1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Confinadas

Cartas de ánimo

Las lectoras de CTXT se suman a la iniciativa de enviar misivas a las personas ingresadas y aisladas

la comunidad de CTXT 19/03/2020

Mauro

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

En CTXT lanzamos hace unos días una campaña para que nuestra comunidad de suscriptores y suscriptoras nos enviaran cartas para las personas ingresadas por Coronavirus, siguiendo la iniciativa de la doctora Cristina Marín, del Hospital de la Princesa. Como nos imaginábamos, se han volcado. Y nos han mandados unos textos maravillosos, entrañables, llenos de amor, cariño e ingenio. Por ello, hemos decidido, tras pedirles permiso, publicarlos en nuestra web, además de hacerlos llegar a los hospitales. Hemos pensado que a ustedes, que están encerrados en sus casas como nosotras, también les ayudará leerlas para sobrellevar el confinamiento. En los próximos días, iremos publicando nuevas cartas de ánimo. Un fuerte abrazo.

-------------------------------------

Querid@ cómplice:

Si estás leyendo esta carta, déjame decirte que soy toda una afortunada. No lo eres tú, que te han llegado las humildes palabras de aliento de una joven argentina que quiere dar fuerzas a alguien por no poder dárselo cercanamente a los suyos.  

Te contaré algo, ya que siento que poco a poco entramos en confianza… hace casi unos cuatro años, yo también me encontraba como tú, en el hospital, con una de esas horrorosas batas que se te ve el culo aunque intentes disimularlo, entre hostias y tal vez unas cuantas “puteadas” (como solemos decir los tan mal hablados argentinos, me sabrás disculpar la expresión), llena de incertidumbres, y de angustia. Pero sabes qué, esos momentos me han llenado de mucha, y cuando digo mucha, es MUUUUUUCHA sabiduría y gratitud. Aprendí tantas cosas. Es una frase muy trillada la que dice que “Tu segunda vida comienza cuando te das cuenta que solo tienes una” y así es. Con todo lo que me ha pasado descubrí el encanto de la vida simple. Aprendí a amar cada detalle que estaba ahí frente a mis narices cada mísero día de mi vida y que antes no lo veía. Aprendí a oler las flores con el alma. Aprendí a besar el cielo con las manos. A acariciar el suelo con mis ojos. Te parecerán tonterías. Aprendí tantas, tantas cosas. Hoy voy por la calle y sonrío, agradecida de estar viva, de pisar este mundo un día más. 

Pero lo más importante es que aprendí que cada día de nuestra existencia cuenta y es un regalo. Estamos aquí para saber que venimos a algo, y si hoy estas en esta situación es porque tú tienes que superarla y porque te aseguro, que después de esto, serás otro. No dejes que esta circunstancia no te enseñe cuan valiosa es nuestra vida y cuan valiente eres por estar dándole batalla. Estamos todos contigo campeon@, para mí, ya sos un héroe/heroína. 

Y déjame contarte algo más. 

AMARCOR. Un día un viejito italiano al cual aprecio mucho, me enseñó que esa palabra significa recordar con el corazón. Te invito a que en estos días tan pero tan difíciles, intentes volver a las bases, a recuperar aquellos momentos que en tu vida te han hecho muy muy feliz, a recordar con el corazón. Cierra los ojos y pasa en tu cabeza como si fuesen fotografías las imágenes de esos recuerdos que te han llenado de felicidad, crea ese pequeño ritual de placer. Eso estará mejorando tu bienestar. Eso será un abrazo para tu alma, guerrer@. Ese será tu pequeño ritual de amor. Es mi humilde consejo. Siempre puedes desestimarlo. 

Ánimos campe@n, que la vida decide darle batalla a sus mejores guerreros. Yo soy uno de ellos, tú también lo eres. Estamos juntos en esta y ¡ESTO TAMBIÉN PASARÁ! Saldrás de esta y de muchas más! 

Cariños desde Barcelona,

Connie Simioni

-------------------------------------

Hola:

Soy Rosi, una mujer de 73 años y os deseo todo lo mejor. Os deseo desde mi corazón que tengáis muchas fuerzas de vivir. Las cosas están difíciles pero se pueden arreglar, hay que ser muy positivo y rogar que Dios se apiade del mundo entero, tener mucha fe y rezar, que siempre es bueno.

Tened mucha esperanza, que seguro que se acabara pronto, que tengáis mucha fuerza y ya veréis como estaremos todos juntos y felices.

Un abrazo muy fuerte,

Rosi Agudo

Estimados contagiados, que pronto seremos casi todos, y resto de convalecientes no virales que padecéis las consecuencias:

Ayer coloqué en mi balcón una pancarta diciendo “¡Oh, gran Mercado, ven a salvarnos!”.

Muchos de mis vecinos no entenderán la ironía, y por eso, como diría el alcalde de Bienvenido Mister Marshall, merece una explicación.

Y esta es, obviamente, que como tengamos que esperar a que nos salve el señor Mercado todopoderoso, lo llevamos claro. 

Vais a salir sanos y salvos de esta situación, pero va a ser gracias a las personas que os atienden –unas veces con más simpatía y pericia, otras menos–, y que han llegado a su puesto en la sanidad no por responder a criterios de mercado, sino, mucho antes y muy por encima, por su decisión de dedicarse a curar a los enfermos. Un comportamiento que queda fuera del Mercado, a quien por cierto nos obligan a rescatar cada dos por tres, y nunca al contrario. 

Os vais a salvar, sí, pero gracias a las personas que os atienden y limpian y alimentan en hospitales y sanatorios. Gente de carne y hueso como vosotros, que lo hacen no por razones crematísticas, que no bastarían para correr el riesgo preferente de contagiarse a vuestro lado. La razón por la que os cuidan y tienen verdadero interés en sanaros la encontramos fácilmente en nuestras propias familias, genéticas o de elección, eso da igual: es ese ‘mecanismo’ que haría a cualquiera de nosotros hacer cualquier cosa, lo que hiciera falta, por la salud de nuestros seres queridos. Y eso queda también fuera del Mercado. Y es la garantía de que vais (y vamos) a ser atendidos, por encima de la ley de la oferta y la demanda. Garantía mientras dure la humanidad.

Vemos por la tele, sin embargo, cómo aún hay líderes mundiales que se permiten dibujar estrategias para la protección del Sagrado Mercado por encima de las vidas humanas y ambientales que se precisen. Primero salvemos la economía, cueste lo que cueste (y esta pandemia nos deja claro que se trata de miles de vidas humanas. ¿Valor de Mercado? Poco). Por favor, decidles a estos, desde la cama del sanatorio, lo que nos importa ahora el libre Mercado.

Un trozo de ese mecanismo humano que valora la vida y nos dispone a comportarnos dignamente (primer grado del amor), en agradecimiento a la vida, está en cada una de vuestras cuidadoras y limpiadoras, personas gracias a las cuales saldremos adelante.

Así que portaros bien... y mostrarles también agradecimiento, no por acertar en un intercambio comercial, que no es lo que os va a salvar.

Un abrazo del siguiente en lista de espera,

Víctor Ruiz

-------------------------------------

Hola:

No nos conocemos pero me gustaría acompañarte con unas palabras. Me llamo Isabel. Soy profesora en una universidad en Londres, a donde emigré debido a la última crisis. Hace unos días regresé a Madrid, mi ciudad natal, y en donde ya quisiera quedarme.

Quiero mandarte mis ánimos y mis mejores deseos para una pronta recuperación. Espero que de una manera u otra te esté llegando y estés sintiendo el cariño de los tuyos. Junto a ellos, desde la distancia y aún sin conocernos personalmente, somos muchos pensando en ti. Tengo un sobrino de tres años y una sobrina de dos. Todas las tardes se unen al aplauso por las personas que te están cuidando, por las que nos están cuidando a todas, y por supuesto también por ti, para mandarte toda nuestra energía positiva.

Esperamos con esperanza que pase pronto esta difícil situación que nunca imaginamos. Tenemos puesto el corazón en un futuro de empatía y solidaridad radicales, en una sociedad más justa organizada entorno a la vida, a sostenerla y a expandirla. En una nueva forma de vivir el día a día donde haya más tiempo y espacio para la familia, los seres queridos, los amigos y las vecinas.

Mucha fuerza.

Con cariño,

 

Isabel

-------------------------------------

¡Hola!!!

Soy María, tengo 23 años y os escribo desde mi casa en Peñíscola.

Estos días pienso mucho en todos y todas las que estáis en vuestras habitaciones en un hospital, cómo lo estaréis pasando y qué sensaciones tendréis en este momento tan desconcertante que estamos viviendo.

De todo corazón, espero que estéis con fuerzas para resistir y con esperanza y muchas ganas de disfrutar de nuestras vidas y nuestras cotidianidades cuando todo esto acabe. 

A mí me están llenando de alegría y calor las muestras de afecto y solidaridad espontáneas que se están dando: cómo se organizan en cada barrio para llevar los cuidados hasta quién más lo necesita, la potencia que se está demostrando que hay en la vulnerabilidad y los mimos comunitarios desde el apoyo mutuo. 

Por eso, esta carta es para que veáis que no estáis solos, somos un montón las que pensamos en vosotros y estamos deseando que os recupereis y volvamos a salir a la calle codo a codo... O mejor codo ya no, ¡que vuelvan a ser todo abrazos!!!! ¡Os envío mis mejores deseos y muchísimo ánimo!!!

Aquí os dejo mi poesía preferida de Benedetti que siempre me da fuerza cuando la necesito 💞😊

 

No te rindas que la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,

aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se esconda y se calle el viento,

aún hay fuego en tu alma,

aún hay vida en tus sueños,

porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,

porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,

porque no hay heridas que no cure el tiempo,

abrir las puertas quitar los cerrojos,

abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,

recuperar la risa, ensayar el canto,

bajar la guardia y extender las manos,

desplegar las alas e intentar de nuevo,

celebrar la vida y retomar los cielos,

No te rindas por favor no cedas,

aunque el frío queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se ponga y se calle el viento,

aún hay fuego en tu alma,

aún hay vida en tus sueños,

porque cada día es un comienzo,

porque esta es la hora y el mejor momento,

porque no estás sola,

porque yo te quiero.

¡NOS VEMOS EN LOS BARES!!!!

María García

-------------------------------------

Querid@ desconocid@:

Te supongo cansad@, hart@ y preocupad@ después del susto diagnóstico y del tiempo que llevas ingresad@. Te supongo preocupad@ por la situación de tus personas queridas y por el riesgo de contagio, quizá por los dineros... 

Te supongo también aliviad@ de saber que estás en manos de gente competente y amorosa, que son profesionales como la copa  de un pino detrás de sus escafandras. Si te da la impresión de que van a lo suyo, entiéndelo por favor, lo suyo es lo tuyo y están haciendo frente a unas exigencias enormes y trabajando en condiciones que, a veces, se acercan a lo precario.

Todo el mundo les está más que agradecido y algun@s –cada día más– salimos puntualmente a aplaudir su trabajo y su generosidad todos los días a las 20:00. Esta es la hora en que salimos a aplaudir, por ejemplo, en Cataluña, ayer vi un video muy gracioso que me hizo pensar que en otros sitios salen a las 18:00. Para el caso, da igual. Ojalá esto sirva para que gente que se ha estado mirando el ombligo –convencid@s de que el suyo es más mono que el de los otr@s– caiga en la cuenta de que el planeta es uno como es una la humanidad. 

¡Ojalá! 

Como no quiero marearte, me abstendré de explayarme sobre el temor –fundado, vistos los antecedentes– de que triunfe una vez más la idea ombliguista de que la salvación puede ser sectaria.

Cuando salgas de tu encierro, te encontrarás que fuera del hospital las cosas han cambiado mucho. Estamos tod@s confinados: ni cine, ni teatro, ni bares, restaurantes o terrazas. Quien tiene la suerte de poder trabajar a distancia lo hace y tod@s aquell@s que conducen autobuses, atienden en el súper, en los colmados y carnicerías van protegidos con mascarillas y guantes, y supongo que la procesión irá por dentro.

La epidemia ha podido hacer este camino, entre otras cosas, porque los gobiernos –me temo que todos, aunque solamente puedo afirmarlo de la Generalitat de Catalunya o de la Comunidad de Madrid– recortaron salvajemente las prestaciones sanitarias hace ahora doce años. De modo que los nuev@s diagnosticad@s se van a encontrar en una situación peor que la tuya.

Espero que te restablezcas pronto y puedas abrazar a toda esa gente que echas ahora de menos. Y cuando salgas, por favor, no te olvides de que la humanidad es una, diversa por suerte, pero una.

Muchos ánimos y un fuerte abrazo, 

Pilar

-------------------------------------

Buenas tardes:

No nos conocemos, pero te siento (os siento) muy cerca. Sé que lo estás pasando mal, no solo por el coronavirus sino por la otra enfermedad que estoy seguro que estáis padeciendo: la soledad y la incertidumbre. Estamos en un momento social muy complicado para todos y todas, pero sobre todo para vosotros que estáis con esa compañía indeseada. Y, en general, todo el mundo estamos sumidos en un mar de dudas sobre lo que devendrá el futuro: ¿podrá la vida?, ¿podrá la solidaridad y la cooperación entre todos?, ¿seremos capaces de tender lazos suficientemente fuertes entre nosotras como para salir de esta más fuertes y unidas?

Pero voy a bajar a un plano más personal. Soy una persona mayor, de las que ahora llaman vulnerables. Ni siquiera sé si tengo coronavirus –creo que no–, porque en una situación como esta uno se vuelve hipocondriaco y los síntomas le acechan. También vivo solo y, aunque en la familia nos arropamos, en épocas de aislamiento como esta, la soledad obligada es dura. Por eso, leo mucho, estoy en las redes y hago muchas otras actividades. Incluso me estreso un poco de vez en cuando.

Pero esta carta es para animarte (animaros). Te deseo que busques las fórmulas que mejor te vayan para ganar esta batalla que tienes que librar lo más pronto y de la mejor manera posible. El tiempo, que cuando queremos que pase se detiene y cuando queremos que se detenga vuela, pasará poco a poco y seguro que te recuperarás. He leído experiencias de personas que ya se han curado diciendo que es muy duro. Pero se les nota contentas. Seguro que esa dureza te sirve para que, una vez que pase, te sientas tú también más fuerte. Ya sé que te gustaría enriquecerte de otra manera, pero creo que es mejor afrontar las dificultades por positivo, y una vez que estás ahí...

Mucho ánimo. Seguro que ganas esta batalla. Tú la tuya y, entre todos, la que tenemos que dar a nivel de la sociedad en su conjunto. Como decimos en Pamplona, ya falta menos.

Un abrazo virtual muy grande,

Javier Echeverría

-------------------------------------

Querida persona desconocida:

He estado pensando en qué decirte, porque no sé qué te gusta, en qué crees, cómo eres. Lo que sí sé es que te encuentras en un hospital y que, aunque tal vez lo que más te apetezca sea distraerte, no podrás evitar, imagino, hacerte preguntas. Preguntas importantes sobre la vida, sobre lo que es para nosotros, sobre lo que debería ser.

Ha sido pensando en estas cosas cuando se me ha ocurrido algo de lo que me gustaría hablarte. Es el libro Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro. No sé si lo has leído, si no es así espero que lo hagas tras leer mi carta. Y si es así, espero que mi interpretación te haga sentir mejor. Cuando tengo miedo, cuando me frustra mi propia condición de ser humano y siento que nuestra forma física nunca podrá estar a la altura de nuestros sentimientos, ambiciones, esperanzas, este es el libro al que recurro --aunque solo sea pensado en él. Cuenta la historia de tres amigos: Kathy, Ruth y Tommy.

La novela sitúa a los tres jóvenes en una realidad distópica de una posible Inglaterra. Allí, los tres protagonistas son clones de personas que desconocen y han sido creados para permitir el funcionamiento del sistema en el que viven. Este sistema, quizás no tan lejos del nuestro, cuenta con utilizar a las personas, como los tres protagonistas, como donantes de órganos. De esa manera, la parte de la población que se beneficia de este sistema está libre de enfermedades, como por ejemplo el cáncer, que antes eran incurables. A costa de que las vidas de otros sean una especie de sacrificio perpetuo.

Cuando los clones llegan a la veintena, se les empiezan a quitar órganos. Kathy, Ruth y Tommy siempre han tenido, como tenemos nosotros, presente la muerte, presente la perspectiva de que su vida iba a ser esto, de que apenas al empezar a vivirla iban a desmoronarse progresivamente. Los tres han aceptado su porvenir, pero eso no les salva de la frustración y el deseo desesperado de que una fórmula mágica les ahorre lo inevitable. Poco a poco van perdiendo órganos, adaptándose a vivir sin ellos tras cada operación. Su amistad, a través de todo este proceso, les mantiene agarrados a un cierto sentido de dignidad. Se desmoronan poco a poco pero lo hacen unidos, con poca esperanza pero con el sueño de que su amor pueda salvarles.

Parte de lo que guía al sistema en el que viven Kathy, Ruth y Tommy es que este no les ve como seres con alma. Esa falta de algo sagrado, a lo que se está atacando cuando se vulneran, de manera evidente, sus derechos humanos, es lo que permite que este sistema se perpetúe. Esta mirada es, creo yo, incluso más desalmada que el hecho en sí de la progresiva decadencia física. Lo físico puede ser vivido como un desafío común, algo trágico e inevitable, una realidad sin alternativa. Pero cuando se pone en duda el alma de los protagonistas, esto implica que su amistad, sus deseos, sus momentos, su existencia no valen nada, más que ser el mero acompañante de unos órganos que pertenecen a cuerpos ajenos.

Al contrario de los guardianes del sistema en el que viven estos protagonistas, yo sí creo que tanto ellos como nosotros tenemos alma. También puede llamarse de otra manera, pero lo que quiero decir es que yo creo que importamos, más allá de lo que nuestros cuerpos nos dicten. Si nos paramos a pensarlo, todos somos un poco estos clones condenados a ir perdiendo partes poco a poco. Todos iremos decayendo, todos sabemos que, sin importar lo que nos ocurra tras perderlo o en lo que creamos, nuestro cuerpo es escalofriantemente temporal. Kathy, Ruth y Tommy simplemente lo viven de manera más inminente.

¿Y por qué recurro, cuando odio ser consciente de mi propia condición humana, a un libro tan distópico? Para empezar, porque ver escrito y exaltado lo que nos ocurre a todos me recuerda que soy parte de algo mucho más grande que yo. Segundo, porque la característica trágica de nuestra naturaleza humana merece ser reconocida. Tercero, porque al reconocer esto nos damos cuenta de lo qué es realmente importante, y de que el sistema en el que vivimos no debería explotarnos sino tener compasión y permitirnos vivir la versión más profunda, realizada y verdadera de nosotros mismos. Y, lo más importante, porque el libro me recuerda que, a pesar de la naturaleza trágica de nuestra existencia física, lo que realmente importa es lo que somos: y lo que somos no es nuestros cuerpos, sino lo que los mueve, lo que los hace vivos, lo que no se puede ver ni marchitar. Y lo que hacemos con ello, que es formar lazos significativos entre nosotros, imaginar, crear.

La vida en los tiempos de la COVID-19 me recuerda un poco más todavía a Nunca me abandones. Nos puede tocar a cualquiera en cualquier momento. Es algo que escapa a nuestro control. Nos acerca a la muerte y a la fragilidad. Pero creo que, si el que haya irrumpido en nuestras vidas cataliza algo positivo, esto sería hacernos ver que lo que realmente importa lo llevamos dentro, y que ver eso nos une. Y, también, que la fragilidad debería generar unión, y no lo contrario.

No sé cómo te encuentras, pero sea el que sea tu estado físico, espero que por dentro mantengas la consciencia de que nunca te abandonaremos, de que en ese no abandonarse mutuo esta la prueba de que nosotros, como Kathy, Ruth y Tommy, tenemos alma, aunque esta se nos niegue a menudo. Creo que saber esto es una de las cosas más importantes que podemos tener presentes, en cualquier momento de la vida. Aunque el cuerpo nos abandone --a todos, poco a poco--, hay personas que no lo hacen, hay sentimientos que no lo hacen. Pase lo que pase, nunca olvidemos eso.

Espero que te recuperes pronto y leas --o releas-- el libro, seguro que con otros ojos (no por mí, sino porque vivimos en un momento que nos los está abriendo, o abriendo más, a todos).

Estoy aquí para ti, un abrazo muy fuerte,

Tiare Gatti Mora

-------------------------------------

Querid@ desconocid@, 

Estás sol@ en una habitación, tienes una visita de media hora al día y el personal que te atiende va tan protegido que debe resultar distante por más que sea muy próximo y puedas contar con su absoluta y mejor dedicación. 

¿Qué podría decirte para acompañarte? 

La vida afuera, la que hacemos aquellos que tenemos la suerte de mantener la salud, se ha vuelto una vida muy rara. Muchísima gente está confinada en casa, hay una prohibición de salir a la calle salvo para trabajar, ir a la farmacia, pasear al perro, ir a comprar alimentos y poca cosa más. No hay colegios, ni universidades, teatros, cines, gimnasios, salas de conciertos...todo está cerrado. Quien puede trabaja a distancia y quien no puede hacerlo así no trabaja.

Cada día a las 20:00 sale más gente a balcones, terrazas y ventanas y aplaude a todas las personas que trabajan en la sanidad, personas que se encuentran protegiendo la vida de tod@s.

Muchas cosas cambiarán cuando todo esto pase, o eso espero. El virus pone de manifiesto que el mundo es uno, como es una la humanidad.

Espero que no te abandone la esperanza o, mejor dicho, que tú no te abandones. Por más que sea una situación dura de soportar, creo que, aunque puede que difícil, eso está en tu mano y te hará bien.

Espero que te restablezcas pronto y que puedas salir del hospital y retomar tu vida cotidiana con las personas que quieres y que ahora mismo deben estar pensando en ti poniéndote una cara y un nombre.

Un fuerte abrazo, 

Pilar Gómez

-------------------------------------

Hola:

Te escribo porque estás allí, sin los tuyos, sin las tuyas. No te conozco, pero escribiendo puedo apretar tu mano. Tengo un maestro que me ha dicho que, cuando estamos en un momento de peligro, tenemos que buscar compañía y si estar acompañados es imposible, tenemos que recordar lo que amamos. Me saltaría las reglas y te daría un abrazo en esa soledad tan repentina que te ha tocado. No olvides que dentro y fuera de ese espacio que ahora compartes con otros desconocidos está todo lo que has vivido, que nada te lo podrá quitar.  

No pienses en el futuro. Has subido a un barco en plena tormenta, solo resiste y recuerda que te estamos esperando.

Un beso

Iván Hernández

-------------------------------------

Te presento mis respetos.

Tan sólo hace unas horas empecé a pensar en escribirte. Sólo tú sabes cómo te sientes y cuánto necesitas escuchar el arrullo de una voz hermana, el batir de las olas en la playa, o la hojarasca arrastrándose hacia el sol de la primavera, pongamos por caso.

Hasta hoy no nos habíamos dicho nada y ahora te hablo desde un lugar ignoto, misterioso, porque no está completamente dentro de mí, ni dentro de ti. Está en un nosotros recién estrenado, improbable, pero incontrovertible, propiciado por el azar de la anomalía biológica y los benévolos mensajeros.

Debes saber que uno de mis poetas favoritos, el cantante Leonard Cohen, basaba su definición del amor en la capacidad de disculpar los defectos y poder ver más allá de las apariencias. A veces un poeta dice cosas bellas solo para seducir. En este caso, sin embargo, no daba puntada sin hilo.

De ti lo ignoro casi todo. Pero tampoco necesito de las apariencias para suponer que no estás pasando por una buena racha, que ese cuerpo tuyo que todo lo resistió responde a la infección con números de equilibrista, que el dolor es una contingencia de mal gusto.

Puesto que se dan las condiciones, permíteme desvelar el propósito último de esta carta: es una carta de amor, de amor ciego e incondicional.

¿Quién te iba a decir que recibirías una carta de amor en el hospital? ¿Quién me lo iba a decir a mí? Quizá nunca más volvamos a encontrarnos. Pero, ¿quién puede saberlo?

Te deseo toda la suerte y una pronta recuperación. Hasta ahora no nos habíamos dicho nada, pero hoy nos encontramos en un lugar ignoto, misterioso, que no está completamente dentro de mí, ni dentro de ti.

Cuenta a quien quiera escucharte que en ese lugar existe un nosotros efímero, improbable, pero incontrovertible, propiciado por el azar de la anomalía biológica y los benévolos mensajeros.

Recibe el más afectuoso de los abrazos

Ferrán Muiños

-------------------------------------

Hola, querido o querida:

Me llamo Virginia, tengo 31 años y vivo en Granada, donde trabajo. El resto de mi familia se encuentra en Almería: mis padres confinados en su casa.  Mi hermano también, solo en su piso.

Mi pareja es médico preventivista y, como te imaginarás, pasa prácticamente todo el día en el hospital. Yo tengo la suerte de poder teletrabajar desde casa, aunque a veces no sé si es suerte, ya que me paso todo el día sola y sin ver a nadie. El piso en donde vivimos de alquiler, como casi todos los vecinos, forma parte de una antigua corrala reformada. Las corralas son unas casas típicas andaluzas, muy bonitas, que se configuran en torno a un patio interior muy grande, que normalmente está lleno de macetas y por el que entra mucha luz. De esta forma, se evita el calor excesivo en verano y se obtiene mayor intimidad y silencio. En estos días, sin embargo, echo de menos no tener una visión de la “calle de verdad”. Nuestros tres o cuatro vecinos, además, creemos que se marcharon antes de que se decretara el aislamiento, probablemente a sus ciudades de origen con su familia. Paso el día rodeada de ese silencio, pero a las 20:00  salgo al balcón y me llega el rumor de aplausos y vítores desde la “calle de verdad”.

Quiero decirte que me imagino perfectamente por lo que estás pasando, y que empatizo contigo. Yo, ya ves, no tengo razones para quejarme, porque ahora me encuentro bien de salud y por las noches puedo dormir con mi chico. No obstante, aún así a veces me pesa la soledad, tengo nula concentración y estoy algo preocupada por mis padres. Así que puedo imaginar cómo estás tú. Y nos digo, a ti y a mi: no pasa nada, esto acabará pasando. Te pondrás bien pronto, y volveremos a salir a la calle, y será primavera. Disfrutaremos aún más de las cosas más sencillas: un café en una terraza, un abrazo de alguien que nos quiere, un paseo por el barrio. Y seremos más fuertes, porque esto nos habrá servido para darnos cuenta de lo que somos capaces.

Así que ahora cuídate mucho, y deja que te cuiden. Qué grandes profesionales sanitarios tenemos, ¿verdad? Incluso en todo este caos, aparte de hacer su trabajo, han encontrado tiempo para pedirnos que os escribamos. Yo me alegro mucho de poder hacerlo, y espero que encuentres algún consuelo en esta cartita, aunque sólo sea escapar del aburrimiento durante un rato.

Te envío un abrazo muy grande. ¡Ánimo!

Virginia Martínez Ruiz

-------------------------------------

Hola:

¿Cómo estás? Me voy a presentar para que sea más fácil.

Me llamo Vanesa, nací y crecí en Jaén y en enero cumplí 31 años. Sé que es extraño recibir una carta de alguien que no conoces, pero también sé que las horas en el hospital se pasan muy lentas.

Imagino que te estarás preguntando qué está pasando por aquí afuera. Qué hacemos, dónde estamos todos. Bueno, pues ahora estamos todos encerrados en casa, parados de repente, para ayudar a que los profesionales puedan hacer su trabajo.

Aquí las horas también pasan lentas, no te creas, pero nos estamos adaptando bastante bien.

Una cosa que no te he dicho es que yo estoy en Francia. Vivo aquí desde hace tres años y la cuarentena me ha pillado muy lejos de vosotros y de mi familia. Aquí se están tomando las mismas medidas que en España y se están cometiendo los mismos errores, claro, porque al fin y al cabo no somos tan distintos y nadie sabía qué era esto. Pero estamos reaccionando, todos estamos ayudando para que esto pase lo más rápido posible. 

Quería escribirte esta carta para animarte, para que pudieras ver que somos muchos los que estamos dispuestos a ayudar y a unirnos para que podamos salir adelante. Quería que supieras que esto también pasará aunque ahora parezca muy difícil. Quería contarte que estamos juntos en esto, que hay esperanza, que aguantes un poco más porque va a merecer la pena.

Un abrazo muy fuerte,

Vanessa Lara

---------------------------------------------

Hola:

Me llamo Alberto y tengo 73 años. Soy escritor en activo y periodista jubilado. Hace un año sufrí un aparatoso accidente doméstico que me dejó postrado y doliente, sin movimiento en el tronco superior derecho del cuerpo. Suspendió todas mis actividades, montañismo, viajes, colaboraciones y la redacción de mi primera novela tras veinte años de silencio literario. Aunque mi vida no corría  peligro alguno, salvo complicaciones, entendía que la vida activa, tal como la había diseñado gracias a mi buena forma física y sólida salud, había acabado. Por tanto comencé un período existencial de negrura, apabullado por el omnipresente dolor y una imaginación catastrófica nada controlada que agudizaba la sensación de desamparo y parecía convocar a todas las Furias que se aprovechan de las debilidades humanas.

Un día, a poco de comenzar ese calvario, llegué a una especie de “límite de densidad” de mi afección, es decir cuando el número de temores, rechazos y carencias que producía mi estado podría llegar a inducir un estado depresivo profundo y un hundimiento personal en el dolor y la frustración.  Estaba a punto de “tirar la toalla” y dejarme caer a mí mismo, renunciando a todo intento de superación o, al menos, de aceptación.

Aquella noche, leía incómodamente, medio atontado por los efectos de los calmantes y con el dolor como una neblina oscura instalada en mi cerebro. Una punzada lacerante en el hombro me irritó y lancé el libro contra el suelo con una maldición susurrada. Era un volumen de Conan Doyle sobre Sherlock Holmes, un personaje al que adoraba (había decidido recurrir a la narrativa y la filosofía clásicas como terapia. En ese momento, en la mesita de noche se amontonaban, Stevenson y su Isla del Tesoro, Séneca y Epicuro, Don Quijote, Woody Allen y Groucho Marx). Les di la espalda con un desdeñoso gruñido, apagué la luz y cerré los ojos. Tuve tiempo de ver la mirada preocupada y triste de mi esposa.

Y sin embargo, todo estaba a punto de cambiar.

Tengo un recuerdo nítido, pero vago en los detalles, de lo que empezó a acontecer un tiempo indeterminado después, en el proceso interminable y pegajoso que era, desde el accidente, el periodo de duermevela. Hasta que veía cómo la claridad del día que llegaba disolvía las tinieblas que me rodeaban, entre relámpagos mentales de dolor.

Pero esa noche, ante mi sorpresa, caí en una especie de pozo profundo. Mientras me hundía de una forma suave que más parecía un vuelo, rememoraba a la Alicia de Carroll y me preguntaba en qué clase de mundo aparecería, si habría Reina Roja, conejo apresurado y sombrerero loco. En otro nivel de mi mente asistía sin poderlo creer a un inesperado silencio del Tirano al que llaman Dolor, aunque percibía su presencia.

Pero ya estaba caminando por un paraje que conocía –y amaba– en los Puertos de Beceite, en la comarca donde vivo. Sentado a la sombra de una vieja encina, había un tipo fumando su pipa. Pensé “a que me encuentro con Holmes y Watson”. Pero no, parece que era Dickens. Me miró sonriente y me dijo algo que a uno de mis niveles de conciencia debió parecerle muy divertido, puesto que me reí. 

Di un paso y el escenario cambió: estaba en la cumbre de la Peña Galera, hacía mucho viento y escuché la frase que me había hecho reír: “Déjate llevar. Todos vamos al mismo sitio. Lo que importa es cómo lo hacemos”. Una parte de mí dijo que no le veía la gracia. Al siguiente paso estaba en otra cumbre de la comarca, la Picosa. Allí, en la antigua caseta del guarda forestal, ahora abandonada, un huesudo don Quijote mantenía una animada charla con el orondo Falstaff. El primero decía campanudamente, “no te encumbres, muchacho, que toda afectación es mala” y el segundo reía con los agitados mofletes de Orson Welles. “Todo pasa y todo llega, pero lo nuestro es pasar…”, contestaba. Yo los miraba entre el estupor y la maravilla y apunté con suavidad: eso es de Machado, no de Shakespeare. Se hizo el silencio y todo se oscureció hasta que distinguí ante la tímida luz de la mañana, el perfil de mi habitación y el acompasado respirar de mi esposa.

Cuando me desperté del todo y recuperé mi estrecha relación con el dolor y la incomodidad, en mi mente se habían producido dos certezas. Una: bueno y malo son dos categorías mentales. Las cosas, los eventos, no son buenos o malos en sí mismos. Depende de ti, de cómo los catalogues o juzgues. Y si lo condenas de entrada te estás condenando a ti mismo.

Y la segunda: el dolor es la respuesta de un cuerpo que sufre, que reclama atención, no un enemigo al que hay que maldecir y odiar. Puedes intentar comprenderlo, de alguna manera hacerte su amigo, su cómplice, en su inevitable y lacerante actividad. Te sorprenderá comprobar cómo la intensidad de sus ataques y su frecuencia se va suavizando y se acompasa poco a poco a tu existencia cotidiana.

Esta doble fórmula tan sencilla cambió mi larga convalecencia y recuperación. Y, una vez elaborada reflexivamente, mi manera de percibir la vida y los avatares de la Fortuna. Aprendí a no temer a las circunstancias por sí mismas, por difíciles que sean o parezcan (incluido el Covid-19), sino a amoldarme lo mejor y lo más sencilla y eficazmente posible a la situación. En la absoluta convicción de que no hay mal que dure para siempre (un adverbio poco humano). Entonces, ¿por qué preocuparse? La salida está asegurada… ¡Esta es la mejor vacuna contra cualquier virus!

Alberto Díaz Rueda

---------------------------------------------

¡Hola!

Tras un par de días de lluvia y nubes, por fin veo el sol desde mi ventana. Se asoma tímidamente, allá en una esquina. Todavía débil, cierto, pero siempre inspirador. Porque, después de cada tormenta, indefectiblemente, el cielo se ve más limpio, más azul, más brillante, más tierno incluso. Y lo que necesitamos ahora es, justamente, mucha ternura.

Te cuento todo esto porque, aunque estés entre las cuatro paredes del hospital y sientas que el mundo se derrumba a tu alrededor, somos much@s quienes te pensamos y te deseamos que te recuperes pronto. Porque el COVID-19 nos podrá robar –solo provisionalmente, ¿eh?– los abrazos y los besos, pero no la solidaridad.

Sé que estás en muy buenas manos, ¡en las mejores posibles! ¡Qué suerte contar con profesionales de la sanidad tan excelentes! Y con un sinfín de personas –limpiador@s, transportistas, cociner@s, agricultor@es...– que nos alimentan, nos cuidan y nos acompañan, a ti, a mí y a tod@s quienes permanecemos confinad@s en casa para que esta pesadilla se acabe cuanto antes.

No estás sol@, nunca lo estarás.

Lluvia de besos de colores,

Helena Sanz

---------------------------------------------

Buenos días:

Me imagino que estás pasando unos días difíciles, así que, si me lo permites, te voy a contar una historia.

Durante la Guerra Civil, doña María respondió a una convocatoria de la compañía aeronáutica donde trabajaba para enviar cartas de ánimo –o mejor dicho, paquetes de ánimo (incluían jabones y camisas dobladas)– a trabajadores de la empresa que estaban encerrados en campos de concentración en el sur de Francia. Ella escribió varios paquetes a la misma persona que, me imagino, los recibía con emoción. Unos meses más tarde, un ingeniero llegó a la oficina donde ella trabajaba preguntando por doña María. Era la persona que había recibido esos paquetes de ánimo y necesitaba agradecer, personalmente, el envío repetido y cuidadoso que le había permitido superar el encierro. Se conocieron, meses después se casaron y, con el tiempo, se convirtieron en mis abuelos. No sé si todo en esta historia es verdad, pero es más o menos lo que he logrado sonsacar a mis primos, a mi tía y a mi padre.

No te asustes, no espero que con esta carta me vengas a buscar, te cases conmigo, y que, dentro de 80 años, una nieta escriba cartas de ánimo a desconocidos para mantener así la tradición familiar. Sólo espero que esta carta te aporte la energía y el ánimo suficiente para soportar estos días tan duros y solitarios.

¡Un abrazo!

María Núñez

-------------------------------------------

 

عزيزتي/عزيزي،

ابعث لكم هذه السطور للتعبير عن دعمي لكم في هذه المحنة، و كذلك لإخباركم أنكم لستم وحدكم.

خارج المستشفى الذي تتواجدون فيه، جميع المواطنين معكم بقلبهم و يتمنون لكم الشفاء العاجل لكي تلتحقوا بأحبّائكم في اقرب وقت.

كونوا على ثقة اننا سنمر من هذه المرحلة قريبا، و سنخرج منها و نحن اكثر قوة.

تحياتي من برشلونة

كريم

Querida/querido:

Os mando estas líneas para expresar mi apoyo en dura prueba, y para que sepáis que no estáis solos.

Fuera del hospital donde estáis, todos los ciudadanos os apoyan de corazón, y os desean una rápida recuperación, para que podáis estar con vuestros seres queridos.

Confiad en que saldremos de esta etapa muy pronto y con más fuerzas.

Saludos desde Barcelona.

Karim El Mokhtari

------------------------------------------------



En CTXT lanzamos hace unos días una campaña para que nuestra comunidad de suscriptores y suscriptoras nos enviaran cartas para las personas ingresadas por Coronavirus, siguiendo la iniciativa de la doctora Cristina Marín, del Hospital de la Princesa. Como nos imaginábamos, se han volcado. Y nos han mandados unos...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

la comunidad de CTXT

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

2 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Rosa Maria del Ojo

    Querido amigo que estas hospitalizado y sufriendo la enfermedad que está provocando el Coronavírus por todo el mundo. Me llamo Rosa María.  Como bien sabes debido a las restricciones no nos es posible hacer visitas ni mantener contactos personales con nadie; pero eso no impide que podamos contactar contigo vía correo electrónico, para por medio del personal sanitario que te hará llegar este correo, darte un abrazo enorme y hacerte sentir que no estas solo. Sin duda  deben ser unos momentos muy difíciles estos por los que estas pasando, separado de los tuyos, sin poder verles ni abrazarles. Cuanto debes echarles de menos!!!  Por eso mi correo es para animarte, desearte una pronta recuperación para que vuelvas a estar con los tuyos enseguida y recordarte unas palabras de la Biblia que a mi me ayudan mucho cuando pienso que nos deparará el futuro. Se encuentran en el libro del profeta Isaías capitulo 33, versículo 24 y que dicen "Y ningún habitante dirá: estoy enfermo". En www.jw.org,  puedes encontrar muchas mas palabras consoladoras. Espero que puedas mirarlo cuando estés mejor y tengas acceso a internet. Espero que a ti también te sirvan de mucho consuelo .  Te deseo de verdad que te recuperes lo mas pronto posible y te mando un beso y un abrazo muy,muy fuertes. Rosa María Del Ojo

    Hace 3 años 11 meses

  2. Cristina Otero

    Se que están pasando momentos difíciles, pero con la ayuda de los buenos profesionales que tenemos, pronto esto será cosa del pasado y podremos retomar nuestras vidas Hace 8 años que vivo en Vigo, vengo de Buenos Aires, Argentina, pero me siento muy bien integrada en la comunidad, me recibieron con afecto y lo agradezco. Por eso quiero enviarles todo mi ánimo y apoyo. No pierdan nunca la fé en Dios, el es más fuerte que cualquier mal que pueda atacarnos. Saben lo que dice un pensamiento de la Biblia? " y les secará toda lágrima de sus ojos y la muerte ya no existirá, ni habrá más tristeza ni llanto ni dolor. Las cosas anteriores han desaparecido" Saber que pronto eso será una realidad personalmente me da animopara seguir adelante Así que : ánimo, ánimo. Colaboren en todo lo que puedan con el personal sanitario, ellos se lo agradecerán y cuando sea posible visiten el sitio JW.ORG Un abrazo muy fuerte, nunca ajeno los brazos !!!! Juntos saldremos adelante !!!! Cristina.

    Hace 4 años

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí