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Tribuna

Algunas razones por las que ya no digo “Estado español”

La reinvención de la idea de país por parte de la izquierda española no debe ser la piedra filosofal de su argumentario pero no podemos seguir ignorándola eternamente

César Rendueles 19/12/2018

<p>Fuga</p>

Fuga

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Durante mucho tiempo la izquierda española a la que me siento más afín ha considerado que su papel en los conflictos territoriales que han atravesado –con distintas intensidades– la vida política de nuestro país en las últimas décadas era el de acompañar a la izquierda soberanista de Cataluña, Euskadi o Galicia. Nos sentíamos cómodos con la reivindicación del derecho de autodeterminación –una lucha clásica de las tradiciones antiimperialistas–, la denuncia de la pervivencia de inercias franquistas en la vida política y la carencia de un genuino proceso de justicia transicional en nuestra historia reciente. Sobre todo porque a menudo esas reivindicaciones implicaban marcar distancias con la derecha nacionalista del PNV o CIU, que pactaba con el PSOE y el PP políticas mercantilizadoras y en cuya agenda tampoco parecía ocupar un lugar prominente, más allá de declaraciones retóricas ocasionales, la soberanía popular.

Esa posición de la izquierda radical española era difícil y fácil. Era difícil porque te garantizaba no pocos enfrentamientos –no sólo ataques dialécticos sino reproches personales e incluso agresiones–, en especial, durante los años en los que la derecha supo utilizar la movilización popular contra el terrorismo como una vía para deslegitimar cualquier posición ya no antagonista sino ligeramente discrepante con el discurso del “todo es ETA”. Cualquier mínima desviación respecto al relato oficial te convertía en cómplice intelectual de la violencia terrorista.

Pero esa posición también era demasiado fácil porque nos servía para evitar hacernos preguntas incómodas sobre nuestro propio proyecto político y su arraigo en alguna concepción de país. Teníamos algo que decirnos con los independentistas que compartían nuestras coordenadas ideológicas. Pero, en cambio, ¿qué teníamos que decirnos con nuestros vecinos? ¿Con esa gente que afirmaba con toda sinceridad que no era nacionalista pero no cuestionaba la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía o el encarcelamiento de Arnaldo Otegui y a la que la idea de república les sonaba a enfrentamiento y prehistoria política? La respuesta estándar era que no teníamos nada que decirnos con ellos porque eran una turbamulta alienada a la que la derecha postfranquista había lavado la cabeza. Era una respuesta reconfortante pero, al menos en parte, falsa. La realidad es mucho más compleja.

Hace unos años, una profesora en el colegio infantil al que asistía mi hijo mayor propuso que los niños participaran en la fiesta de final de curso vestidos con la camiseta de la selección española y con la cara pintada en rojo y amarillo. Unas cuantas familias políticamente progresistas rechazamos con horror la idea. Uno de los argumentos que dimos es que sería una especie de imposición nacionalista para las familias migrantes, procedentes de muy distintos países. Para nuestra estupefacción, todas las familias migrantes de la clase, sin excepción, nos contestaron que a ellos la propuesta de la profesora les parecía una idea excelente y vivieron con alegría y normalidad aquella orgía españolista. Desde entonces, me esfuerzo por mirar de otra manera a mis vecinos que cuelgan una bandera de España en su balcón. Tal vez no todos sean representantes de la ultraderecha nacionalista. O sí, pero puede que sea porque nadie les ha ofrecido una alternativa desde la izquierda que les permita vivir de otra manera su relación cultural y sentimental con su país.

Durante mucho tiempo no nos dimos cuenta de todo esto porque parecía que no importaba. La derecha apenas se atrevía a recurrir a la idea de España como elemento de movilización, excepto en círculos militantes muy reducidos, porque les relacionaba con la dictadura. Por eso hablaban de la “marca España”, una expresión que siempre me ha dejado estupefacto: si yo fuera patriota, creo que no me haría mucha gracia que trataran mi país como su fuera un producto de supermercado. Desde la izquierda pensábamos que estábamos en una posición envidiable, congruente con el supuesto declive de los estados-nación, las corrientes globalizadoras y la aparición de nuevas formas de ciudadanía desterritorializada: la historia habría hecho por nosotros el trabajo de librarnos del lastre patriótico, que ya no pintaba nada en el mundo de Internet y la globalización. Esa fantasía nos ha estallado en la cara cuando, de repente, todo el país se ha llenado de banderas de España, la ultraderecha ha logrado una movilización social sin precedentes, miles de policías han desembarcado en Cataluña para impedir a la gente votar y la Audiencia Nacional se dedica a encarcelar presos políticos. Más allá de las muestras de solidaridad con las víctimas de la represión, lo cierto es que la izquierda no españolista se ha quedado arrinconada en un espacio puramente defensivo y reactivo.

Mucha gente en Cataluña cuyo criterio político aprecio se ha ido desplazando desde una posición soberanista en la que era crucial la distinción de una vía propia de la izquierda independentista a otra en la que la prioridad estratégica es la ruptura con España para, así, aprovechar la ventana de oportunidad que se abriría con un proceso constituyente desde el que impulsar un proyecto emancipatorio. Es un trayecto político que, en buena medida, tiene que ver con la extendida sensación de que desde España es imposible hacer nada, de que no hay ninguna alternativa para la izquierda en el país de la Gurtel, el GAL y las concertinas en Ceuta. Seguramente hay una parte de realismo en ese diagnóstico, pero creo que sólo una parte. España es también el 15M, Gamonal, las mareas en defensa de los servicios públicos, la PAH o la huelga feminista.

La verdad es que nunca me ha importado gran cosa la unidad de España. Podría vivir sin ella perfectamente. No soy independentista pero sí he sido insumiso y la bandera española es para mí una especie de magdalena proustiana del militarismo y la cárcel. A pesar de todo eso, creo que a la izquierda no españolista nos ha llegado la hora de empezar a explorar la opción incómoda: atrevernos a reconocer la tensión entre nuestro propio proyecto y el independentista y sentar las bases no sólo jurídicas sino también culturales y sentimentales para que ese enfrentamiento pueda ser dirimido con razones y no mediante la fuerza. Es decir, no sólo denunciar la represión política de los independentistas o apostar por una solución dialogada a los conflictos territoriales, sino también articular un “unionismo” –uso deliberadamente un término con connotaciones peyorativas– no nacionalista y democrático que reconozca el derecho a la autodeterminación.

Es un paso que no sólo me da una pereza descomunal sino que está lleno de peligros. Al margen de la posibilidad manifiesta de hacer el ridículo, el primer y más evidente riesgo es que un movimiento como este puede reforzar el marco discursivo que ha logrado imponer exitosamente la derecha españolista, legitimando los términos en los que está planteando el debate territorial y su uso frentista de los símbolos nacionales. El segundo es el de sobrevalorar, como creo que hacen los partidarios de las hipótesis populistas, el papel del patriotismo como catalizador de un proceso de transformación política emancipadora: puestos a jugar a la ciencia (política) ficción, casi me quedo con el obrerismo de toda la vida.

Alguna vez he dicho, en broma, que tal vez deberíamos proponer que la bandera asturiana se convierta la nueva bandera española. Prácticamente no hay un solo acto de masas deportivo, musical o político, en el que no me encuentre a alguien con una bandera asturiana. Puede ser una manifestación antirracista, un partido de futbol, un concierto de los Rolling Stones o una manifestación neofascista por la unidad de España. Cada uno le atribuye el sentido que quiere y se siente legitimado para ello: para unos la bandera asturiana evoca octubre del 34, para otros Pelayo y para todos los demás Fernando Alonso.

Es una broma que nos recuerda que la reivindicación desde la izquierda de una idea y un proyecto de país es un horizonte que nos queda tan lejos política y culturalmente que ni siquiera conseguimos imaginar en qué podría consistir. Pero también lo excepcional que resulta que los símbolos de un país (la idea misma de ese país) haya sido secuestrada por la derecha política. Creo que acabar con esa excepcionalidad, por difícil y poco atractivo que nos resulte, sería bueno para la izquierda española, que podrá desafiar al frente nacionalista español con un proyecto propio. Pero creo que también sería bueno para el independentismo de izquierdas, que necesita un adversario leal, dispuesto a argumentar y no imponer. Lo necesita, entre otras cosas, porque es la única vía para hacer frente a sus propios conflictos: a día de hoy el independentismo catalán es un proyecto masivo y con raíces populares pero no necesariamente mayoritario ni mucho menos hegemónico. Un proyecto constituyente realista sólo puede articularse desde el reconocimiento de esa tensión sobre la que se solapan conflictos sociales.

Las luchas territoriales atraviesan hoy una situación de empate catastrófico de la que sólo sacan partido las fuerzas políticas nihilistas –bastante difundidas por todo el espectro ideológico, para qué nos vamos a engañar– que se alimentan de la autodestrucción del espacio deliberativo y democrático. Necesitamos un cambio profundo que reconduzca toda esta energía por el lado de la deliberación y la resolución dialogada de los conflictos. No creo que la recuperación y reinvención de la idea de país y de algunos de sus símbolos por parte de la izquierda española sean la piedra filosofal de ese desplazamiento. Se trata de una pieza menor que, sin embargo, no podemos seguir ignorando eternamente.

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Este texto es una versión ligeramente modificada del artículo que, por invitación de Lluc Salellas, miembro del Secretariado Nacional de la CUP y concejal del Ayuntamiento de Girona, escribí para una recopilación de textos de su padre titulada Sebastia Salellas, Advocat i activista. L’esquerra que va sobreviure a la Transició (2018). 

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Este artículo fue publicado originalmente en espejismos digitales

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Autor >

César Rendueles

Es profesor de sociología  en la universidad complutense de Madrid.

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23 comentario(s)

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  1. Anonimo

    vamos, y con perdon, que eras(eres?) el tipico cliche de "progre", al menos ya reconoces que tus ideas eran simplistas y buscabas lo comodo y facil para sentirte bien contigo mismo. Me gusta como vas exponiendo tu pensamiento, el de tantos "izquierdistas" del país, estado o como prefirais llamarlo, ha sido una buena radiografia para ver como era vuestro proceso mental. Cayendote del guindo cuando en tus esquemas te resultaba raro que un inmigrante se queria unir al proyecto colectivo que es construir su nuevo pais con entusiasmo, tu vecino de siempre no te valia, lo hubieras despachado con un "que facha!". Al final tenia razón el de comentarios mas abajos, sois adoslescentes mentales, chavales de quince años que acaban de salir de ver " V de vendetta", tardo-adolescentes pues ya peinareis canas. En fin, celebro que poco a poco vayais abriendo los ojos, y viendo el porque la izquierda esta hoy huerfana en gran medida, en serio que si. Pena me dan otros comentarios leidos que siguen sin ver de que va esto. Las derechas nunca se llevaran mi voto, pero esta izquierda adolescente, simplista y disgregadora tampoco, izquerda de lema "anarkia y cerveza fria". Siento si me he pasado de duro con el comentario.

    Hace 5 años 3 meses

  2. Joaquim

    Es muy lamentable esta coincidencia entre la visión nacional de la drecha más rancia y de la supuesta izquierda, calro qu no se trata simplemente de izquierad, sinó de "izquierda española", un aopció "sui generis" que no tiene, por lo que parece, demasiada similutud con la verdaera izquierad; aquella quye reconoce el inalienable drecho a la autodeterminación d etodos los pueblos.... Constato lamentablemente la certeza de aquella frase del gran escritor Josep Pla: ·"lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas.... Para meditar... Saludos.

    Hace 5 años 3 meses

  3. Chaleco Amarillo

    Mientras las condiciones de vida material de la población siguen sin estar garantizadas, la explotación laboral es una realidad y la precariedad el pan nuestro de cada día, a los “pensadores de izquierda no nacionalista” (Errejón y compañía) no se les ocurre otra cosa que decirnos que no nos acomplejemos por pertenecer a un país llamado España con una bandera que simboliza a la monarquía porque con el tiempo podremos hacerla nuestra y todos los problemas al parecer se habrán solucionado. Surrealismo en estado puro. Si seguimos así me largo a Marte.

    Hace 5 años 3 meses

  4. Tonitorres

    El problema de la izquierda no es otro que ha abandonado sus señas de identidad, la izquierda a la que me refiero no es nacionalista, sino más bien internacionalista, comprometida con una lucha por la igualdad que ha quedado en el olvido...ya nadie recuerda que todo se resume a una lucha de clases que ha quedado abandonada también. Sin ideales no existe movilización y éstos han quedado en desuso...no existe ni un sólo grupo activista que reivindique una sociedad sin clases...y así nos luce el pelo. Iniciaron el camino los "socialistas" y les continuaron los "eurocomunistas" yendo a representar una lucha inexistente al Parlamento Burgués con los fascistas de brazo en alto que se acostaron franquistas y despertaron "democratas de toda la vida" en un proyecto al que llamaron Transición y que no fue otra cosa que un continuismo vergonzante de la única dictadura fascista que prevaleció tras la II Guerra Mundial. De aquellos lodos...los barros actuales!

    Hace 5 años 3 meses

  5. c

    Republica federal Española

    Hace 5 años 3 meses

  6. Sergio Guerra

    Dos apuntes: [1] Querer reivindicar a España no es solo una cuestión sentimental y cultural. Querer reivindicar a España también es (y así debería exclusivamente) querer reivindicar al Estado que nos ha hecho posibles, Estado que no se identifica ni con el imperialismo depredador estadounidense, ni con el liberalismo desenfrenado al que se conduce la UE (en su afán de competición con el imperio estadounidense). Querer defender a España puede suponer querer defenderse del imperialismo y el liberalismo que nos acecha. No es solo una cuestión sentimental, también hay un fuerte componente racional asociado con convicciones políticas. [2] Es curioso que casi veinte años después de la publicación de "España frente a Europa" (1999) de Gustavo Bueno, obra por la que se pregonó una suerte de viraje a la derecha de su autor, ahora estén las izquierdas empezando a pensar que lo mismo el secesinismo no es cosa suya, y que hablar de España no debería darles miedo.

    Hace 5 años 3 meses

  7. svalk

    vaya novedad a estas alturas .. la propuesta canovista de ser español a quien no puede ser otra cosa.....

    Hace 5 años 3 meses

  8. Daniel Compostela

    Desde Galicia, por favor señores de izquierdas, llegan tarde, muy tarde. No hagan el juego a la derecha y se envuelvan en la rojigualda porque saldremos todos perdiendo. Hubiera sido bonito tener himno hace 20 años, pero ahora el monopolio de los símbolos es de la derecha. La izquierda debe envolverse en la bandera republicana y, sobretodo, la bandera obrera. Ese es mi consejo. El contrario nos llevará a una guerra de banderas "a ver quien la tiene más grande" donde van a salir perdiendo. Ustedes preocúpense del trabajador y sus condiciones, y busquen la vía emocional a través otros símbolos. La bandera déjenla para ellos.

    Hace 5 años 3 meses

  9. Jasón

    Siempre he defendido el derecho de autodeterminación y la condición plural de España, por lo que también me ha parecido siempre una incoherencia histórica, política y cultural insistir en afirmar un sentimiento catalán o vasco y negar un sentimiento español, aunque incluso hoy en día sean perfectamente compatibles para la mayoría en Cataluña y Euskadi (y no digamos en Galicia, Valencia, Navarra o Baleares). Por ello desde que el Parlament decidió intentar imponer la voluntad de un 47% de los catalanes sobre el otro 53% he insistido en diferenciar entre el estado catalán y Cataluña (con toda su hermosa diversidad de sentimientos, pareceres y lenguas) como siempre he insistido en diferenciar entre el estado español y España (con toda su hermosa diversidad de sentimientos, pareceres y lenguas). Dejar en manos de la derecha la definición de España y de lo patriótico es darle la razón a Franco. También es negar la realidad histórica de tantos españoles que se dejaron la piel, y a veces la vida, defendiendo la libertad de todos desde hace siglos. Lo que hace falta es convocar a los mejores historiadores de todas las Españas para acordar el relato colectivo sobre el pasado mejor documentado y equilibrado y transmitir esa visión, siempre sujeta a la revisión científica, en los manuales de todas las comunidades. Y fomentar el interés por todas las lenguas españolas como patrimonio colectivo. Hazañas hay para todos los gustos: la duda indiana de Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria frente al expolio de un Pizarro o Cortés (o la magna obra cartográfica, botánica, etnológica y linguística y la difusión mundial y revolucionaria del chocolate, la patata, el tomate y el pimiento frente al espíritu de los encomenderos). Las Comunidades de Castilla frente a la visión imperial de Carlos y su séquito. No estaria fuera de lugar recordar que ni los Austrias (con su desastrosa política en Flandes, que arruinó Castilla) ni los Borbones (con su desastrosa política centralista de tradición francesa) eran dinastías españolas, ni mucho menos los intereses que defendían. Un canon alternativo de lo español ya nos lo dio Menéndez Pelayo en su Historia de los heterodoxos españoles. Por qué tratar al Franquismo como momento fundacional y no las Cortes de Cádiz y el liberalismo parlamentario de un largo siglo antes de la llegada de los supuestos nacionales (un liberalismo con sus evidentes limitaciones, de acuerdo, pero la Revolución Francesa excluyó a la mujer y las lenguas minoritarias y la Constitución norteamericana consagró la esclavitud). Héroes nacionales asumibles para todos los tenemos a mansalva: Ramón y Cajal, Ochoa, Clara Campoamor, Rosalía de Castro, Fernando de Rojas, Cervantes, Góngora, María de Zayas, Goya, Pla, Miró, Jovellanos, los doceañistas, Larra, Ginér de los Ríos, María Zambrano y un largo et al. Recomiendo la lectura de Juan Marichal, El secreto de España (1995), exiliado republicano, profesor en Harvard y "retornado" en los años 80 a quien le parecía contraproducente la obsesión por el Franquismo a expensas de esa otra tradición, ilustrada y liberal, española.

    Hace 5 años 3 meses

  10. luis . e. moreno

    mucha palabra y poco contenido...parece relato ficcion de novelucha barata...y los ejemplos o comparaciones?...ufff....cuanto se aburre usted....izquierda ..derecha...banderas..no se..pero usted esta falto de sesera...o sentido comun...disculpe..pero lo que he leido es un truño y muy grande...se llama adoctrinar..adiios...no escriba mas por dios

    Hace 5 años 3 meses

  11. Redstar

    Esto es muy fácil. Totalmente de acuerdo con Grego. Ese proyecto ya existe. Se llama República Federal Socialista. Es República porque se basa en un proceso constituyente, en la elección del Presidente de la República y en un sistema democrático con separación de poderes. Es Federal porque defiende el derecho de autodeterminación de los pueblos oprimidos (desde el 1 de octubre, Cataluña lo es) y el antiimperialismo. Es Socialista porque defiende la solidaridad y la justicia social desde el sector público y porque está en contra un sistema que sólo quiere producir cada vez más al menor coste salarial, social y ecológico (generando cada vez más pobreza) y porque reparte las plusvalías así conseguidas entre menos manos cada vez (generando cada vez más desigualdad).

    Hace 5 años 3 meses

  12. Chaleco Amarillo

    El proyecto de esa “izquierda no españolista” que el autor busca pero no encuentra creo que está inventado hace tiempo, no consiste en atontar al personal con banderas rojigualdas para que compitan con Vox y así poder recuperar la “patria” como pretende Errejón, tampoco consiste en convertirse en muleta del PSOE y vendernos un salario mínimo de 900 euros como si fuera el gran logro del siglo. Es más simple que todo eso. Eso sí, requiere de una clara voluntad política en apostar de una vez por garantizar a TODA la población sus condiciones materiales de vida al margen del maldito trabajo asalariado. Eso es lo prioritario y lo urgente y para eso se inventó hace ya mucho tiempo la Renta Básica Incondicional y Universal (RBU) para eso, y para poder ser libres y no depender de nadie por el mero hecho de existir. Si hacen falta banderas saquen esa: una que ponga RBU y si quieren aprovechen la R mayúscula inicial para simbolizar también la República en la que deberíamos estar viviendo. No es tan difícil. Pero el tiempo pasa y nos vamos haciendo viejos, no vemos nada de esto, todo son disputas abstractas sobre cuestiones patrias de himnos, banderas y bobadas, mientras la incertidumbre, el paro y la precariedad es nuestro día a día. Es normal que en Cataluña muchísima gente quiera independizarse, yo también lo querría porque estoy harto de que ni la izquierda española nacionalista ni la no nacionalista, ni Rita la cantaora, planteen soluciones al problema material vital de las personas. Todo es seguir centrándose en descubrir “la tecla sentimental” adecuada que aglutine a una población cuyo deficiente nivel de subsistencia no parece ser un elemento lo suficientemente importante como para que sea tomado en cuenta por las mentes pensantes de la autodenominada izquierda.

    Hace 5 años 3 meses

  13. Chaleco Amarillo

    Errata: Es más simple que todo eso (quería decir)

    Hace 5 años 3 meses

  14. Chaleco Amarillo

    El proyecto de esa “izquierda no españolista” que el autor busca pero no encuentra creo que esta inventado hace tiempo, no consiste en atontar al personal con banderas rojigualdas para que compitan con Vox y así poder recuperar la “patria” como pretende Errejón, tampoco consiste en convertirse en muleta del PSOE y vendernos un salario mínimo de 900 euros como si fuera el gran logro del siglo. Es más simple que todo. Eso sí, requiere de una clara voluntad política en apostar de una vez por garantizar a TODA la población sus condiciones materiales de vida al margen del maldito trabajo asalariado. Eso es lo prioritario y lo urgente y para eso se inventó hace ya mucho tiempo la Renta Básica Incondicional y Universal (RBU) para eso, y para poder ser libres y no depender de nadie por el mero hecho de existir. Si hacen falta banderas saquen esa: una que ponga RBU y si quieren aprovechen la R mayúscula inicial para simbolizar también la República en la que deberíamos estar viviendo. No es tan difícil. Pero el tiempo pasa y nos vamos haciendo viejos, no vemos nada de esto, todo son disputas abstractas sobre cuestiones patrias de himnos, banderas y bobadas, mientras la incertidumbre, el paro y la precariedad es nuestro día a día. Es normal que en Cataluña muchísima gente quiera independizarse, yo también lo querría porque estoy harto de que ni la izquierda española nacionalista ni la no nacionalista, ni Rita la cantaora, planteen soluciones al problema material vital de las personas. Todo es seguir centrándose en descubrir “la tecla sentimental” adecuada que aglutine a una población cuyo deficiente nivel de subsistencia no parece ser un elemento lo suficientemente importante como para que sea tomado en cuenta por las mentes pensantes de la autodenominada izquierda.

    Hace 5 años 3 meses

  15. Francisco

    Cuál izquierda? Han guardado silencio cómplice ante el abusivo encarcelamiento de legisladores catalanes democráticamente electos y la querella de Vox, cuyo resultado serán las próximas sentencias como castigo ejemplarizador.

    Hace 5 años 3 meses

  16. Grego

    Que rápido de desecha una república española con ese supuesto vecino que le suena a enfrentamiento y prehistoria política. A mi la bandera del reino no me va a representar jamás, no creo q sea el único, y no voy a feikear para "estratégicamente" representar q si. Tengo mil motivos paq m de asco y no soy ni vasco ni catalán, soy de Badajoz. A mi éste rollo de disputar la patria a la derecha m está cansando ya, pintarlo todo lo simpático que querais pero aquí el problema que tiene la supuesta izquierda es que NADIE está abanderando una ruptura democrática con el estado español ni abriendo un sistema de toma de decisiones y maneras de ejercer el poder que vaya de abajo arriba. Loq veo es peña que está muy agusto con un puesto institucional criticando a losq se juegan el tipo y la cárcel por una verdadera ruptura. A éste paso lo mismo me da español q catalán yo ya puestos me hago portugués que por lo menos no tiene rey.

    Hace 5 años 3 meses

  17. Nachogijon

    Asiento al análisis César, aunque mi problema sea la desmotivación hacia el espíritu que pretende materializarse a través del crucifijo amarillo.

    Hace 5 años 3 meses

  18. porcorosso

    Muy, muy interesante su articulo y su punto de vista, demos por bueno que no todos los que cuelgan una bandera de España son fachas y no todos los votantes de Vox son fascistas, pero ¿y si una parte importante de este país se siente cómoda siendo fascista ? ¿ y si estos 40 años solo han sido un paréntesis?, los votantes de Vox, por ejemplo, se ofenden cuando se les llama fascistas, pero es lo que han votado, aunque lo nieguen, estar desilusionado , no encontrar opciones, estar desorientado ¿ justifica el fascismo?, estoy de acuerdo en que la gran mayoría de votantes de Vox no se han leído su programa ( o quiero pensarlo para mi propia tranquilidad personal) pero este hecho ¿ sigue justificando el voto fascista ?, se puede votar en blanco o no votar. La proclamación de la “unidad indisoluble de España”, la equiparacion del terrorismo con los independentistas o la criminalización y persecución de los que piden la república o simplemente los que piden mas libertad y democracia, la negación de hechos históricos incluso la negación de problemas sociales que necesitan solución (viviendas, genero, aborto,etc) todo eso es fascismo. ¿Que vengan a por mi ?, porque no quiero lo mismo que los demás y pretendo lograrlo por medios pacíficos, porque mis ideas son diferentes, me suena muy cerca del fascismo en el contexto en que lo desarrollan. El problema no es que la derecha fascista crezca es que la izquierda de este país ( si se le puede llamar así ) no hace nada para combatirla ni aquí ni en Europa. ¿ que queda de la izquierda? ¿ que futuro tenemos en este país denominado España, no solo yo como catalán si no el resto de personas que “ no van a por mi”? El fascismo se basa en el totalitarismo y el nacionalismo, solo hay que echar una miradíta a los discursos de los políticos de derechas desde PP a VOX y cumplen sobradamente las premisas necesarias para ser considerados fascistas, esto suena tan mal como decir que estamos donde estamos por culpa de la “transición ejemplar” que consistía en que un policía te pega en comisaria un lunes acusándote de comunista y el martes , que ya se ha hecho la transición” este mismo policía ayuda a ancianitas a cruzar la calle.

    Hace 5 años 3 meses

  19. fer

    Peligros? dar el paso unionista no nacionalista y democratico? Te refieres al peligro que supone quedarse sin trabajo?

    Hace 5 años 3 meses

  20. fer

    He leido el articulo como el que lee la narración de un adolescente que empieza a comprender a sus padres. Creo que ahora mismo España podría ser un objeto revolucionario, emancipador, la bandera española el símbolo del contrato entre una organización administrativa y politica estatal y los ciudadanos, un contrato cuyo cumplimiento se ha de exigir con prioridad a cualquier otra reivindicación. Pues eso ven muchos votantes en VOX, no les preocupa que les acusen de extrema derecha, para ellos eso es lo de menos, tienen otras prioridades.

    Hace 5 años 3 meses

  21. Sabina

    Muy buena reflexión.

    Hace 5 años 3 meses

  22. Rutger Hauer

    Ah, señor Rendueles. Y usted no fue insumiso. Fue un egoísta insolidario. Otros en su situación, objetaron y condujeron ambulancias o hicieron otras cosas por la comunidad. usted se negó.

    Hace 5 años 3 meses

  23. Rutger Hauer

    He tenido ganas de dejar de leer cuando he leído que la audiencia nacional se dedica a encarcelar presos políticos (así, sin más, oiga. Como si ahí no se hubiera condenado a ningún narcotraficante, terrorista o se hubiera conseguido detener a Pinochet). Lo he dejado definitivamente en la parte que señala que la bandera española es militarismo y cárcel. Entiendo que el artículo consiste justamente en hacer enmienda de esas concepciones que el autor tuvo... pero es demasiado.

    Hace 5 años 3 meses

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