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Olga Cantó / Profesora de Economía de la Universidad de Alcalá

“Cualquier estudiante de economía sabe que estamos en el ciclo para subir impuestos”

Gorka Castillo Madrid , 12/11/2019

<p>Olga Cantó, durante la entrevista.</p>

Olga Cantó, durante la entrevista.

Manolo Finish

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Profesora de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Alcalá, Olga Cantó (Madrid, 1970) ha dedicado gran parte de su carrera profesional a analizar las claves del bienestar económico familiar en los países ricos. Apasionada de su trabajo, insiste una y otra vez en la necesidad de acabar con la segregación educativa como punto de partida para reducir la enorme desigualdad que existe en España. “La educación y la sanidad son dos bienes preferentes que deben estar siempre en manos del sector público para no someterlos a las reglas del mercado porque de ellos depende el desarrollo de una sociedad. Se pueden privatizar, claro, pero a costa de unos efectos perversos”, dice rotunda. Doctora en economía por el Instituto Universitario Europeo (IUE) de Florencia, ha sido profesora titular de Economía Pública en la Universidad de Vigo y fue jefa de estudios de investigación en el Instituto de Estudios Fiscales, organismo dependiente del Ministerio de Hacienda. El próximo 14 y 15 de noviembre participará como ponente en el III Congreso “Repensar la Economía con los trabajadores y trabajadoras, organizado por la Fundación 1º de Mayo y CC.OO. Ella abordará el Estado del bienestar y la reducción de las desigualdades sociales. 

Bruselas suele reprender a España por su elevada tasa de desigualdad, una de las más altas de Europa desde hace décadas. ¿Cuál es el motivo?

Desde 2014 se han reducido los niveles de desigualdad y también de pobreza en España, que habían llegado a cotas nunca vistas en las últimas cuatro décadas. Sin embargo, la reducción está siendo muy lenta y no se corresponde con el aumento del empleo. He ahí otro de los problemas que hemos detectado: El trabajo que se está creando no reporta suficientes ingresos a las familias para volver a la situación que tenían antes de la crisis. Eso es preocupante porque el ciclo económico positivo, en el que todavía nos encontramos hoy, es probable que finalice en una fecha no muy lejana. 

Y, ¿qué puede ocurrir?

Pues depende de la dimensión del nuevo ciclo. Hay quien dice que la bajada no será tan acusada como la que produjo la crisis en 2008 pero, teniendo en cuenta la posición en la que nos encontramos en la actualidad, más endeudados y con una tasa de desempleo relativamente alta, una recesión económica no demasiado grande nos puede ocasionar muchos problemas.

¿Por qué la desigualdad se reduce con tanta lentitud en España?

Por la baja calidad del empleo que se está creando y por la persistente insuficiencia económica de las políticas públicas que deberían cubrir las necesidades básicas de los más necesitados. A pesar de la reducción en más de 10 puntos de la tasa de desempleo, muchos trabajos son por número de horas tan limitado que impide que las familias que se encuentran en la parte más baja de la distribución incrementen sus ingresos. La consecuencia es que el crecimiento de rentas registrado los últimos años no logra reducir la desigualdad a los niveles que teníamos antes de la crisis. Básicamente, esa es la causa porque la cobertura de las políticas públicas de transferencias no ha cambiado mucho desde 2014. Es cierto que España tiene varios puntos PIB menos de presión fiscal que la media de los países de la eurozona, lo que implica una menor recaudación que no deja mucho margen para cambios importantes en esas políticas de transferencias. Eso es un lastre para que las políticas públicas lleguen donde deberían llegar. 

el final de la crisis nos trajo mucho trabajo a tiempo parcial indeseado, que es lo que hace que los ingresos de muchas familias sean tan bajos

¿Qué importancia ha tenido la reforma laboral en la disfuncionalidad del mercado de trabajo?

No es fácil de saber porque siempre hemos tenido tasas de temporalidad altísimas. Lo que sí advertimos ahora es que las diferencias más importantes se producen entre la población que sólo consigue trabajar a tiempo parcial, pocas horas, y la que tiene un empleo a tiempo completo. Ahí se aprecia que el final de la crisis nos trajo mucho trabajo a tiempo parcial indeseado, que es lo que hace que los ingresos de muchas familias sean tan bajos. 

Es decir, la calidad del empleo en España es mala.

Tanto durante el ciclo económico expansivo como en el recesivo, España siempre ha presentado niveles altos de pobreza laboral e inestabilidad del empleo muy por encima del promedio europeo. Esta situación está ligada a dos factores clave: el subempleo por insuficiencia de horas de trabajo y el desempleo que se concentran en determinados hogares. Los salarios por hora de los empleados en España, en cambio, están en la media de los países de la UE pero es importante señalar que durante la fase expansiva, en 2005, cuando el 92% de los ciudadanos activos estaban empleados, el salario por hora mediano era más bajo de lo que fue en la recesión. Este dato indica que los períodos de bonanza arrastran positivamente en términos de ocupación a colectivos con salarios bajos, que en otro entorno económico estarían desempleados. Además, también hemos detectado en nuestros estudios que uno de los cambios distributivos más importantes afectó a un grupo de población que antes de la crisis de 2008 era de clase media-baja y hoy es clase baja. 

¿Quiénes son los causantes de este deterioro? 

Como decía, uno es el mercado de trabajo, que es el que provee aproximadamente tres cuartas partes de los ingresos de las familias. Y luego está el sistema de protección social que tenemos. Es débil. Funciona bien para las crisis cortas, pero cuando se alargan no es capaz de cubrir bien la falta de ingresos de muchos hogares modestos. Cuando las prestaciones contributivas por desempleo se agotan son casi inexistentes. No tenemos unas rentas mínimas de inserción con capacidad suficiente para mantener a una familia o para que un receptor tenga la posibilidad de reciclarse en otro sector que genere rentas.

España es ¿el cuarto o el quinto país más desigual de Europa?

En renta disponible, el cuarto más desigual. Son datos de 2016 de la OCDE, aunque en los tres últimos años ha habido una ligera reducción.

El último informe FOESSA revela que en la Comunidad de Madrid el 10% de su población más rica acumula el 24% de la riqueza mientras que el 10% más pobre solo tiene el 1,9%. ¿Qué lectura hace de este estudio?

Desde el punto de vista de la cohesión social este dato es nefasto. Sólo tenemos que ver lo que está pasando en Chile donde una reforma mínima del precio del transporte ha colmado el vaso de una sociedad que lleva muchos años con índices de desigualdad muy altos. Si comparamos Madrid con otras regiones ricas del país vemos enseguida que otros territorios, como el País Vasco o Navarra, hacen políticas mucho más inclusivas. Mientras que en Euskadi o la Comunidad foral se aplican unas políticas de inserción que está en los estándares europeos, en el resto de autonomías se administran unas rentas mínimas muy limitadas en cuanto a cuantía, financiación y cobertura poblacional. Y dentro de este grupo, Madrid es de las peores. ¿Esto qué significa? Pues que en las preferencias de los gobiernos madrileños desde 1992 nunca ha estado tener un sistema de prestaciones asistenciales que cubra los huecos que deja el mercado de trabajo en personas con serios problemas económicos. 

Sin embargo, su economía es la que más crecerá este año en España, un 2,6% frente al 1,9% del resto del Estado. ¿Dónde está la contradicción?

Madrid tiene una política impositiva basada en la reducción permanente de los tipos marginales de la parte autonómica del impuesto sobre la renta y de restringe o elimina los impuestos relacionados con el patrimonio y las sucesiones. Es verdad que las zonas urbanas suelen tener unos índices de desigualdad más altos porque la proporción de rentas del trabajo y del capital es más alta, pero eso es compatible también con una red de protección social más tupida que proteja a su población en los momentos difíciles. Sin embargo, eso no sucede. Además, la Comunidad de Madrid presenta algunos signos de alarma en cuanto a las diferencias de formación en la infancia y la juventud que está provocando una segregación educativa por origen social cada vez mayor. Esto puede ser motivo de un incremento de la transmisión intergeneracional de la pobreza que, a medio y largo plazo, debilitará todavía más la cohesión social.

a los jóvenes ya no se les brindan las mismas oportunidades de ascender en la escala social que hubo en los años 70, 80 e incluso 90

Dice que las dificultades para reducir la desigualdad social empiezan en el sistema educativo. ¿Por qué?

Porque estamos viendo que la segregación escolar por el nivel socioeconómico de las familias en España es alta y está aumentando. Y Madrid es uno de los territorios en los que esta segregación es más alta, por delante de Catalunya, Castilla-La Mancha, Asturias, País Vasco y Navarra. Cuando hablamos de reducir la desigualdad siempre nos fijamos en los impuestos y las prestaciones, por supuesto que sí, pero nos olvidamos de que es crucial atacarla en su origen, incluso antes de la intervención del Estado, en la escuela. Si no logramos mejorar en esa fase del desarrollo infantil y juvenil va a ser muy difícil avanzar en la reducción de las desigualdades. Por lo tanto, es clave que el origen social de los padres no determine el de los hijos. Este es un problema muy importante. Sabemos que los ingresos de una persona en el mercado de trabajo están relacionados con su formación, pero también que están lastrados por su origen socioeconómico. Hoy en día, el ascensor social que funcionó tan bien cuando el nivel educativo era más bajo en España, se está ralentizando. Los niveles de persistencia intergeneracional son altos en España en comparación con el resto de los países europeos y se observa un cierto empeoramiento de este indicador en las franjas de personas más jóvenes, entre 25 y 34 años. En España, una de cada dos personas entre 25 y 64 años con padres de nivel educativo bajo no consigue alcanzar un nivel educativo mayor que el de sus progenitores, mientras que el promedio de la UE es una de cada tres personas. En resumen: a los jóvenes que tienen 16 años y no han conocido otra cosa que la precariedad ya no se les brindan las mismas oportunidades de ascender en la escala social que hubo en los años 70, 80 e incluso 90. 

Entonces, ¿la privatización educativa incrementa la segregación?

Sí, si media un precio para conseguir una buena calidad educativa. ¿Por qué cree que los colegios privados de Madrid no se sitúan en zonas rurales? Porque ahí no tienen negocio. Desde el punto de vista del Estado, esa política es desastrosa porque antepone el interés individual al interés social.

Pero las familias gozan de libertad para escolarizar a sus hijas en el centro que consideren más adecuado a sus capacidades, ¿qué hay de malo en ello?

Eso está muy bien siempre y cuando el Estado ofrezca un servicio educativo público de suficiente calidad para que las familias no tengan que acudir a centros de gestión privada porque no les queda otra opción. Le doy un dato: ¿Sabe cuándo se creó el modelo concertado en España? Cuando no había suficiente oferta pública, algo que ya no sucede. Por lo tanto, una de las obligaciones de las políticas públicas hoy en día debería ser expandir el sistema educativo público hacia esa parte que financiamos pero no gestionamos, la enseñanza concertada, y hacerlo de una forma que dificulte al máximo la imposición de límites al acceso de chicos y chicas de familias desfavorecidas. 

Los argumentos utilizados por los defensores del modelo concertado o privado son la calidad educativa y el control del gasto. ¿Comparte esta visión?

En absoluto. Es que afirmar eso no tiene ningún sentido. Mira, hay bienes que tienen unas características especiales, que en economía conocemos como “bienes preferentes”, que deben ser administrados esencialmente por el sector público porque su gestión privada implica fallos de mercado. Y los dos bienes más importantes son la educación y la sanidad. Hay varias razones para ello. La primera es que su función tiene compensaciones positivas para toda la sociedad –todos nos beneficiamos de que la población consuma sanidad y educación porque eso hace mejor nuestra vida–. La segunda razón es que son mercados con mucha información asimétrica, es decir, donde buena parte de la sociedad desconoce en gran medida la calidad del servicio que utiliza en la búsqueda de su bienestar social. La consecuencia de esto es que la oferta y la demanda de estos bienes preferentes se reduce si lo rige el libre mercado. Se pueden privatizar, claro que sí, pero a costa de unos efectos perversos. Creo que nadie puede dudar de esto. Los países que lo han hecho no pagan un coste menor por el servicio. No ahorran. Al contrario.

Pero invirtiendo en políticas públicas, ¿no se incrementa el déficit? 

No, si esas políticas están dirigidas a mejorar las capacidades de generar ingresos de la población a medio y largo plazo. Recordemos que el déficit es gastar más de lo que se ingresa, lo que depende no sólo de lo que se invierta sino de cómo nos las arreglamos para seguir generando ingresos. Una población poco sana y poco educada no generará ingresos en el futuro, por lo tanto, estamos obligados a combinar nuestros niveles de gasto e inversión pública con la mejora de nuestras capacidades de ingresos para no endeudarnos en exceso.

Pues el PP y Ciudadanos prefieren reducir el gasto en educación y sanidad porque aseguran que da beneficios.

El gasto público revierte muchísimos beneficios a largo plazo. La prueba la puede encontrar en la inversión educativa que se hizo en España durante los años 70 y 80. Aquel gasto se ha recuperado con creces. Creo que todos sabemos cuál es la política de aquellos que defienden y difunden la teoría inversa. Su objetivo es trasladar esos beneficios al sector privado. No digo que haya que obstaculizar la educación privada pero lo que no puede ser es que existan colegios públicos que son guetos en comunidades ricas como Madrid. ¿Qué sólo ocurre en determinados barrios y localidades? De acuerdo, pero la administración tiene que trabajar para que sean los mínimos posibles. No es lo mismo que ese déficit de calidad afecte al 40% de los centros que al 20%. Le pondré un ejemplo, ¿qué hacen las familias con hijos menores cuando trabajan los dos cónyuges si el sector público no ofrece comedores? Pues llevarlos a colegios concertados. Es que la decisión ante esta tesitura es muy sencilla. ¿Qué sucedería si se modificara el sistema de acceso a los colegios para reducir la capacidad de elección de alumnos de los centros? Pues que la segregación se reduciría. 

¿Puede revertirse el problema?

Por supuesto. Hay ejemplos de cambios de sistemas de acceso en Europa para reducir la segregación escolar por nivel socioeconómico que estaba aumentando. Las políticas públicas cambian las cosas. Y pueden hacerlo hacia un lado o hacia otro.

En el tema fiscal, ¿por qué los impuestos generan tanta controversia en España? 

En la hacienda pública de toda la vida, la población tiene que tributar en la medida de sus capacidades económicas. Pero, ¿cómo medimos esa capacidad? Con la renta, con el consumo y con la riqueza. Y sobre estas tres variables basamos nuestro sistema fiscal. Hay gente que ingresa fundamentalmente rentas del trabajo, pero luego tiene dos pisos y eso es riqueza porque también puede generar rentas. Incluso si esa riqueza no genera rentas es un stock de riqueza que le puede servir para cubrir necesidades en periodos problemáticos. Lo que ha sucedido en los últimos años es que la recaudación de impuestos sobre patrimonio y sucesiones se ha ido reduciendo en muchos territorios y ahora tenemos unos agujeros enormes en la tributación. Es verdad que las grandes figuras impositivas no son el patrimonio ni las sucesiones, pero actúan como controladores del resto del sistema fiscal. De hecho, hay algunos trabajos recientes que demuestran que los cambios que se han realizado en impuestos de sucesiones, como por ejemplo en Catalunya, han estimulado la infradeclaración de rentas en el IRPF. En Madrid, el tipo del impuesto de patrimonio está bonificado al 100% y el de sucesiones es mínimo. Cualquier liberal que premia el esfuerzo individual desearía tener un impuesto de sucesiones que tuviese en cuenta el distinto origen social. Repito: No olvidemos la predistribución. Siempre hablamos de redistribuir después de que actúe el mercado, pero es importante saber que tendremos que redistribuir mucho más si las diferencias previas son muy grandes.

El problema de España es que los políticos suben o bajan impuestos en el momento que no tienen que hacerlo

La derecha defiende que bajar los impuestos es necesario en España.

El problema de España es que los políticos suben o bajan impuestos en el momento que no tienen que hacerlo. Los bajaron durante la fase de crecimiento y los subieron durante la recesión. Cualquier estudiante de macroeconomía básica sabe que la oportunidad para subir impuestos se presenta en los ciclos altos como el de ahora y la de bajarlos en el ciclo bajo, para estabilizar la economía. Los políticos, con una obsesión por tener réditos electorales, consideran que lo mejor es hacer lo contrario: cuando el ciclo está alto consideran que tenemos suficientes ingresos para cubrir los servicios y entonces los reducen que ya vendrá otro que los tenga que subir. Es un razonamiento político interesado y no considera lo que es básico en economía, que los ciclos hay que moderarlos para que la población no experimente una indeseable inestabilidad en sus ingresos.

¿Y en qué ciclo se encuentra España en estos momentos?

Alto, sobre el 2% de crecimiento y con unos servicios públicos mucho mejores de lo que nos permite nuestro tipo medio efectivo aunque eso también se agota. El envejecimiento de la población va a generar unos gastos enormes y si no tenemos fuentes de ingresos, ¿qué vamos a hacer? Los que no tendrán problemas serán los que posean recursos, pero ¿qué hacemos con la población más vulnerable? ¿Los abandonamos? En este sentido, te diré que leí las medidas impositivas que Unidas Podemos presentó al PSOE y me sorprendió que los cambios impositivos y de transferencias fueran tan moderados. 

En su opinión, ¿qué medidas fiscales habría que modificar?

Desde mi punto de vista, subir el tipo medio efectivo del impuesto de la renta y reactivar los impuestos sobre el patrimonio y sucesiones que funcionaron sin ningún problema con la llegada de la democracia y que con el incremento del número de ricos me parecen enormemente justos. Se podrían hacer más cosas. En Dinamarca, por ejemplo, utilizan un impuesto regresivo como el IVA pero que si seleccionas determinados bienes puedes tocar a la parte más alta de la distribución, es decir, a los más ricos. Tampoco lo descartaría.

¿Quién es Olga Cantó?

Soy una economista apasionada del análisis distributivo y con la firme voluntad de divulgar que la economía sirve para mejorar la vida de las personas. Madre de dos hijas e hija de dos inmigrantes que vinieron a Madrid a trabajar, como tantos otros, un alicantino y una malagueña.

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