una Meca gay,...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Pablo Stefanoni

Periodista e historiador. Investigador asociado de la Fundación Carolina. Autor de '¿La rebeldía se volvió de derechas?' (Clave Intelectual/Siglo Veintiuno, Madrid, 2021).

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. amanarma

    Gracias, siempre me ha sorprendido esa defensa por parte de algunos gays. Presentan a Isarel como un Estado volcado hacia el futuro...progreso ciéntifico, tecnológico (parecen olvidarse del armamentístico)...y defensor de ¿qué derechos sociales? ¿Les basta que sea para ellos, en un paquete turístico? ¿les basta con el festival de eurovisión? Es muy interesante el artículo. La derecha administra bien los miedos y aún mejor, los odios.

    Hace 1 año 3 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí