1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

No hay glamour para una escritora borracha

Las autoras alcohólicas, como Jean Rhys, Patricia Highsmith o Marguerite Duras, no llevan consigo el aura de malditismo canallita que sí se les concede a ellos. Mary Karr y Leslie Jamison hablan también de eso en sus memorias de vida y bebida

Begoña Gómez Urzaiz 16/04/2019

<p><em>Café de noche en Arlés</em>, 1888</p>

Café de noche en Arlés, 1888

Paul Gauguin

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de fiesta? Pincha ahí: agora.ctxt.es/donaciones

Los camareros los reconocen: llevan la Lonely Planet en una mano y, a veces, los más preparados, una copia de Bajo el bosque lácteo en la otra. Se hacen un selfie en la puerta de la White Horse Tavern, en Hudson con West 11, entran y piden un chupito de whisky, 17 menos de los que al parecer se bebió Dylan Thomas en ese mismo sitio antes de salir, desplomarse en la acera y ser trasladado al hospital St. Vincent de Nueva York, donde murió de neumonía y mala vida.

No se sabe de ningún groupie literario que haya hecho algo parecido en La Rotonde o La Coupole, los bares en los que bebía Jean Rhys en París, ni existen placas dedicadas a Patricia Highsmith en ningún local del mundo, parecidas a las doscientas que hay celebrando las tajadas de Hemingway. En parte porque la autora de la saga de Tom Ripley fue sobre todo una bebedora solitaria. Mientras estudiaba en Barnard, a menudo se levantaba, tomaba siete martinis y dos copas de vino y se metía en la cama a las cuatro de la tarde con una botella de ginebra cerca. No es un plan que a un estudiante letraherido le apetezca recrear.

Las escritoras alcohólicas (Elizabeth Bishop, quien, literalmente, bebía colonia cuando se le acababa el licor, Marguerite Duras, Anne Sexton, Maya Angelou, Lucia Berlin, Carson McCullers, Shirley Jackson o Jane Bowles que siguió bebiendo tras sufrir una hemorragia cerebral a los 40) lo han sido con vergüenza y sin leyenda. Su adicción, por lo general, no tuvo nada de romántico en vida y a nadie se le ha ocurrido adornarla después de muertas, quizá con una única excepción, la de Dorothy Parker, a la que sí se suele retratar con un martini en una mano y un cigarro con boquilla en la otra.

“Cuando una mujer bebe”, escribió Duras en La vida material, “es como si bebiera un animal o un niño. El alcoholismo es escandaloso en una mujer y una mujer alcohólica es un asunto raro y serio. Es un insulto a lo divino de nuestra naturaleza”.

Mary Karr, que ya escribía memoirs antes de que lo hiciera todo el mundo, era consciente de esta tradición cuando abordó su propio alcoholismo en Iluminada. También Leslie Jamison, la autora del libro de ensayos biográficos El anzuelo del diablo, que publicó el año pasado The recovering, an intoxicaton and its aftermath sobre su propio proceso de desintoxicación. Tanto Karr como Jamison son borrachas atípicas, bebedoras de altísimo rendimiento. Mientras consume alcohol a litros, Mary Karr consigue escribir poesía, trabajar en el sector financiero, sostener a su familia, criar a un hijo, participar como madre voluntaria en la guardería y alcanzar un contrato editorial para su primer tomo de memorias. Dos décadas después, Jamison se gradúa en Harvard y se doctora en Yale. La admiten en el taller de escritores de Iowa, hace voluntariado en Nicaragua y publica una novela antes de cumplir los 30. Va de triunfo en triunfo mientras bebe a escondidas y se autolesiona. ¿Cómo casan esos perfiles con la idea de la alcohólica fracasada? Ambas tienen además parejas compensivas, sad young literary men que las apoyan cada lunes que dicen que van a dejarlo. Normal que cuando van a reuniones de Alcohólicos Anónimos haya gente (gente que se ha despertado en hospitales con miembros amputados después de perder la conciencia en la calle, que ha perdido trabajo y familia) que las mire raro. También ellas al principio sienten que no pertenecen a ese ambiente. Cuando Karr acude a una de sus primeras reuniones, escucha a una mujer “con traje de Chanel rematado con botones dorados […] que parece sacada de la páginas de una revista de ocio para ricachones”. La mujer solía esconder una botella de vodka dentro de un pavo que guardaba siempre en el congelador. Mientras cocinaba, sacaba la botella y echaba un lingotazo. En una ocasión, se había formado tanta escarcha en tono a la carne cruda que no pudo sacar la botella y tuvo que levantar el pavo y beber a morro. “Como yo nunca he bebido vodka de un ave congelada, me digo que a esta puta loca no le llego ni a la suela de los zapatos”, escribe Karr. En esa misma reunión, otro hombre cuenta que intentó ahorcarse pero iba tan borracho que no tuvo éxito.

Y, sin embargo, las dos, Jamison y Karr, acaban siendo creyentes y evangelistas del sistema de Alcohólicos Anónimos, del que muchas veces se ha dicho que es menos efectivo para las mujeres, y también que sus textos sagrados son inherentemente sexistas. El camino de Karr va también acompañado de un encuentro con la espiritualidad. He aquí el giro inesperado del libro, cuando esta malhablada texana acaba bautizándose en la fe católica, para su propia sorpresa: “Si me llegan a decir que acabaría susurrando mis pecados en un confesionario o rezando el rosario de rodillas, me habría meado de risa. ¿Pasatiempos menos improbables? Bailarina de striptease. Espía internacional. Mula. Asesina a sueldo”.

Jamison, a quien solo hace falta leerle dos párrafos para darse cuenta de que es amenazadoramente inteligente –en un largo perfil sobre ella que se publicó en la revista New York, la autora del artículo escribió que incluso ataba a su bebé con un pañuelo de manera especialmente sofisticada–, admite: “la idea de ser demasiado lista para Alcohólicos Anónimos inmediatamente resonó en la parte de mí que encontraba sus aforismos demasiado reduccionistas o sus narrativas demasiado simples. Pero también me daba cuenta de que ser demasiado lista para AA podía convertirse en una alarma para el ego […] Incluso era consciente de que mi rechazo a ese ego trip era, de alguna manera una versión de él: estaba orgullosa de no sentirme demasiado lista para AA, como si me mereciese una medalla por resistirme a esa arrogancia”.

The Recovering empezó como la tesis doctoral de la autora y conserva algo de ese poso académico (incluido un índice muy útil) pero también tiene una parte memorialística, en la que habla de su propia vida y sus dos intentos por mantenerse sobria y otra en la que habla de la relación entre “el whisky y la tinta”, la cuestión de si se puede escribir sobrio.

El libro también está pensado para funcionar como una reunión de Alcohólicos Anónimos y Jamison quería incluir más historias de adicción al margen de la suya, de manera que habla de Raymond Carver, John Berryman, Amy Winehouse y Billie Holliday. También de sus predecesoras, las escritoras alcohólicas. “[Jean] Rhys nunca se vio a sí misma como un genio en bruto, como sí hacían los escritores borrachos de su generación. En su lugar estuvo obligada a verse siempre como una madre fallida”, escribe.

Rhys sí que hubiera generado respeto y estupor en una reunión de AA, aunque es bastante improbable que se le hubiese ocurrido pasar por allí. Cuando vivía en París con su marido, el periodista y espía belga Jean Lenglet, en una habitación de hotel cerca de la Gare du Nord, dejaron a su bebé, William Owen, dormir en un moisés al lado del balcón en el que bebían vino todas las noches. A las tres semanas de vida, el niño se puso “de un color extraño”. Lo llevaron al hospital y allí le diagnosticaron neumonía. Lenglet llevó allí dos botellas de champán. “Para cuando se acabó la primera botella, estábamos todos riendo”, escribió Rhys, que pasó el resto de su vida explorando su culpa. A la mañana siguiente, el hospital llamó para decir que el niño había muerto a las 7.30 de la tarde. “Él estaba muriéndose, o estaba ya muerto, mientas bebíamos”, apuntó la autora. Más tarde, Lenglet y ella tuvieron otra hija que sí sobrevivió, una niña llamada Maryvonne, pero Rhys nunca fue capaz de ocuparse de ella. La niña vivió en un convento y algunas temporadas con su padre. Cuando tenía seis años, Maryvonne describió así a su madre: “mi madre trata de ser una arista y siempre está llorando”.

Sus novelas, que escribió siempre alcoholizada (emborronando así la tesis que Jamison intenta transmitir en el libro: la de que los escritores borrachos escribieron sus mejores libros estando sobrios) también están llenas de antiheroínas borrachas, “montando un espectáculo, llorando. Estas mujeres no son solo un desastre, pero su desastre es horrendo, un dolor para los ojos, siempre buscando la pena de los demás, su amor, sus carteras, y degradadas por esa ansia constante”, dice Jamison.

Si entres los autores alcohólicos varones la bebida es un antídoto a su propia e insoportable sabiduría, argumenta la autora, para las mujeres ni siquiera tiene ese efecto beneficioso. “Es autoindulgencia, melodrama, histeria, una aflicción gratuita”. Si no estaban bebiendo como niños (como decía Duras), estaban bebiendo en lugar de ocuparse de sus propios niños. Una mujer que se escapa a la bebida es una mujer que no está cumpliendo con sus obligaciones, ni con su casa ni con su familia”.

Después de décadas de feminismo teórico y práctico, Karr también es implacable consigo misma cuando retrata escenas relacionadas con su hijo, al que dedica el libro (“gracias por la luz”) y con las veces que lo cuidó estando borracha o los días que pasó internada en un psiquiátrico tras estrellarse con su coche. Tampoco Lucia Berlin, que crió a cuatro hijos, se perdona en esos relatos en los que va a la licorería y luego vuelve a casa y da a los niños de desayunar antes de llevarlos al colegio.

En otras autoras que no fueron madres, como Highsmith o Elizabeth Bishop, la vergüenza tiene otros orígenes y otros destinos. Ninguna de las dos vivió con completa comodidad su lesbianismo y ambas tuvieron relaciones desastrosas con sus madres. La de Highsmith solía contarle que había intentado abortarla bebiendo trementina (un detalle biográfico que comparte con otro escritor alcohólico, gay y consumido por la vergüenza: John Cheever), la de Bishop se quedó viuda y tuvo varios brotes hasta que quedó permanentemente internada en un psiquiátrico.

Es natural que estas biografías de mujeres brillantes no se lean de manera distinta a lo que son, enciclopedias completas de la desgracia. Quizá lo que no resulta tan comprensible es esa otra aura de malditismo, de canallismo extreme que todavía rodea a algunos escritores varones. Tanto Karr como Jamison hablan en sus libros de cómo la bebida es parte del currículum académico en los talleres de escritura. “Las clases duraban todo el día. Las fiestas, hasta el amanecer, y me dieron la oportunidad de escuchar a narradores de primer orden poniendo en práctica su arte”, admite la primera en Iluminada. Jamison se explaya en torno a su experiencia en Iowa, que fue doble (acudió primero como alumna y más tarde acompañando a su novio): “No éramos las primeras personas en emborracharse en Iowa. Lo sabíamos. Los mitos sobre el alcohol en Iowa City corrían como ríos subterráneos bajo nuestra propia ingesta de bebida. Surgían como cuentos de la disfunción: Raymond Carver y John Cheever derrapando a primera hora de la mañana en los parkings de las licorerías para reabastecerse; John Berryman abriendo cuentas en los bares de la cale Dubuque y parloteando sobre Whitman hasta el amanecer, Denis Johnson emborrachándose en el Vine y escribiendo relatos sobre emborracharse en el Vine. Nosotros también nos emborrachamos en el Vine aunque ahora era otro edificio. Esto también lo sabíamos: cómo de imprecisos éramos a la hora de ocupar esas historias antiguas, cómo las capturábamos sólo en forma de réplicas imperfectas”.

Al contrario que el famoso Vine, la White Horse Tavern, en la que también bebieron Kerouac, Norman Mailer y Hunter S. Thompson, sí sigue estando donde estaba, de momento. Hace unas semanas la compró un grupo de empresarios del ladrillo, junto con un edificio cercano, por catorce millones de dólares. Ya hay una comisión ciudadana que pide que se la designe lugar histórico protegido, para que los fans puedan seguir yendo al lavabo a hacerse una foto con la nota que le escribieron al autor de En la carretera, que vivía a la vuelta de la esquina: “Jack, vete a casa”.

¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Begoña Gómez Urzaiz

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

2 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Liu

    Hay un tipo de borrachera de la que no se habla nunca: la de los nombres propios. "Dos décadas después, Jamison se gradúa en Harvard y se doctora en Yale. La admiten en el taller de escritores de Iowa, hace voluntariado en Nicaragua y publica una novela antes de cumplir los 30." Parece ya increíble la cantidad de imbéciles que han recalado en Harvard y en Yale. En cuanto a la manera sofisticada de atar con un pañuelo a un bebé, ese modo de ver la realidad no es más que el típico estilo made in newyorker, o por decirlo a su manera el estilo "idiosincrático" de revista neoyorquina. En fin, que ya quedan pocos temas para épater le bourgeois.

    Hace 4 años 11 meses

  2. Luis

    Le pondría a usted un diez, pero temo quedarme corto. Un once

    Hace 4 años 11 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí