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BRASIL

Flordelis, la heroína de la mafia evangelista brasileña

La increíble historia de la diputada bolsonarista que mandó a matar al marido, que antes era su hijo y su yerno, pero dice que “la homosexualidad no es de Dios”

Bruno Bimbi 5/09/2020

<p>La diputada Flordelis, acusada de asesinar a su marido.</p>

La diputada Flordelis, acusada de asesinar a su marido.

Journal Da Record (Youtube).

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“¡Pueden arrestarme, yo voy a la cárcel satisfecha, pero voy a continuar diciendo que prostitución y ‘homosexualismo’ no son cosas de Dios! Mi Dios hizo solo hombre y mujer, lo que escapa a eso es de procedencia maligna. ¡Denúncienme!, ¡arréstenme!, pero yo no voy a negar a mi Jesús”, gritaba enardecida la diputada y pastora evangélica brasileña Flordelis ante una multitud de fieles en su iglesia, en un video que aún se puede encontrar en las redes sociales, parecido a tantos otros de cada día, cada semana.

Es probable que haya sido filmado luego de la decisión del Supremo Tribunal Federal que equiparó la homofobia al crimen de racismo, poniendo a la mafia evangélica en pie de guerra. Los pastores estaban indignados: ¿cómo es eso de que ya no se puede insultar, difamar e incitar el odio contra los maricones porque es delito?

Hablaban de persecución, dictadura gay, comunismo.

Bolsonaro los apoyaba.

“¡Pueden arrestarme!”, gritaba Flordelis.

Pero, ahora que sí puede terminar presa, la diputada pastora enemiga de los gays se escuda en sus fueros. Ya no grita “¡Denúncienme!, ¡arréstenme!”, ni jura más que irá a la cárcel satisfecha, porque esta vez es en serio. La Cámara de Diputados tendrá pronto que decidir si la entrega a la justicia, pero de lo que se le acusa no es de “decir que prostitución y ‘homosexualismo’ no son cosas de Dios”, ni la persigue la dictadura gay comunista de la ideología de género, de la que Bolsonaro los salvó, con Dios por encima de todo.

De mandar a asesinar al marido se la acusa.

Y hay muchas pruebas.

Y se pone peor.

El día del crimen, la esposa de Bolsonaro escribió en Instagram, solidarizándose con ella: “Mujer de fe que llora la precoz partida del pastor Anderson do Carmo”, su marido, y citó la Biblia. Ahora se sabe que no lloraba, seguramente festejaba. Flordelis era amiga del presidente, sus hijos, sus ministros, y tenía un montón de fotos con toda esa gente poderosa –fotos que ya empezaron a quemar y hacer de cuenta que no recuerdan–.

Primero, según la policía, la diputada pastora enemiga de los gays, amiga del presidente, trató de matar a su esposo ella misma con pequeñas dosis regulares de arsénico que le ponía en la comida. Una de sus hijas, bajo sus órdenes, había buscado en internet información sobre venenos. También había puesto en Google: “alguien de la pesada”, “pesada online”, “asesino dónde encontrar”. Pero lo del veneno no funcionó, tampoco lo del asesino a sueldo, con el que llegó a entrar en contacto su nieta. Como sus planes fracasaban –o demoraban mucho–, les encargó a sus hijos adoptivos que lo mataran ellos, a tiros. Uno de los muchachos compró el revólver por ocho mil reales.

Hijo obediente, buen cristiano.

El también pastor Anderson do Carmo, con quien Flordelis se había casado en 1994, fue finalmente asesinado con más de treinta tiros el 16 de junio del año pasado, cuando llegaba a su casa por la madrugada. La viuda juró que había sido un asalto.

Sin embargo, los detalles del macabro crimen familiar se conocen recién ahora, producto de la investigación de la Policía Civil de Río de Janeiro. Los agentes bautizaron el caso como “Operación Lucas 12”, en referencia a un pasaje bíblico, a tono con la identidad de la asesina y el muerto, ambos dedicados a servir a Dios –o a servirse de quienes creen en él. Amén.

Tal vez hayan pensado en la parte que dice: “Primeramente, guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Porque nada hay encubierto que no deba descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse”, y lo cierto es que demasiadas cosas se han descubierto de Flordelis, protegida de la ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, Damares Alves, y madre modelo de la mafia evangélica. Le habían hecho hasta una película, en 2009, contando lo buena que era: una heroína.

O quizás haya sido por ese otro pasaje que dice: “Y yo os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os mostraré a quiénes debéis temer: temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene autoridad para echar en el infierno: sí, os digo, a este temed”. Y lo cierto es que Flordelis, como Silas Malafaia, Marco Feliciano, Magno Malta, Edir Macedo, Vladimiro Santiago, Marcelo Crivella, la propia Damares y tantos otros miembros de esa banda de delincuentes se dicen autorizados para tal y andan por ahí mandando al infierno a toda clase de supuestos pecadores, mientras ellos. Bueno, ellos, ya sabemos.

En mi libro El fin del armario dedico varios capítulos a hablar de esos hombres de Dios. Del pastor Silas, líder del Ku Klux Klan antigay y fervoroso admirador del presidente brasileño. De Marco Feliciano, otro de los defensores de Bolsonaro en el Congreso, famoso por sus sermones racistas y homofóbicos y por haber dicho que Dios mandó a matar a John Lennon por blasfemo: “Un tiro fue por el padre, el otro por el hijo y el tercero por el espíritu santo”. Ahora debe estar tratando de borrar los videos en los que elogiaba a la asesina: “Una levita de tamaño calibre que incendia nuestros corazones”.

Sí, dijo ‘calibre’, como el del arma homicida.

Otro capítulo le dedico al excandidato a vicepresidente Índio da Costa, que no es pastor sino uno de los jóvenes políticos derechistas asociados a la banda y lidera el partido por el que Flordelis fue candidata, que tiene el descaro de llamarse PSD, por socialdemócrata. Esa “socialdemocracia” que también se hace llamar “liberal”, pero está en contra del Estado de bienestar social y de las libertades sexuales y reproductivas, entre otras. Y que, ya que estamos, apoya a un presidente fascista. Índio y Flordelis tienen tantas fotos y videos juntos que al pobre le va a costar que desaparezcan. Hablo de ellos en el libro y de varios otros de su “calibre”, porque no se puede explicar la tragedia actual de Brasil sin hablar del crecimiento de esta mafia que se infiltró en la política y los medios y hoy es parte del sostén ideológico y de la red que articula la base social del presidente.

Antes de ser su marido, Anderson era su hijo. Un drástico cambio de papeles. Cuando ella tenía 30 años y él, 14, el chico se fue a vivir a su casa

Flordelis y Anderson, el muerto, eran una extraña pareja, que simboliza en su propia historia todo lo que esta mafia representa. La familia tradicional de la que tanto hablan, y así los presentaban, como ejemplo. Pero a muchos les faltaba conocer algunos detalles de su bellísima historia de inspiración cristiana y amor a Dios.

Antes de ser su marido, Anderson era su hijo. Un drástico cambio de papeles. Cuando ella tenía 30 años y él, 14, el chico se fue a vivir a su casa, donde la pastora, que entonces regenteaba una iglesia en la favela do Jacarezinho, en la zona norte de Río de Janeiro, alojaba a niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad a los que luego adoptaba como hijos suyos, que se sumaban a los tres biológicos de su anterior matrimonio. También se quedaba con bebés de mujeres embarazadas que no querían tenerlos, y se los daban sin seguir los procesos legales de adopción, para que ella los anotara como propios.

A Anderson nunca llegó a adoptarlo legalmente, aunque lo crió como hijo. La primera novia del chico fue otra de las “hijas” de la pastora diputada ejemplo de caridad cristiana, hasta que creció un poco y se lo quedó para ella. Se casaron y estuvieron juntos durante 25 años, compartiendo no solo la cama –con más gente que lo que dice la Biblia–, sino también la iglesia, la política y los negocios. Él también se hizo pastor y llegó a ser citado como posible candidato a alcalde de la ciudad fluminense de São Gonçalo.

Se casaron en 1994, después de un tiempo de noviazgo. Ella, que hoy tiene 59, tenía dieciséis años más que él. Quienes tengan curiosidad pueden sacar la cuenta. Así, quien había sido hijo y yerno de Flordelis pasó a ser su marido y los chicos que antes eran hermanos de Anderson pasaron a ser sus hijos, inclusive la exnovia. Siguieron adoptando otros, ya juntos, hasta que llegaron a tener más de cincuenta. Familia numerosa.

Su fama de adoptadora serial de niños y niñas transformó a la pastora en un ícono. Fundó el Ministerio de Flordelis Ciudad del Fuego y ganó mucho, mucho dinero, que le permitía llevar una vida llena de lujos. Luego fue candidata y accedió a una banca en el Congreso por un partido de derecha (el que lideraba Índio da Costa, de quien cuento en el libro una anécdota muy divertida y a la vez indignante). Da Costa es aliado del presidente Jair Bolsonaro y antes lo fue del alcalde carioca Marcelo Crivella y el obispo Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, a la que dedico uno de los capítulos más largos, porque es una de las organizaciones mafiosas más peligrosas de la ultraderecha pentecostal brasileña. Flordelis, apoyada por Índio, tuvo 196.959 votos en las elecciones de 2018, en las que contó también con el respaldo del entonces senador y también pastor Magno Malta, una de las personas más cercanas a Bolsonaro durante su campaña presidencial, aunque luego su exasesora Damares –una de las inventoras de la fake news del “kit gay”, a principios de la década pasada– le robó el ministerio que quería para él y lo dejó afuera del gobierno.

La cadena Globo entrevistó a una testigo que asegura que Flordelis ofrecía sus hijas adoptivas a pastores pentecostales extranjeros que visitaban Brasil

Una curiosidad que tiene mucho que ver con esta historia: Magno Malta, que grabó vídeos de apoyo a la candidatura de Flordelis, era conocido fuera del Congreso por sus campañas contra el matrimonio gay y la pedofilia, que ponía siempre juntas en sus discursos, como si hubiese alguna relación entre ambas cosas. Acusar a los homosexuales de pedófilos es una de las taras de la mafia evangélica brasileña, compartida por el presidente. Pero, dentro del Congreso, Malta era más conocido por llevar en su notebook una colección de videos con pornografía infantil.

La diputada pastora amiga de Magno Malta y de Índio da Costa era siempre presentada, por su colección de hijos adoptivos, como un ejemplo. Los políticos de ultraderecha corrían a sacarse fotos con ella para la campaña. Un alma caritativa, una heroína, un pan de Dios.

Encima, ¡también era cantora gospel!

Pero la verdadera historia es un poco más tenebrosa.

La cadena Globo entrevistó a una testigo que asegura que Flordelis ofrecía sus hijas adoptivas a pastores pentecostales extranjeros que visitaban Brasil, para que tuvieran relaciones sexuales con ellas. Era “una forma de recepción” de las visitas de la iglesia, o tal vez un servicio de prostitución sagrada, como Dios manda en algún lugar de la Biblia que ahora no recuerdo. También hay testimonios que indican que Flordelis y el marido asesinado, que antes fue su hijo y su yerno, se acostaban con otra de sus hijas adoptivas –ex hermana de su padre– y participaban juntos de “largas noches” en casas swing. La noche anterior al crimen habrían estado allí. Una de las personas entrevistadas, que mantuvo su identidad en secreto, contó que llegó a vivir con ellos y que “era perceptible que mantenían relaciones sexuales entre hermanos, padre e hija,  madre e hijos. Era nítido, notorio, inclusive contado por ellos mismos”.

Pero los promiscuos, ya se sabe, somos los gays.

Agentes de Satanás, peligrosos para los niños.

Las entrevistas salieron al aire en el Fantástico, uno de los programas de mayor audiencia de la televisión brasileña. Los testigos contaron que el pastor Anderson, “con el permiso de Flordelis (...), se relacionaba sexualmente” con una de las nenas, a quien “no le gustaba esa situación, pero obedecía”. Tal vez por eso de que “cada uno temerá a su madre y á su padre”. Y también: “Cuando alguno tuviere hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere á la voz de su padre ni á la voz de su madre, y habiéndolo castigado, no les obedeciere (...) todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que muera”.

¿Se aplicará esa pena bíblica en caso de hijas que no obedecen las órdenes de su padre y su madre pastores evangélicos bolsonaristas de acostarse con ellos?

Pero, así como a la chica abusada, es probable que alguna otra cosa no le haya gustado a la pastora diputada cantora gospel madre ejemplar del pueblo evangélico amiga del presidente y la primera dama. Se debe haber enojado por algo la protegida de la ministra y también pastora Damares, la que dice que habló con Jesucristo en un árbol de guayaba (y también se robó un hijo tiempo atrás, pero esa es otra historia), que ahora finge que no la conoce. Algo la irritó (se sospecha que cuestiones financieras e intrigas familiares, de esa familia muy normal) porque Anderson acabó, bajo sus órdenes, acribillado a balazos. Más de treinta balazos.

De acuerdo con la Policía Civil, Flordelis financió la compra del arma, convenció a sus hijos a usarla, avisó cuando su marido llegaba al lugar del homicidio y después ocultó las pruebas. “No existe la menor duda de que ella fue la autora intelectual, la gran cabeza de ese crimen”, dijo a la BBC Brasil el comisario Allan Duarte.

Mandó a sus propios hijos a hacer el trabajo sucio. Cinco de ellos están presos, junto a una de sus nietas, pero Flordelis tiene fueros, porque es diputada, así que por ahora sigue libre. Hay que ver cómo votan sus amigos pastores de la bancada evangélica de la Cámara de Diputados cuando la justicia pida el desafuero. ¿La defenderán o harán como Judas, para seguir recibiendo sus monedas de plata?

Flordelis y el marido tenían pasaporte diplomático, aunque él ya no podrá usarlo.

Y muchas fotos con toda la gente poderosa de este nuevo Brasil.

Esta Gilead tropical, miliciana y evangélica.

Ellos dirán que es un caso aislado.

“Primeramente, guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”, repito yo que soy ateo, porque esta señora es la regla, no la excepción. Esta misma semana, fue preso el pastor Everaldo, candidato presidencial por el Partido Social Cristiano en 2014 y líder de la formación, a la que estuvo afiliado Jair Bolsonaro cuando era diputado. Everaldo fue quien bautizó al presidente en las aguas del río Jordán, en Israel, para la foto. Ahora está acusado de participar de fraudes y desvío de dinero de la sanidad pública en plena pandemia del coronavirus. ¿Qué pasaje bíblico se aplica a eso?

Mientras, ya hay más de 120.000 muertos en el país.

En un diálogo que está ya en manos de la fiscalía, la diputada pastora evangélica cantora gospel amiga del presidente asesina del marido le dice a uno de sus hijos: “¿Qué le vamos a hacer? Si me separo de él, voy a escandalizar el nombre de Dios”.

Un razonamiento perfecto, cristalino.

Una declaración de principios.

Para no cometer el gravísimo pecado de divorciarse, mejor mandar a sus hijos a matarlo a balazos, por eso de “No te divorciarás”, que está entre los diez mandamientos junto con “No serás homosexual”, “No te harás un aborto”, “Votarás a Bolsonaro” y “Darás el diezmo a tu pastor, para que se llene los bolsillos”. ¿No eran esas las frases escritas en la piedra que Moisés recibió de manos del propio Dios en el Monte Sinaí?

Tengo la lista de los mandamientos, sí, dicen eso.

Me llegó por Whatsapp.

“¡Pueden arrestarme, yo voy a la cárcel satisfecha, pero voy a continuar diciendo que prostitución y ‘homosexualismo’ no son cosas de Dios! Mi Dios hizo solo hombre y mujer, lo que escapa a eso es de procedencia maligna. ¡Denúncienme!, ¡arréstenme!, pero yo no voy a negar a mi Jesús”, gritaba enardecida la...

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Autor >

Bruno Bimbi

Periodista, narrador y doctor en Estudios del Lenguaje (PUC-Rio). Vivió durante diez años en Brasil, donde fue corresponsal para la televisión argentina. Ha escrito los libros ‘Matrimonio igualitario’ y ‘El fin del armario’.

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