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Bonobo significa en bantú ancestro. No se conocieron a los bonobos hasta los años 20 del siglo pasado. Hasta entonces se creía que eran chimpancés. Y sí, como los chimpancés suponen el ADN más similar al humano, si bien se separaron de esa especie hace un millón de años. Respecto del chimpancé son más pequeños, son pacíficos y sus líderes son hembras. No practican la guerra. Las fronteras de sus territorios son más laxas, y sus contactos con otros grupos de su especie suelen ser amistosos. Poseen tres características sorprendentes y, si no fuera por la existencia de humanos, únicas. Juegan. No sólo durante la infancia, como los chimpancés, sino toda la vida. En el trance de jugar, ríen. La segunda característica es que caminan erguidos. Lo hacen al menos el 25% de su tiempo. Y la tercera, y más llamativa, es su sexo. Carecen de periodo de celo. Es decir, están en celo todo el año. Hacen el amor –se le puede llamar así, creo–, en diversas posturas. Tienen al menos dos posturas –muy frecuentes, lo que indica que les gustan, que extraen algo de ellas que les resulta magnético– en las que se miran a los ojos. Pero lo más sorprendente es que para ellos el sexo no es reproductor. O no sólo. Fundamentalmente, es una forma de solucionar conflictos. Ante una situación tensa o conflictiva, que en otras especies conducirían a un combate, los bonobos practican el sexo. Son encuentros rápidos, de no más de 15 segundos, que se suelen reproducir docenas de veces en una jornada. Tras ellos se restablece la paz social. Es común, así, que el grupo entre en tensión cuando descubren un árbol repleto de fruta. Entre los chimpancés, esa tensión se resuelve con violencia y jerarquía. Los primeros en comer, los primeros en acceder a los mejores frutos, son el grupo formado por el macho dominante y sus aliados. Si alguien quiere participar de esa zona, recibe violencia. En los bonobos, tras el sexo que les libera de tensiones, el reparto de ramas es, por lo contrario, más igualitario y relajado.
Entre los humanos sucede algo parecido. Ante una situación socialmente tensa –no sé, el acercamiento a un extraño; una cena de empresa, con desconocidos; una negociación política, entre políticos opuestos–, hay una técnica similar para rebajar la tensión. Supone un contacto, a lo sumo, de no más de 15 segundos. Es rápida y efectiva. Es el humor. Es emitir un comentario que mitiga la tensión y que crea relativismo. Es decir, igualdad. Si eso es así, el humor es algo muy parecido al sexo. Es, tal vez, su fósil mas depurado. También se practica mirando a los ojos. Como el sexo, te hace sentir que el otro importa, sorprende y está destinado a negociar la felicidad contigo.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo) y de 'Caja de brujas', de la misma colección. Su último libro es 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama).
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