El M5S utilizó la agenda antivacunas para auparse al poder
Es preocupante que la postura antivacunas, que comparte solo uno de cada cinco italianos, determine la legislación y, en última instancia, ponga vidas en peligro
Jamie Mackay (Political critique) 15/05/2019
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Sin lugar a dudas, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) italiano es una de las fuerzas políticas más extrañas y peor conocidas de Europa. Este partido anticorrupción, fundado en octubre de 2009, hace menos de una década, y que promete estar “más allá de izquierdas y derechas”, ha pasado de ser un pequeño movimiento social a convertirse en la fuerza más numerosa en un gobierno de coalición. Sencillamente no existe nada que se le parezca como modelo de expansión. Sin embargo, el significado de esta “anomalía italiana”, sigue sin estar claro para muchas personas que se encuentran fuera de las fronteras del país. Con frecuencia, se presenta a los participantes en el M5S como reformistas radicales, los herederos naturales del movimiento de “democracia directa” que surgió de los indignados. Por otra parte, entre sus admiradores se encuentra el magnate mediático de extrema derecha, Steve Bannon, que les ha calificado como la vanguardia de una “nueva tendencia soberanista” en Europa. La realidad es una mezcla de las dos cosas. Aunque afirman hablar en nombre del consabido 99%, y proporcionar una plataforma para que los ciudadanos “independientes” se presenten como candidatos, el M5S está y siempre estuvo controlado por una opaca interfaz corporativo-digital, que posee un claro interés en el auge de un nuevo populismo de derechas y que no ha dudado en utilizar noticias falsas como estrategia para obtener el poder.
Durante muchos años, los líderes del M5S se han afanado en superar a todos los partidos del espectro político existente centrándose en los aspectos que estos últimos no han sabido confrontar de manera adecuada, en opinión del electorado. Desde cuestiones medioambientales hasta derechos digitales, pasando por el bienestar social, el partido ha sabido presentarse de manera exitosa como algo nuevo y revolucionario, capaz de cumplir en los asuntos en los cuales fracasaron los expertos y los tecnócratas en el pasado. De todas las armas de propaganda que ha empleado este movimiento como parte de su campaña general para socavar la “vieja élite”, el discurso antivacunas ha demostrado ser el que más éxito ha tenido. Este asunto, tan íntimo, personal y plagado de ansiedades, ha demostrado ser el vehículo perfecto para configurar una nueva base alejada de las viejas divisiones políticas. Entre las bases y la jerarquía ministerial, hay miembros del movimiento que llevan explotando desde hace años un miedo no partisano, y que comparten publicaciones pseudocientíficas sin verificar para poder presentar a su propio partido como una fuerza iluminada, que actúa realmente en beneficio de las personas y en contra de la turbia agenda de las grandes farmacéuticas. No obstante, hoy en día, a medida que se manifiesta con mayor claridad la magnitud de la red de desinformación que inundó la campaña electoral, en un contexto de repunte de los casos de sarampión y con la amenaza de una emergencia médica al acecho, la ética de un comportamiento de ese tipo se está poniendo cada vez más en entredicho. El M5S solo es una parte de toda esta historia, pero el papel que ha desempeñado a la hora de perpetuar el giro peligroso y anticientífico que ha dado la sociedad italiana ha sido algo más que indirecto, como pasaré a demostrar.
De todas las armas de propaganda que ha empleado el M5S para socavar la “vieja élite”, el discurso antivacunas ha demostrado ser el más exitoso
El arte de la teoría conspirativa
A efectos del populismo político moderno, los orígenes de la mayor parte de la propaganda antivacunación se pueden hallar en un estudio realizado por el cirujano gastroenterológico británico llamado Andrew Wakefield. En 1998, Wakefield publicó un informe en la respetada revista científica The Lancet que proponía la existencia de un vínculo demostrable entre la vacuna MMR (triple vírica o contra el sarampión, las paperas y la rubéola) y el autismo. El consenso científico (no una ideología, sino hechos demostrados con experimentos y estudios) ya había demostrado que las vacunas eran mucho más seguras que exponerse a las respectivas enfermedades y que, además, conllevaban un riesgo mínimo. Sin embargo, el estudio de Wakefield se opuso a esta realidad y sostuvo que existía una relación causal directa con el trastorno del desarrollo neuronal. Tanto en la metodología que utilizó, como en la financiación del proyecto existían graves deficiencias. Por ejemplo, su muestra estaba formada por solo 12 individuos seleccionados personalmente por él e incluía informes cualitativos hipotéticos basados en entrevistas con los padres de los niños. Para mayor gravedad, más tarde se reveló que entre los patrocinadores del estudio de Wakefield se encontraba un abogado que trabaja en un caso contra los fabricantes de la vacuna y que le había pagado a él directamente. Y peor todavía, más tarde se demostró que el propio Wakefield estaba trabajando en un prototipo de vacuna alternativa para el sarampión, y esta revelación, sumada a las otras dos cuestiones, terminó en última instancia por desacreditar su artículo.
Pasaron 12 años desde que se publicó el estudio de Wakefield antes de que Lancet se distanciara de sus conclusiones. No obstante, el daño ya estaba hecho. Durante el tiempo que llevó investigar de nuevo las afirmaciones que había realizado, la tesis se propagó por todo el mundo. Grupos políticos de todo tipo, tanto nacionalistas de derechas como grupos de nueva era sin afiliación alguna, se aferraron a él. Entre ellos se encontraba Beppe Grillo, el cómico de televisión, y Gianroberto Casaleggio, un excéntrico emprendedor tecnológico, quienes fundarían poco tiempo después el Movimiento Cinco Estrellas. Ya en 1998, Grillo hacía chistes sobre las vacunas. Por ejemplo, en su rutina cómica Apocalisse morbida (Apocalipsis suave) se muestra efusivo en torno a la postura de la no vacunación: “Nos dijeron que la difteria estaba desapareciendo gracias a las vacunas, pero en realidad estaba desapareciendo por sus putos motivos propios. En tiempos medievales era Dios el que nos hacía enfermar, no las multinacionales”, y apunta hacia varios gráficos desenfocados y descontextualizados que pretenden probar que existe un vínculo entre la inoculación y diversas afecciones. Casaleggio, un hombre que prefería permanecer en la sombra, se limitó a realizar declaraciones ambiguas sobre la industria farmacéutica. Sin embargo, el potencial memético del sentimiento antivacunación, y su potencial político, ya habían quedado demostrados antes incluso de que se fundara el movimiento. Formaba parte de su ADN mismo.
En los comienzos del M5S, antes de que se registrara oficialmente como partido, el blog de Beppe Grillo hacía las veces de principal nodo mediático y organizativo del movimiento. Esta no era, debe hacerse hincapié, una plataforma independiente, sino que era propiedad y estaba gestionada directamente por la asociación de Casaleggio. Una sección del blog de Grillo con la etiqueta de “salud” contenía cuantiosas referencias explícitas a las vacunas. Por ejemplo, un artículo publicado el 8 de abril de 2007 y titulado “La epidemia del autismo”, comienza afirmando que uno de cada 150 niños padecen actualmente de autismo, mientras que hace 20 años, la proporción era de uno cada 2.000. Grillo añadió un cero “por accidente”, y después pasó, sin cualificación alguna, a declarar que algunos “científicos” sin especificar atribuyen este problema a la polución, a la dieta, a las medicinas y a las vacunas. Como sucede en el artículo de Wakefield, no aparece ninguna prueba causal, sino solo una incierta correlación.
Mientras tanto, Casaleggio, que se mostraba más abstruso en cuanto a su temperamento y método, se dedicó a construir un oscuro metadiscurso que apoyara precisamente este tipo de afirmaciones. En 2008, su asociación publicó un vídeo que presentaba la historia de la civilización como una especie de conspiración biopolítica. Savonarola, el monje dominicano famoso por su severidad, aparecía presentado como el inventor de una especie de protoemail, mientras que Mussolini y los nazis aparecían como genios tecnológicos que, a pesar de todos los males que causaron, proyectaron la humanidad hacia adelante en cuanto a su destino teleológico. Todo esto, por supuesto, viene acompañado de las habituales afirmaciones sobre órdenes masónicas, religiosas y financieras que controlan el mundo. Aunque no figura ninguna referencia explícita hacia las vacunas per se, el vídeo habla sobre el control de la población y la gestión de cuerpos en general como parte del camino hacia una sociedad supuestamente utópica que al parecer llegará el 14 de agosto de 2054, bajo el nombre de Gaia.
la finalidad era promover la narrativa de un orden mundial distante formado por masones, banqueros, socialistas, capitalistas, todos juntos, que les situara como amenaza
Según una pequeña aclaración que aparece debajo del vídeo, “estas opiniones no reflejan ni las políticas de M5S ni las de Casaleggio”. Sin embargo, si le añadimos a esto las actividades del blog de Grillo por aquel entonces, se revela la existencia de una clara agenda en marcha: desestabilizar la verdad y confianza en expertos de todo tipo. En 2010, vemos un ejemplo más nítido, y más popular, de esta tendencia en el artículo del blog que publicó con el título de “Las vacunas pueden matar”. En el artículo se narra sin reservas la historia de una familia cuyo hijo de corta edad había quedado discapacitado “como resultado de” la vacuna de la polio. En esta ocasión, Grillo vinculó de forma explícita la tragedia con la propaganda de Casaleggio. Este niño había muerto, afirmó, “porque la asistencia sanitaria responde a demasiados intereses económicos, que nada tienen que ver con la salud de los ciudadanos”. No figura ninguna afirmación científica concreta por ninguna parte. De nuevo, la finalidad era claramente política: promover la narrativa de un orden mundial distante formado por masones, banqueros, socialistas, capitalistas, todos juntos, que les situara como amenaza. El movimiento, continuaba lógicamente el artículo, se presentaba como la solución.
Este tipo de razonamiento existe en todos los países y se engloba dentro de una amplia gama de comunidades de internet. No obstante, en el caso de Italia, uno de los factores distintivos fue que por aquel entonces, el blog de Grillo ya no era una fuente de información marginal, sino que había alcanzado una audiencia superior a un millón de personas; y, por tanto, era comparable a uno de los principales periódicos. Aunque la mayor parte del blog estaba dedicada a hacer chistes sobre políticos corruptos y presentar utópicas fantasías ciberpunkis, ejercía una considerable influencia sobre cómo encuadrar, o en este caso menospreciar, el conocimiento científico y cómo transmitírselo al público. Al mismo tiempo, no hay que olvidar que el blog de Grillo era una iniciativa con ánimo de lucro. Las historias polémicas, como las que giraban en torno al supuesto peligro de las vacunas, atraían lógicamente más tráfico e ingresos, así como publicidad para el nuevo partido. En otras palabras, Grillo se convirtió en una especie de megáfono que financiaba tanto el movimiento como la asociación.
Una red de desinformación
La magnitud de la propaganda en internet no se detuvo ahí. En 2013, cuando el M5S se erigió contra todo pronóstico como el partido político unitario más grande de Italia, cambió su principal cultura organizativa. Surgieron nuevas figuras dentro del partido y escalaron filas desde las bases para hacerse con el poder de decisión. El énfasis parecía alejarse de esas lógicas conspirativas y acercarse hacia una planificación más a largo plazo y más pragmática. El M5S, estaba claro, necesitaba presentarse como una fuerza capaz de gobernar, potencialmente en un futuro cercano. Al mismo tiempo, y siguiendo una tendencia contradictoria, en esta época se produjo un solapamiento entre el movimiento y los activistas antivacunas, que en el pasado podían diferenciarse con mayor facilidad. El principal lugar donde tuvo lugar esta mezcla fue en un cierto número de revistas aparentemente independientes que se destacaban por su postura claramente antivacunas y que servían para promocionar al M5S.
Una de las fuentes de desinformación más importantes de Italia, relativa a los problemas de salud, ha sido La Fucina, un nodo de ciberanzuelos que, en unos pocos años, consiguió tener una audiencia superior al millón de seguidores. Desde el principio, los editores de este espacio se especializaron en historias de pseudociencia, en las cuales la fuente principal de información era un tal profesor Giuseppe Di Bella. Este profesional médico desacreditado es famoso desde hace tiempo por sus afirmaciones inverificables sobre la nula efectividad de la quimioterapia. También ha cuestionado la efectividad de diversas prácticas médicas tradicionales, entre las que se encuentran las vacunas, y ha vinculado pastillas e inyecciones concretas con el virus del papiloma, que según él, y en contra del consenso internacional, es un precursor del cáncer. En sus inicios, Grillo solía compartir historias de esta página en las que aparecían afirmaciones infundadas y manipuladoras como por ejemplo que los “pesticidas provocan el trastorno celíaco” y que la granada es “una vacuna natural” contra la gripe. Aunque no estuviera directamente relacionada con el Movimiento Cinco Estrellas en tanto que entidad organizativa, La Fucina también pertenecía a la asociación de Casaleggio.
Lo mismo se puede decir de Tze Tze, que hasta hace poco era una de las principales fuentes de información que difundían cotilleos y teorías conspirativas políticas en la internet de Italia. Durante años, artículos como “La chica sin vagina, ¡ver para creer!” aparecían junto a propaganda en contra del centroizquierdista Partido Democrático (PD) y junto a afirmaciones alarmistas, y falsas, sobre los supuestos problemas de salud de diversos personajes famosos, entre los que había actores, cantantes y políticos. No obstante, Grillo no tuvo problemas en definir la página en 2011 como “veraz, plausible y creíble”, en contraposición con una versión de internet “que desean JP Morgan y los masones de todo el mundo para controlar toda la información”. Ya no quedan en internet muchas afirmaciones concretas sobre las vacunas, aunque el lenguaje y el contenido son, obviamente, anticientíficos. No se ha demostrado, en ningún estudio científico, que la mozzarella sea letal; ni tampoco que la alcachofa de Jerusalén cure la diabetes. Tze Tze también pertenecía a la asociación de Casaleggio y, como se puede deducir fácilmente, citaba a La Fucina como una de sus fuentes fiables.
En 2016, Buzzfeed publicó una investigación, que ha sido citada en la actualidad en numerosas ocasiones, con el título “El partido político más popular de Italia es el líder de Europa en cuanto a noticias falsas y propaganda del Kremlin”, y en el que señalaba como culpables, en conjunto con otras páginas, tanto a La Fucina como a Tze Tze. A raíz de esta investigación, la primera se reconvirtió en un blog de comida saludable, mientras que la segunda eliminó la página y su contenido político. Sin embargo, una parte de sus bases activistas ya había quedado enganchada. Individuos antivacunas de páginas como “autismo y vacunas” y “basta de vacunas” (26.000 likes) compartían noticias con regularidad de páginas como estas; y, por tanto, eran más susceptibles que nunca a recibir publicidad de la asociación Casaleggio y, como es lógico, propaganda relacionada con el M5S. Existen algunos testimonios explícitos que atestiguan este vínculo. Grupos de Facebook como por ejemplo L’attivista a cinque stelle (Activistas del Cinco Estrellas) (145.000 likes); Governo a cinque stelle (Cinco Estrellas al gobierno) (183.000 likes); y Lombardia 5 stelle (Cinco Estrellas de Lombardía) (19.000 likes), compartían enlaces hacia páginas como “anticasta” y “caerá el nuevo orden mundial” en las que se afirmaba, entre otras cosas, que se estaba pagando dinero extra a los médicos para que recetaran vacunas innecesarias a las personas.
Apoyo político
Habida cuenta de la naturaleza irresponsable de estas afirmaciones, se podría haber esperado con razón que los políticos se distanciaran del fenómeno. Pero por el contrario, algunos miembros destacados del M5S apoyaron la oleada de las bases. En 2014, doce miembros del movimiento (Corda, Rizzo, Artini, Basilio, Tofalo, Paolo Bernini, Frusone, Cecconi, Baroni, Dall’Osso, Grillo y Mantero) firmaron el borrador de una propuesta de ley (2077) que contenía esta cláusula: “Algunos estudios recientes han sacado a la luz la relación existente entre las vacunas y unas pocas enfermedades como la leucemia, el envenenamiento, la inflamación, la inmunosupresión, mutaciones genéticas transmisibles, enfermedades tumorales, autismo y alergias”. En base a eso, y haciendo un claro guiño a las bases activistas de los grupos de Facebook mencionados anteriormente, sostenían que había que realizar una investigación a gran escala para implementar futuras políticas.
Estos doce miembros tampoco estaban solos. En una reveladora entrevista que concedió a la página de noticias alternativas fanpage.it, Giacomo Giannarelli, actual director de la delegación del M5S en Toscana, admitió con sorprendente franqueza su falta de conocimiento sobre el tema. Sin embargo, y de forma paradójica, lo presentó como el motivo exacto por el cual la gente debería fiarse de él: “No soy un experto ni en salud ni en vacunas, pero hay estudios que parecen demostrar que existen problemas que provienen de algunas vacunas y que pueden presentarse en niños. Como padre que soy, quiero tomar una decisión informada en la conversación acerca de la vacunación”. En una entrevista televisada en octubre de 2015, Paola Taverna llegó incluso a afirmar que las farmacéuticas querían ocultar los efectos negativos de las vacunas. Esa postura penetró incluso en la campaña de las elecciones europeas de ese mismo año. Piernicola Pedicini, que se presentaba como candidato del M5S, afirmó que la comunidad científica parecía haber “abandonado el método de ponderación de pruebas en medicina”, e hizo un llamamiento a los italianos para “vacunarse menos y vacunarse mejor”.
En 2013, la cobertura contra el sarampión en Italia era del 90,35 %. En 2015, en medio de varias campañas de propaganda, el porcentaje bajó a 85,29%
Existen ejemplos adicionales en el ámbito municipal. Algunos ayuntamientos como el de Parma defendían la “libertad de elección” sobre las vacunas. En algunas de las manifestaciones que tuvieron lugar en la provincia, aunque también en otros lugares del país, la bandera del M5S podía verse con claridad entre los partidarios independientes antivacunación. En los debates sobre el tema que organizó el movimiento, se presentó a los partidarios de las vacunas y a los antivacunas en “igualdad de condiciones”. Como resultado, se le otorgó una plataforma a unas personas que afirmaba que “las vacunas son inútiles, es mejor comer solo un montón de castañas”, que sugería que había que tomarlos tan en serio como a los profesionales médicos. Para entonces, en la conversación pública el tema era de candente actualidad, y aunque el movimiento no fue el único responsable de lo que vendría después, los datos llaman la atención. En 2013, la cobertura contra el sarampión en Italia era del 90,35 %, una cifra ya de por sí bastante baja. Sin embargo, en 2015, en medio de varias campañas de propaganda, incluida la del movimiento, el porcentaje bajó a 85,29 %. Esto no solo suponía un cambio significativo, sino que redujo la cobertura un 10 % por debajo del nivel necesario para garantizar la “inmunidad colectiva”. En consecuencia, se puso en peligro a las personas vulnerables, es decir, aquellas que por el motivo que fuera tenían sistemas inmunológicos frágiles. De forma paralela, una cobertura inferior al 85 % aumenta el riesgo de que los virus existentes puedan mutar y afectar potencialmente a todo el mundo, incluso a los que ya están vacunados.
La “obligación flexible”
En 2017/2018 y con este telón de fondo, Italia sufrió una de las epidemias de sarampión más graves que se habían producido desde hacía más de una década. Esto no era ninguna coincidencia. Ni tampoco, que quede claro, fue provocada por el M5S. El sarampión viene en ciclos y este no era el brote más terrible de la historia. No obstante, supuso un pico grave que vio cómo aumentaban los casos en un 600% y que dio como resultado 5.006 enfermos y 12 muertos. Italia, que cuenta con una población de aproximadamente 60 millones, accedió a la lista de diez países del mundo con mayor número total de casos, justo detrás de China, un país con una población, como es sabido, de 1.300 millones de personas. Inmediatamente, tanto el gobierno como la OMS declararon una emergencia nacional.
En esa época, el Partito Democrático todavía estaba en el poder y trabajó duro para contener la propagación. Beatrice Lorenzin, la ministra de Salud por aquel entonces, propuso una nueva ley para aumentar el número de vacunaciones obligatorias e hizo que se respetara aún más la norma que exigía que los niños, para poder acudir a la escuela, demostraran mediante certificados médicos estar vacunados. El M5S, tanto en internet como en el ámbito del movimiento, lideró el contraataque. Por ejemplo, en Montecitorio, el mismo lugar donde los lazos entre el Movimiento Cinco Estrellas y la campaña antivacunas eran más patentes, Davide Barillari, por aquel entonces concejal por la región del Lazio, prometió que el partido tenía “una reforma sanitaria lista” para cuando llegaran al poder, y en ella se reflejarían “los peligros de las vacunas”. Davide Bono, otro concejal del M5S en Turín, utilizó el mismo argumento. Virginia Raggi, la alcaldesa de Roma, suplicó a Lorenzin que los niños que no estuvieran vacunados pudieran seguir acudiendo a la escuela. Y de forma más explícita si cabe, Luigi di Maio, el nuevo director del partido, prometió a comienzos de 2018 que enmendaría el decreto de Lorenzin y afirmó que estaban “en contra de la obligación de vacunar, pero de acuerdo con recomendarla”.
Aunque la agenda antivacunas había sido un vehículo muy útil durante los momentos de crecimiento, elaborar una política real, en el contexto de una epidemia, era otra cosa
Pocos meses después, el M5S se encontró efectivamente en el poder. Ahora se enfrentaban a un dilema. Aunque la agenda antivacunas había sido un vehículo muy útil durante los primeros momentos de crecimiento, la cuestión de elaborar una política real, en el contexto de una epidemia, era otra cosa completamente diferente. Cuando falleció Gianroberto Casaleggio, la asociación epónima comenzó a negar que hubiera apoyado nunca la agenda antivacunas. Entretanto, algunos otros políticos también intentaron distanciarse. Sin embargo, el impulso seguía estando presente gracias a los activistas de las bases. Tanto en internet, como en los comentarios y en los sitios afiliados al M5S, existía un clamor público de simpatizantes que hacían un llamamiento para que el movimiento cumpliera con lo prometido y aboliera la ley Lorenzin. Algunos destacados ministros intentaron minimizar la seriedad del asunto. Adoptando una línea que parecía estar sacada directamente de uno de los espectáculos cómicos de Beppe Grillo, Paola Taverna, por ejemplo, que ya era por aquel entonces vicepresidenta del Senado italiano, señaló que “cuando éramos niños nos inmunizábamos yendo a la casa de un amigo enfermo”. Lo peor vino de Barillari que, bajo la vigilancia de la comunidad antivacunas en Montecitorio, publicó un post en Facebook en la que, quizá sin darse cuenta, reveló el hambre de poder real que existía en su partido:
“La política está por encima de la ciencia. Los políticos tienen que escuchar a la ciencia, para colaborar, no para que la ciencia les ordene lo que está bien y lo que está mal, y tengan que aceptar las palabras de la opinión dominante como si fueran un dogma religioso. Porque la ciencia DEBE SER DEMOCRÁTICA; y, por tanto, necesita escuchar a todo el mundo… incluidos los investigadores y los científicos que, con datos en las manos, disputan los dogmas oficiales”.
Los comentarios como estos ya son bastante cuestionables durante las campañas electorales, pero lo son todavía más cuando provienen de representantes del partido en el gobierno. Desde la pasada primavera, la responsable de establecer cuál es la línea del partido ha sido la nueva ministra de Salud, Giulia Grillo (sin relación alguna con el cómico). En una serie de entrevistas, ha seguido presentándose a sí misma no como antivacunas, sino como “a favor de elegir”. En un principio, admitió que la ley Lorenzin había demostrado ser un éxito y prometió, en contra de la línea establecida por Di Maio, que no se eliminaría. Al mismo tiempo, y en flagrante contradicción con esa afirmación, llegó a decir que no podía “discriminar a los niños”. Entretanto, para proteger a sus colegas de los ataques mediáticos, afirmó que su movimiento “nunca había dicho nada contra las vacunas”, que es una falsedad fácilmente demostrable. Después de varios meses se volvió imposible no definir su postura y así lo hizo, finalmente, con un perfecto ejemplo del nuevo lenguaje populista. La nueva política italiana sobre las vacunas sería una “obligación flexible”.
Durante meses no estuvo claro lo que eso significaría. Sin embargo, poco a poco se fue haciendo evidente que esto supondría en realidad una modificación sustancial de la ley Lorenzin, que permitiría a los niños seguir acudiendo a la escuela con una “declaración personal” de vacunación escrita por los padres; y, por tanto, sin que hiciera falta una prueba médica. Como resultado, el presidente de la República, Sergio Mattarella, se pronunció abiertamente en contra del gobierno y declaró que “cualquiera que vaya contra la ciencia está equivocado”. Algunas regiones, como la Toscana y el Piamonte, en los que el sarampión había empeorado durante 2017, utilizaron la legislación local para hacer que la certificación fuera obligatoria. Mientras tanto, más de 300.000 personas han firmado una petición contra la nueva flexibilidad. Incluso dentro del M5S han aparecido algunos detractores que han verbalizado su oposición contra esta medida, como por ejemplo Elena Fattori, una senadora que se opuso a la medida inicial de Grillo. Al poco tiempo se demostró que estas personas tenían razón. Ese verano, durante las vacaciones escolares, se hizo viral un vídeo en el que una madre antivacunas de Brescia, anónima, mostraba a la gente como falsificar el formulario.
Como era predecible, el resultado fue un caos. Algunas de las escuelas que abrieron en otoño de 2018 obligaban a tener certificados, mientras que otras permitían que se presentaran declaraciones personales. Se tuvieron que realizar controles, para mayor gasto del erario. Hasta el día de hoy no existe mucha claridad por parte del gobierno estatal sobre lo que deparará el futuro. Cuando la epidemia dio muestras de que estaba regresando, el Ministerio sugirió que debería ser obligatorio de nuevo. Sin embargo, al mismo tiempo, de forma paralela a esta concesión, la influencia del movimiento parece haber crecido. Por ejemplo, la ONB, la orden oficial de biólogos de Italia, ha entregado 10.000 euros a los mayores defensores antivacunas de Italia, una empresa llamada Corvelva, para ayudarles a estudiar los riesgos que presentan algunas tecnologías que ya han demostrado ser seguras. Hace poco, en diciembre, Grillo despidió a toda la junta de expertos sanitarios del gobierno, muchos de los cuales tenían vínculos con Lorenzin. Luego el presidente saliente, Siliquini, desveló que en todo el tiempo que el M5S llevaba en el poder nunca había acudido a esa junta de expertos para pedir consejo. Esto es todavía más preocupante si tenemos en cuenta los dos proyectos de ley que están siendo examinados en relación con este asunto. Uno aboliría la vacunación obligatoria por completo, y el otro la mantendría solo en zonas con una baja cobertura. Existe una legítima preocupación porque la postura antivacunación, que comparte aproximadamente solo uno de cada cinco italianos, determine la legislación a largo plazo del gobierno y, en última instancia, ponga vidas en peligro.
Las cifras de 2018 no fueron tan desoladoras como las de 2017, pero siguen siendo preocupantes. Durante los primeros nueve meses del año pasado se registraron 2.295 casos de sarampión en Italia, y no parece ser el mejor momento para modificar la política. Por fortuna, los profesionales médicos y los políticos de todo el espectro ideológico están trabajando para mantener la medida obligatoria y mejorar la alfabetización científica. El mes pasado, Roberto Burioni, un profesional médico y académico, que ha sufrido años de amenazas de muerte por enfrentarse a la pseudociencia antivacunas, publicó una recomendación política que incluía, sencillamente, una propuesta para que las decisiones sobre las vacunas estén vinculadas jurídicamente con el consenso científico. Entre los firmantes de la propuesta hay personas de todo el espectro político. Una de las mayores sorpresas, para muchas personas, fue la firma del fundador del M5S, Beppe Grillo. Hace poco más de un año, cuando el New York Times le acusó de perpetuar la propaganda antivacunas, dijo que tales afirmaciones no eran más que noticias falsas. Ahora, por lo que parece, se ha puesto de su lado. La pregunta de por qué lo ha hecho queda en el aire. ¿Sentimiento de culpa? ¿Reinvención personal? Es imposible saber. No obstante, la reacción de muchas personas dentro del M5S ha sido predecible. La página oficial de Facebook sigue estando llena de personas que tachan a Grillo de “traidor” y lo acusan de “venderse a las grandes farmacéuticas”. Luigi Di Maio, la cara real del movimiento en la actualidad, parece haber aprovechado la oportunidad para atacar a su antiguo mentor: “La ciencia está bien. Pero no Burioni…”
Sin embargo, los giros de 180 grados en este momento llegan tarde y mal. El M5S llegó al poder, entre otros motivos, por subirse a la ola antivacunas, pero sin preocuparse por las consecuencias. Beppe Grillo desempeñó un papel protagonista en todo esto, igual que lo hicieron la asociación Casaleggio, los políticos locales, los alcaldes y los senadores, llegando incluso a alcanzar a la mismísima ministra de Salud. Todos estos actores hicieron una apuesta, se aprovecharon de un asunto delicado y manipularon información en su propio beneficio político y, en muchos casos, personal. Mientras que a corto plazo esto ha demostrado tener éxito en algunas circunscripciones, el tema de la no vacunación siempre fue un asunto con una audiencia muy reducida, más adecuado para la oposición que para el gobierno. A pesar de lo peligrosa que es la situación en relación con la inmunidad colectiva, la mayoría de los italianos sigue estando a favor de las vacunas. Mientras tanto, aquellos que hasta ahora no habían considerado que esto fuera un gran problema están cada vez más alienados con la actitud política autoritaria del movimiento. Incluso los defensores antivacunas han comenzado a darse cuenta de que la respuesta política es inconsistente y débil. Como resultado, el M5S está sufriendo una hemorragia de apoyos en todo el país, no solo como consecuencia de su incompetencia en relación con la política sanitaria, sino a raíz de un comportamiento amateur muy similar a la hora de enfrentarse a cuestiones económicas y asuntos relacionados con la inmigración. Aunque los líderes siguen disfrutando de su poder recientemente adquirido, sus bases no son precisamente leales, y a medida que aumentan los actores que se dedican a educar sobre esta cuestión, la magnitud de su hipocresía se irá comprendiendo cada vez más. Los partidarios del M5S deben ahora enfrentarse a una verdad incómoda. Aunque puede que critiquen a las grandes empresas farmacéuticas con razones más o menos racionales, es el movimiento que ellos lideran, que es a la vez pseudodemocrático y pseudocientífico, el que presenta la mayor amenaza para la salud pública de Italia.
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Jamie Mackay es un escritor y traductor que vive en Italia. Ha colaborado con openDemocracy, The New Statesman, VICE e Il Manifesto, entre otras publicaciones y trabaja como Coordinador de Prensa en European Alternatives.
Traducción de Álvaro San José.
Este texto se publicó originalmente en inglés en Political Critique.
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