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Prostitución

Por qué en materia de trata conviene no hacerse la sueca

El nuevo gobierno anuncia una ley integral contra la trata. Ojalá esta ponga los derechos humanos en el centro en lugar del punitivismo y la ideología

Paula Sánchez Perera 21/01/2020

<p><em>Femme nue couchée</em>, 1886-1888.</p>

Femme nue couchée, 1886-1888.

Edgar Degas

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Poco después de conocer el acuerdo de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos, varios medios resaltaron que en él se recogía la lucha contra la trata con fines de explotación sexual, pero no la abolición de la prostitución. Sin embargo, Pedro Sánchez, en su discurso de investidura, remarcaba de nuevo su compromiso con el abolicionismo punitivo, en la misma estela que aquel Proyecto No de Ley presentado en la última legislatura. El abolicionismo en el que hoy se inscribe el Partido Socialista no es otro que el sueco. Mientras que el abolicionismo clásico, que opera desde nuestro Código Penal, se limita a la penalización del lucro de terceras partes (proxenetismo), el neoabolicionismo nórdico amplía la criminalización hasta los clientes. Por su parte, Unidas Podemos, a cargo ahora del Ministerio de Igualdad, aglutina en su formación a feministas de ambos polos del espectro –abolicionistas y proderechos– en un debate abierto, reflejo del que se mantiene en el movimiento feminista. Entre todo aquello que puede celebrar lo que queda a la izquierda del neoliberalismo progresista se encuentra el haber respaldado el consenso fundamental que existe entre la posición abolicionista y la proderechos: elaborar una ley integral que prevenga, proteja y asista a todas las personas que se encuentran en situación de trata.

Aunque aún sea demasiado pronto para realizar valoraciones de una ley que no se ha desarrollado todavía, la manera en la que, de entrada, se encuentra formulada la propuesta de nueva legislación contra la trata en el pacto de gobierno resulta, cuanto menos, preocupante. Si ley “integral” quiere decir que comprende todas las partes que precisa para encontrarse completo, ¿puede decirse que una ley aspira a combatir de manera integral la trata de personas cuando se limita a un solo tipo? El acuerdo, recordemos, no habla de lucha contra la trata a secas, sino que demarca “con fines de explotación sexual”. Quizás pensemos que es la forma mayoritaria, pero en el último balance estadístico del centro criminológico patrio, el CITCO, vemos que las cifras comparadas entre trata sexual y laboral son ajustadas, casi paralelas. Si, a su vez, queremos hacer la operación de centrarnos en aquella forma de trata que afecta fundamentalmente a mujeres, basta recordar que la trata con fines de prostitución forzada no es la única atravesada por el género, ya que cada día se detecta con mayor frecuencia en matrimonios forzados o en el servicio doméstico. De hecho, la última evaluación del Consejo de Europa sobre los esfuerzos españoles por combatir la trata concluía denunciando que en nuestro país la trata laboral se encuentra escasamente detectada, sin apenas protocolos específicos de actuación ni suficiente intervención al respecto. Nos tiraban de las orejas para que comenzásemos a dirigir la mirada hacia otros tipos de trata, esos que no ocupan espacio en la agenda política porque aparentemente no generan votos.

Cuando hablamos de trata a secas, y no solo de aquella con fines de prostitución forzada, ocurre que ciertas fórmulas discursivas no funcionan y que, a su vez, se revelan como construcciones ideológicas. Este es el caso del famoso “sin clientes no hay trata”. Difícilmente llegaría a buen puerto el decir que “si no comprases fresas o camisetas, no existiría la trata”, a pesar de su acusada prevalencia en los sectores agrícola y textil. Tampoco tendría mucho éxito alegar que si no hubiese trabajadoras domésticas –cuidando dependientes o haciendo tareas del hogar– no habría trata en el sector, aunque en esta modalidad se explote casi en exclusiva a mujeres. Una de las razones por las que estos razonamientos se juzgarían con sospecha es porque hemos aprendido que el ejercicio de culpar al consumidor de problemas que tienen su origen en factores estructurales es un argumento propio del neoliberalismo. Una buena cantidad de causas complejas que dan lugar a la trata se suspenden cuando la culpa se coloca principalmente o en exclusiva en el consumidor –como la clandestinidad obligatoria con la que ha de producirse la migración laboral gracias al cierre de la Europa Fortaleza; las condiciones económicas dadas por la desigualdad Norte/Sur; la desregulación del trabajo informal o la feminización de la supervivencia, incrementadas, a su vez por las restricciones que impone la Ley de Extranjería para migrar de forma regular–. Este razonamiento disculpa, mistifica y oculta las estructuras económicas, políticas y legales que avivan la trata.

Una buena cantidad de causas complejas que dan lugar a la trata se suspenden cuando la culpa se coloca principalmente o en exclusiva en el consumidor

A pesar de los esfuerzos discursivos de un sector del abolicionismo, el modelo sueco no lo trajo a España la izquierda. En realidad, la primera interesada en valorar el modelo fue doña Ana Botella con sus planes contra “la esclavitud sexual” en Madrid. Ya entonces se nos vendía la idea de que este modelo, que sostenía que había conseguido reducir la trata hasta volverla irrisoria, era la panacea. En rigor, tal información no procede de investigaciones independientes –que, de hecho, la contradicen–. (Aquí algunas de ellas: este de la GAATWel de la Universidad de Derecho de WashingtonCambridgeeste de especialistas suecas, entre otras muchas).  Pero la idea se extendió a partir del resumen traducido al inglés de un informe triunfalista que difundió el propio gobierno sueco en 2010. Informe, por cierto, criticado de manera sistemática en la academia tanto por su falta de rigor científico y metodología –establecía a priori que los resultados que se publicasen tenían que confirmar la ley, sí o sí– como por la falta de evidencia empírica para sostener sus afirmaciones. El modelo sueco no ha reducido la trata por tres sencillas razones. Primero hay que poner en duda los datos porque no había estadísticas exhaustivas previas a la entrada en vigor de la ley y por tanto no se pueden realizar comparaciones. En segundo lugar, porque, a juzgar por las denuncias, estas no descienden de manera progresiva, sino que fluctúan cada año. Por último, lo que ha conseguido es desplazar la prostitución de su espacio más visible, la calle, para ocultarla en espacios cerrados, donde se trabaja para terceros como casas de masaje tailandesas, según reconoce la propia policía sueca.

Entidades como Amnistía Internacional o Médicos del Mundo Francia, en sus estudios sobre el impacto del modelo nórdico en Noruega y Francia respectivamente, señalan que este vulnera derechos humanos y repercute negativamente en la seguridad, la salud y las condiciones de vida de quienes ejercen la prostitución. Ahora bien, para comprender cuáles serían los efectos de la sanción a la clientela en nuestro contexto no hace falta cruzar la frontera, porque esta penalización al cliente que demanda servicios en el espacio público lleva en vigor en España desde julio de 2015 a través de la Ley Mordaza –e, incluso, antes, a partir de varias ordenanzas municipales–. A cuatro años de su implementación, sabemos que afecta negativamente a las mujeres en ejercicio, incrementando su precariedad y exponiéndolas a un mayor riesgo de sufrir violencia, por la ocultación que implica tener que huir de la policía para evitar que sancionen a sus fuentes de ingresos. El descenso de la clientela para quien ejerce significa, en primer lugar, bajada de los ingresos y desesperación económica. En esta tesitura, o bien deciden bajar las tarifas o bien ocuparse con clientes que en otras circunstancias hubiesen podido rechazar; es decir: les aboca hacia un escenario aun peor.

Aunque el neoabolicionismo no criminalice directamente a quien ejerce la prostitución, sí lo hace con todo el universo que le rodea y, como hasta la fecha desconocemos la existencia de una actividad económica de prestación de servicios que no requiera de clientes, resulta sencillo comprender por qué cualquier medida que criminalice su actividad les afecta necesariamente a ellas. De ahí que la investigación realizada en España por el grupo Antígona de la Universidad Autónoma de Barcelona concluya que el impacto de la sanción a la clientela sobre quienes ejercen la prostitución supera con creces las consecuencias a las que se exponen los clientes. Les afecta tres veces más a ellas que a ellos.

Varias entidades especializadas con décadas de trabajo con personas en situación de trata, como Proyecto Esperanza o Genera, llevan largo tiempo indicando las insuficiencias de nuestras herramientas normativas y de nuestra actuación contra la trata. Hace falta escucharlas; antes de depositar toda nuestra esperanza en un elixir mágico, se trata de aprender de los errores de años de práctica diaria. La crítica más recurrente que realizan es que el modelo español actual tiene dos prioridades: el control migratorio y la persecución penal de los tratantes. En otras palabras, los derechos humanos de las víctimas pasan a un segundo plano. Pensemos que las víctimas son identificadas en los mismos operativos policiales que buscan migrantes en situación administrativa irregular. Reparemos en que el proceso se pone en marcha solo si la persona en situación de trata decide denunciar; esto es, nuestro sistema considera que la protección se merece “a cambio de”. Es decir, solo se garantiza protección si decides formar parte de un intercambio de favores donde el objetivo no es la recuperación de quien ha sido tratada, sino meter en prisión a los tratantes. El dinero público se invierte en campañas contra la prostitución mientras pocas personas en situación de trata consiguen reagrupar a sus familias, muchos permisos de residencia y asilo no llegan a concederse, faltan recursos habitacionales o, como denuncia Women’s Link, muchas mujeres nigerianas en situación de trata sufren la retirada de la custodia de sus hijos de manera automática. Mientras se nos vende el falso porcentaje de que el 80% o el 90% de la prostitución es trata, sin estudio alguno que lo avale, seguimos sin conocer las cifras de mujeres protegidas e indemnizadas en nuestro país. Quizá ahora por fin tengamos un gobierno con altura política para elaborar una ley que prevenga, asista y proteja a todas las personas que están en situación de trata. Una ley que ponga los derechos humanos en el centro en lugar del punitivismo y la ideología. En esto, más que nunca, conviene no hacerse la sueca.

––––––

Paula Sánchez Perera es activista e investigadora. Colaboradora del Colectivo de Prostitutas de Sevilla.

Poco después de conocer el acuerdo de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos, varios medios resaltaron que en él se recogía la lucha contra la trata con fines de explotación sexual, pero no la abolición de la prostitución. Sin embargo, Pedro Sánchez, en su discurso de investidura, remarcaba de nuevo su...

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Paula Sánchez Perera

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13 comentario(s)

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  1. Julia

    Hartita estoy del poco respeto que tienen los grupos abolicionistas por nuestra profesión. Las trabajadoras sexuales estamos en contra del abolicionismo porque deteriora las condiciones de trabajo, empeora el estigma y nos empuja a la clandestinidad. Es fácil de entender. Si permites las panaderías, pero persigues a los clientes y estigmatizas su actividad, provocas: 1) Que los panaderos estén mal vistos por la sociedad. 2) Que los panaderos tengan que esconderse para trabajar. 3) Y consecuencia de los anteriores: pérdida de derechos y empeoramiento de las condiciones de trabajo de los panaderos. Las asociaciones de trabajadoras sexuales españolas (Hetaira, CATS, OTRAS, Genera, Colectivo Caye) y europeas (ICRSE), así como la OMS y Amnistía Internacional, están en contra de la abolición y buscan la despenalización de la prostitución (modelo neozelandés). Basan su opinión en informes sobre el terreno y encuestas a las más afectadas, las trabajadoras sexuales. Y al otro lado está la hipocresía, fanatismo y nula capacidad para empatizar de los grupos abolicionistas, capaces de vender los derechos de todas las trabajadoras sexuales a cambio de votos y subvenciones. Abolicionistas, no sois feministas.

    Hace 4 años 1 mes

  2. Sofía

    Hola, soy Sofía viviendo con mi único hijo y he sido víctima de varias estafas de préstamos en el pasado, la última vendí casi todos mis objetos de valor y perdí mi dinero para estafar solo porque necesitaba un préstamo para los costos médicos de la cirugía de cáncer de mi hija y también para pagar mis deudas, no tenía otro lugar para obtener un préstamo y sufrí mucho hasta que me presentaron a una compañía de préstamos llamada "St. Martin Loan Services", donde finalmente obtuve un monto de préstamo de $ 150,000.00 ayer para la cirugía de mi hija después de contactar a este prestamista hace solo unos días, ahora estoy muy feliz y no puedo guardar esta buena noticia para mí solo, así que quiero aprovechar esta oportunidad para comenzar informando a los solicitantes de préstamos que tengan cuidado de estafadores que dicen ser prestamistas porque pueden hacer todo lo posible para robar su dinero. Si realmente está interesado en obtener un préstamo garantizado y rápido como yo, le insto amablemente a contactar a este prestamista por correo electrónico: (martinloanservices@gmail.com) esta mujer prestamista es muy confiable y confía en mí, obtendrás tu préstamo de ella sin problemas. Gracias martinloanservices@gmail.com Whatsapp +13212413967.

    Hace 4 años 1 mes

  3. Carlos

    Si debemos prohibir cada profesión en que hay explotación, existe trata y mayoría de extranjeros pobres, nos llevaríamos por delante a la agricultura por ejemplo. Pero es que aún pesa mucho el cristianismo y nos parece menos denigrante trabajar 9 horas deslomándose recogiendo fresas que haciendo trabajo sexual, aunque se cobre mucho más por hora. En mi mundo ideal no habría prostitución porque nadie se vería obligado a recurrir igual que nadie se debería ver obligado a trabajar en un matadero de noche. Por cierto, la prostitución masculina también es por el machismo? Los hombres que compran servicios sexual es son personas y no se les puede caricarutizar únicamente como seres explotadores. Seguramente la realidad es más compleja. Mientras haya oferta y demanda habrá mercado. Mientras eliminamos ambas, nos convendría poner algún coto a ello, regularlo, garantizar derechos.

    Hace 4 años 2 meses

  4. Carmesí

    Artículo que apenas respira entre un mar de argumentos, fuentes y estudios que no gustará, porque no les dice lo que quieren oír. Veo mucha descalificación contra la autora, pero ninguna refutación de un solo argumento del texto. Y, desde luego, está claro que en una cosa tiene mucha razón: no les importa la trata, sino la prostitución. De las demás víctimas de otras formas de trata ni una sola letra.

    Hace 4 años 2 meses

  5. Magda

    « El descenso de la clientela para quien ejerce significa, en primer lugar, bajada de los ingresos y desesperación económica». Flipo.  O sea, si tenemos éxito educando a los hombres para que dejen de ser puteros vamos contra los derechos de las mujeres prostituidas. No. Lo que haríamos sería acabar con el negocio de los proxenetas.

    Hace 4 años 2 meses

  6. Antígona

    El sentido común es más necesario que nunca. Cuando falla, se escriben respuestas tan quilométricas como la de "TheBrave". Y sin necesidad de leerse completo el artículo.

    Hace 4 años 2 meses

  7. Fígaro

    Es un poco como la argumentación de quienes defendían el trabajo infantil en Latinoamérica no hace tantos años: mejor no regularlo, porque los pobres niños tienen así la oportunidad de dar de comer a sus familias, ¿qué sería de ellos si se prohibe? Vomitivo. ¿Para cuándo un artículo defendiendo la venta de órganos con los mismos argumentos? Creo que es lo único que queda por mercantilizar.

    Hace 4 años 2 meses

  8. XXX

    Bravo por el comentario de TheBrave.

    Hace 4 años 2 meses

  9. amparo ballesteros gil

    artículo vomitivo por el cinismo que muestra. no persigamos a los puteros que nos quedamos sin clientes. sí, esos puteros que escupen sus suciedades, su violencia y su desprecio. pues dice que hay que protegerlos.

    Hace 4 años 2 meses

  10. TheBrave

    Tiene gracia que la tipa que firma este articulo tenga la poca vergüenza de decir que el abolicionismo es ideológico, como si la postura contraria no lo fuera, como si colaborar con un colectivo de putas, como hace ella, no fuera algo que se hace por un impulso ideológico. Nadie se mete en esos asuntos como quien se apunta a un taller de pilates, esas cosas se hacen por unas tener ideología. De hecho, es tal la falta de argumentación de esta señora que empieza y acaba el artículo con el mismo mantra: las locas feminazis de la ideología de género que no dejan a las mujeres que persiguen a las putas. Es sorprendente lo mucho que se parece a la jerga que usa la extrema derecha, cuando tratan de descalificar a las feministas tachando el feminismo de lavado de cerebro. Esta tipa hace lo mismo: yo defiendo el "sentido común", como dice otro lumbreras por aquí, no como esas locas, que solo se dejan llevar por ideas que nadie comparte porque no son comunes. Pues prefiero moverme por ideas que solamente por intereses económicos y elitistas, como los que tienen estos los reguladores de las violaciones, que solo piensan en quitarse un problema de encima convirtiéndolo en actividad económica para que las putas sean explotadas por todos, estado incluido, mediante el pago de impuestos. Y eso sumado al elitismo de tolerar la prostitución porque sabemos de buena mano que el 95% de quienes la ejercen son MUJERES POBRES Y RACIALIZADAS, PROCEDENTES DE PAISES MUY MISOGINOS Y CARENTES DE RECURSOS Y DERECHOSBASICOS. Y tiene la desvergüenza de decir que es falso que la trata supone el 80 o 90% de la prostitución porque no hay datos que lo avalen, pero para tachar de falso algo también hay que aportar datos que avalen el porcentaje de mujeres que se prostituyen fuera de la trata, cosa que esta tipa no se molesta en hacer por dos razones: conocer los datos aproximados de trata es más fácil al menos basándonos en las redes que se conocen, se investigan, se han desarticulado o el número de delincuentes y delitos que se asocian a estas. Pero saber cuantas mujeres son putas en su casa, en la calle o en un puticlub sin ser victimas de trata es mucho más impreciso, porque la única forma de saberlo es preguntarles, y muchas no responden o niegan ser putas. La trata es un delito y por lo tanto deja huellas, pero no así algo que hace alguien a título privado. Por eso esta tipa no aporta nada sobre cuantas putas voluntarias hay, ni si ese porcentaje es significativo o residual. Y por supuesto tampoco sobre las razones que llevan a esas mujeres a ser putas, porque si se le ocurre entrar en eso se llegará a la PRINCIPAL RAZÓN DEL ABOLICIONISMO: LA PROSTITUCIÓN EXISTE PORQUE HAY MACHISMO Y POBREZA. Curiosamente a la firmante de este articulito se le escapa este detalle, cree erróneamente que las abolicionistas están solo obsesionadas con los puteros y su demanda. No, la principal razón que esgrime el abolicionismo es el de LA DESIGUALDAD ECONÓMICA ENTRE HOMBRES Y MUJERES, ENTRE OCCIDENTALES Y PERSONAS RACIALIZADAS, PUES LA MAYOR PARTE DE POBREZA SE DA EN PAISES NO OCCIDENTALES.CLASISMO, MISOGINIA Y RACISMO, ESE ES EL FOCO DEL ABOLICIONISMO. También está la critica al sistema capitalista y neoliberal que ha convertido todo en materia explotable, incluidos los aspectos más humanos, pero imagino que eso ya es demasiado para alguien que llama "clientes" a hombres que pagan por abusar de mujeres en situación de vulnerabilidad económica, incluso a las que saben que amenazadas por un proxeneta en una red de trata. Llamar cliente a un violador es convertir la violación en un negocio, y darle al agresor el estatus de consumidor, y por lo tanto dotarlo aún de más derechos y privilegios. Es darle más poder del que ya tienen, tienen el dinero y además derechos de consumidor. Decir que la prostitución es mala solo cuando estás metida en una red de trata es como decir que la violencia machista solo lo es cuando te dan una paliza. Hay que ser muy perverso para creer que el abuso solo se da en prostitutas que están en una red de trata, como si no hubiera ya múltiples formas de ser una esclava más allá de la esclavitud oficial. Lo de no llegar a fin de mes, tener que dar de comer a tus hijos, la precariedad laboral y la falta de acceso a la vivienda, o los desahucios lo dejamos de lado porque eso no interesa. Hay gente obtusa que necesita un doctorado para saber que dos más dos son cuatro, pero luego hay gente que con tener ojos en la cara sabe que la mayoría de las putas son extranjeras, pobres y con poco o nula formación y oportunidades. Tampoco hace falta tener un doctorado en mates para ver que durante la crisis han crecido el número de mujeres de países occidentales que se han metido a putas, o el número de chicas estudiantes que se prostituyen al mismo tiempo que han ido subiendo las tasas universitarias. Es una correlación bastante sencilla que algunos amantes del sentido común y la equidistancia no perciben porque viven enfrascados en su pretendida superioridad intelectual. Y el jueguito de palabras de "hacerse la sueca" ya es de traca, cuando a día de hoy no es solo Suecia, si no numerosos países de Europa los que han adoptado esta medida, y los que apostaron por la regulación años atrás están dándose cuanta ahora del fracaso estrepitoso de este modelo, con la alcaldesa de Ámsterdam descubriendo ahora que las putas del barrio rojo son mayormente extranjeras pobres y que la gente las ve como una mera atracción turística, y no como seres humanos. Eso si, ya ha dejado claro que no va a hacer nada para darles un trabajo ni ayuda alguna para que salgan de ahí porque, cito textualmente, "esa una actividad que da mucho dinero". Y todos sabemos que la ideología de género es una cosa muy irracional y absurda, pero no así la ideología del dinero, que es hiperracional porque es un sector muy masculinizado, y todo lo que es "de hombres" es de sentido común, que para eso ellos siempre han tendido el patrimonio de todo lo común.

    Hace 4 años 2 meses

  11. TheBrave

    Tiene gracia que la tipa que firma este articulo tenga la poca vergüenza de decir que el abolicionismo es ideológico, como si la postura contraria no lo fuera, como si colaborar con un colectivo de putas, como hace ella, no fuera algo que se hace por un impulso ideológico. Nadie se mete en esos asuntos como quien se apunta a un taller de pilates, esas cosas se hacen por unas tener ideología. De hecho, es tal la falta de argumentación de esta señora que empieza y acaba el artículo con el mismo mantra: las locas feminazis de la ideología de género que no dejan a las mujeres que persiguen a las putas. Es sorprendente lo mucho que se parece a la jerga que usa la extrema derecha, cuando tratan de descalificar a las feministas tachando el feminismo de lavado de cerebro. Esta tipa hace lo mismo: yo defiendo el "sentido común", como dice otro lumbreras por aquí, no como esas locas, que solo se dejan llevar por ideas que nadie comparte porque no son comunes. Pues prefiero moverme por ideas que solamente por intereses económicos y elitistas, como los que tienen estos los reguladores de las violaciones, que solo piensan en quitarse un problema de encima convirtiéndolo en actividad económica para que las putas sean explotadas por todos, estado incluido, mediante el pago de impuestos. Y eso sumado al elitismo de tolerar la prostitución porque sabemos de buena mano que el 95% de quienes la ejercen son MUJERES POBRES Y RACIALIZADAS, PROCEDENTES DE PAISES MUY MISOGINOS Y CARENTES DE RECURSOS Y DERECHOSBASICOS. Y tiene la desvergüenza de decir que es falso que la trata supone el 80 o 90% de la prostitución porque no hay datos que lo avalen, pero para tachar de falso algo también hay que aportar datos que avalen el porcentaje de mujeres que se prostituyen fuera de la trata, cosa que esta tipa no se molesta en hacer por dos razones: conocer los datos aproximados de trata es más fácil al menos basándonos en las redes que se conocen, se investigan, se han desarticulado o el número de delincuentes y delitos que se asocian a estas. Pero saber cuantas mujeres son putas en su casa, en la calle o en un puticlub sin ser victimas de trata es mucho más impreciso, porque la única forma de saberlo es preguntarles, y muchas no responden o niegan ser putas. La trata es un delito y por lo tanto deja huellas, pero no así algo que hace alguien a título privado. Por eso esta tipa no aporta nada sobre cuantas putas voluntarias hay, ni si ese porcentaje es significativo o residual. Y por supuesto tampoco sobre las razones que llevan a esas mujeres a ser putas, porque si se le ocurre entrar en eso se llegará a la PRINCIPAL RAZÓN DEL ABOLICIONISMO: LA PROSTITUCIÓN EXISTE PORQUE HAY MACHISMO Y POBREZA. Curiosamente a la firmante de este articulito se le escapa este detalle, cree erróneamente que las abolicionistas están solo obsesionadas con los puteros y su demanda. No, la principal razón que esgrime el abolicionismo es el de LA DESIGUALDAD ECONÓMICA ENTRE HOMBRES Y MUJERES, ENTRE OCCIDENTALES Y PERSONAS RACIALIZADAS, PUES LA MAYOR PARTE DE POBREZA SE DA EN PAISES NO OCCIDENTALES.CLASISMO, MISOGINIA Y RACISMO, ESE ES EL FOCO DEL ABOLICIONISMO. También está la critica al sistema capitalista y neoliberal que ha convertido todo en materia explotable, incluidos los aspectos más humanos, pero imagino que eso ya es demasiado para alguien que llama "clientes" a hombres que pagan por abusar de mujeres en situación de vulnerabilidad económica, incluso a las que saben que amenazadas por un proxeneta en una red de trata. Llamar cliente a un violador es convertir la violación en un negocio, y darle al agresor el estatus de consumidor, y por lo tanto dotarlo aún de más derechos y privilegios. Es darle más poder del que ya tienen, tienen el dinero y además derechos de consumidor. Decir que la prostitución es mala solo cuando estás metida en una red de trata es como decir que la violencia machista solo lo es cuando te dan una paliza. Hay que ser muy perverso para creer que el abuso solo se da en prostitutas que están en una red de trata, como si no hubiera ya múltiples formas de ser una esclava más allá de la esclavitud oficial. Lo de no llegar a fin de mes, tener que dar de comer a tus hijos, la precariedad laboral y la falta de acceso a la vivienda, o los desahucios lo dejamos de lado porque eso no interesa. Hay gente obtusa que necesita un doctorado para saber que dos más dos son cuatro, pero luego hay gente que con tener ojos en la cara sabe que la mayoría de las putas son extranjeras, pobres y con poco o nula formación y oportunidades. Tampoco hace falta tener un doctorado en mates para ver que durante la crisis han crecido el número de mujeres de países occidentales que se han metido a putas, o el número de chicas estudiantes que se prostituyen al mismo tiempo que han ido subiendo las tasas universitarias. Es una correlación bastante sencilla que algunos amantes del sentido común y la equidistancia no perciben porque viven enfrascados en su pretendida superioridad intelectual. Y el jueguito de palabras de "hacerse la sueca" ya es de traca, cuando a día de hoy no es solo Suecia, si no numerosos países de Europa los que han adoptado esta medida, y los que apostaron por la regulación años atrás están dándose cuanta ahora del fracaso estrepitoso de este modelo, con la alcaldesa de Ámsterdam descubriendo ahora que las putas del barrio rojo son mayormente extranjeras pobres y que la gente las ve como una mera atracción turística, y no como seres humanos. Eso si, ya ha dejado claro que no va a hacer nada para darles un trabajo ni ayuda alguna para que salgan de ahí porque, cito textualmente, "esa una actividad que da mucho dinero". Y todos sabemos que la ideología de género es una cosa muy irracional y absurda, pero no así la ideología del dinero, que es hiperracional porque es un sector muy masculinizado, y todo lo que es "de hombres" es de sentido común, que para eso ellos siempre han tendido el patrimonio de todo lo común.

    Hace 4 años 2 meses

  12. J M D

    Excelente, efectivamente. No hay fórmula mágica. Sólo cabe poner todos los medios para asistir y proteger a las víctimas que no son otras que las prostitutas, y que, sabiéndolo ellas, no tengan miedo a acudir a las instituciones pertinentes. La abolición es una entelequia. La esclavitud está abolida dese hace 200 años y, sin embargo, está volviendo en muchas legislaciones laborales.

    Hace 4 años 2 meses

  13. Roberto

    Excelente artículo. No porque contenga ideas innovadoras, si no porque pone el sentido común en el centro del debate, que ahora hace bastante más falta que la innovación.

    Hace 4 años 2 meses

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