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Análisis

Ortega: la posverdad nicaragüense

Con casi 400 muertos en tres meses y un éxodo juvenil que proporcionalmente dejará pequeño al venezolano, es hora de llamar dictador a quien mata a civiles desarmados para perpetuarse en el poder

Mercedes Gallego Managua , 20/07/2018

<p>Manifestación en Managua en contra de las políticas del gobierno de Daniel Ortega. Nicaragua, 9 de mayo de 2018. </p>

Manifestación en Managua en contra de las políticas del gobierno de Daniel Ortega. Nicaragua, 9 de mayo de 2018. 

Jorge Mejía Peralta (Flickr)

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Hay poderosas armas de destrucción masiva que se escapan de cualquier convención. Putin, Trump y ahora Ortega descubrieron el poder de lanzar a las cámaras una mentira flagrante sin pestañear, cuanto más grande, mejor. Sin medias verdades, sin visos de realidad, contra toda evidencia, aunque esté grabado, rebobinado y requeteprobado. Tan descabelladas que nos estallan en la cara y nuestro cerebro no es capaz de digerirlas. Quienes las lanzan cuentan con ello.

Hasta el día de hoy, el presidente ruso insiste en que no hay tropas rusas en Ucrania. El de Estados Unidos le sube la apuesta día sí, día no, desde que aseguró tener pruebas de que Obama había nacido en Kenia o que la asistencia a su investidura había sido la mayor de la historia –“hechos alternativos”, los llamó perversamente su asesora de comunicación Kellyanne Conway, sobre fotos que hablaban a gritos. El de Nicaragua va todavía más lejos. Daniel Ortega empezó llamando delincuentes a los manifestantes del 19 de abril, luego les culpó de los crímenes que cometen sus paramilitares, la semana pasada acusó a los curas de “satánicos” y ahora llama “cómplice de terroristas” al Alto Representante de Derechos Humanos de la ONU. Mientras masacra al pueblo que ha levantado barricadas para impedir la entrada de paramilitares dice en Bruselas haber derrotado a “los golpistas” y “avanzar en el camino de la paz”. Tanto cinismo marea.

Nos inmunizamos, vamos subiendo el listón. Ellos también

Está probado que cuanto más escuchemos una mentira, mayores serán las posibilidades de que penetre en nuestro cerebro. El viejo "calumnia, que algo queda" es la versión popular de un complicado proceso neurológico por el que nuestro cerebro se ve obligado a asimilar la información que recibimos sólo para poder analizarla y desmentirla, dejando una serie de patrones neurológicos en los que, con el tiempo, se pierde la fuente, pero queda un vago recuerdo de algo difícil de precisar y que deja de escandalizarnos. Nos inmunizamos, vamos subiendo el listón. Ellos también.

El otro capricho cognitivo es que nuestro cerebro otorga prioridad a aquellas informaciones que se alinean con nuestra visión del mundo. Por eso no sorprende que haya quien crea a Ortega cuando afirma que la CIA y el imperialismo yanqui están financiando a los manifestantes para derrocar a un honroso gobierno de izquierda. Después de todo estamos acostumbrados a ver a Estados Unidos meter las manos en Latinoamérica, sólo que Nicaragua ya no tiene un gobierno de izquierda ni es prioridad para la CIA. 

 

Esa es la otra gran mentira perpetuada por Ortega y el gran pecado de quienes hemos permitido con nuestro silencio que siniestros personajes como él o Maduro se apropien de lo que el escritor nicaragüense Sergio Ramírez llama “la franquicia de la izquierda”. Me lo reprochó en Nueva York días antes de recoger el Premio Cervantes: “¿Y eso es izquierda?”, cuestionó molesto. “¡Yo sigo siendo de izquierda! Me siento profundamente identificado con la izquierda y no puedo aceptar que todo eso se haga en nombre de la izquierda”.

Todavía Ortega no había empezado a asesinar indiscriminadamente, sólo lo hacía de forma selectiva. Era 16 de abril, faltaban dos días para que los estudiantes se levantaran en protesta por el decreto ley para reducir las pensiones y tres para que los reprimiera a tiros. Ramírez, exvicepresidente de Ortega, no podía ni imaginarse lo que estaba por venir, pero ya sabía que en los últimos once años el líder sandinista se había dedicado sistemáticamente a consolidar el poder reformando la Constitución y a convertirse en el mismo capitalista contra el que todavía da discursos retóricos de los 80. Acumuló empresas con testaferros gracias al petróleo venezolano, que se vendía en Nicaragua por encima del precio de mercado, pese a llegar subsidiado.

“Lo que yo aprendí cuando tenía 17 años”, insistía Ramírez, es que era al revés, “la izquierda es para repartir los panes y multiplicarlos, no para echarse los cuatro panes que existen a la bolsa y matar de hambre al resto de la gente, como hace Maduro”.

Para eternizarse en el poder, Ortega pactó con la Iglesia, con los empresarios y hasta con Estados Unidos. Frenó la inmigración en la frontera, cumplió los objetivos del FMI, le hizo de puente al narcotráfico e incluso se distanció de la conducta cubana, pese a que adoptó su modelo de control social. ¿Para qué iba a querer Estados Unidos deshacerse de un mandatario tan cómodo y desestabilizar toda Centroamérica?

Renegar de quien mancha el nombre de la izquierda y aceptar que la locomotora se volvió loca

Washington miraba para otro lado, como todos nosotros, los medios de comunicación que durante los últimos diez años habíamos abandonado la cobertura de un país que dejó de ser noticia. Somos responsables de que el lector medio se haya quedado anclado en el líder ochentero de una revolución que ahora cumple 39 años sin explicarle cómo se transformó en el mismísimo dictador contra el que luchó. Ramírez y tantos otros que dieron su vida por un país más justo no tienen hoy nada que celebrar. Con casi 400 muertos en tres meses y un éxodo juvenil que proporcionalmente dejará pequeño al venezolano, es hora de combatir la posverdad con verdades como puños y empezar a llamar dictador a quien mata a civiles desarmados para perpetuarse en el poder. Renegar de quien mancha el nombre de la izquierda y aceptar que la locomotora se volvió loca. No hace falta abandonar el tren, sólo cambiar de locomotora.

Quienes reclaman su salida no son “los pobres de derecha”, sino verdaderos sandinistas de carné que asisten asqueados a su diabólica transformación en mesías. Su ejército personal siembra el terror y lo celebra con vivas a Daniel, coreando su nombre puño en alto con el Oé del Mundial. Ellos mismos se graban y suben los vídeos a las redes, se pasean impunemente frente a las cámaras y la población, custodiados por la policía, seguros de que tanto descaro no podrá penetrar nuestro entendimiento. No basta condenar la violencia con una ambigüedad cómplice que puede entenderse como de ambas partes. En Nicaragua no hay más parte que un estado de fanáticos asesinos y un pueblo que por primera vez quiere hacer la revolución sin armas. La verdad, sin tapujos, es el único antídoto para la posverdad. 

 

 

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Mercedes Gallego es corresponsal en Nueva York del diario El Correo y los periódicos del grupo Vocento. Cubrió Centroamérica en los años 90 y actualmente es la enviada especial a Nicaragua.

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Mercedes Gallego

Corresponsal del Grupo Vocento en Nueva York desde hace 16 años, autora del libro 'Mas allá de la batalla: Una corresponsal de guerra en Irak' (Temas de Hoy) y codirectora del documental 'Rape in the Ranks: The Enemy Within'.

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14 comentario(s)

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  1. Roger

    Hace una semana descubrí este medio por casualidad y en principio me parecía diferente... hasta que leo esta m....... de artículo (por llamarlo de alguna manera). Gracias por no hacerme perder ni medio minuto más de tiempo con vosotros.

    Hace 5 años 7 meses

  2. Pietro

    Es difícil entender lo que pasa en Nicaragua, me parece que las manifestaciones surgieron a raíz de la voluntad del gobierno de este país de someterse a las reglas del FMI, es decir una decisión ordoliberista clásica como las de Macri, por ejemplo. Los ordoliberistas que tendría N que apoyarle pero tachan Ortega de dictador y represor. Algo no es claro. La estética de los manifestantes es idéntica a las de las matas y de los carteles. Si los manifestantes han sido hegemonizados por matas y carteles Ortega tiene que ser apoyado por ser el mal menor. El esquema parece el mismo que en la primaveras árabes donde los rebeldes demócratas resultan ser luego jihadistas terroristas y asesinos o beduinos sedientos de venganza clásnica o señores de la guerra queriendo controlar el petróleo (Libia, Siria) y los países afectados se hunden en el horror de la guerra por bandas, y los progresistas que apoyaron la primavera se hacen los suecos. Aquí parece que no se trate jihadistas sino de matas y carteles, el horror está a la vuelta de la esquina. El artículo es demasiado propagandista y acritico.

    Hace 5 años 8 meses

  3. Zunbeltz

    CTXT no vais a ningún lado con periodistas ( por llamarlo de alguna manera) de este tipo, menos si quereis tener un minimo prestigio entre la izquierda. Vocento, o sea ABC y sus cabeceras vascas por ejemplo, son un vestigio del monarquismo borbónico que se desprestigia por sí sólo, mal camino lleváis por esta senda.

    Hace 5 años 8 meses

  4. Javier RP

    Gracias, Mercedes Gallego: mientras otros callan o son cómplices activos, usted es capaz de decirlo en voz alta: cómo hemos podido tragarnos este sapo. Gracias otra vez, Mercedes Gallego.

    Hace 5 años 8 meses

  5. Fernando

    y yo que pensaba... bueno por fin un articulo sobre Nicaragua que viniendo de ctxt me lo puedo creer... Menuda decepción... y como dice uno mas arriba, encima "Analisis"... que pinta Maduro, Ucrania, etc en el "Analisis"?...

    Hace 5 años 8 meses

  6. Harto

    O sea que "análisis", ¿eh? Repetir las mentiras de siempre. Un par de años después se sabe la verdad, los "europeístas" ucranianos eran nazis, los "rebeldes sirios" yihadistas extranjeros, no había armas de destrucción masiva en ningún sitio, la oposición venezolana quemaba gente viva... Y ahora intentan colarnos otra con un guion idéntico al de Venezuela. Pero el "análisis" nos dice que esta vez, sí, te lo juro, es verdad. A paseo, hombre

    Hace 5 años 8 meses

  7. Xulio

    Decepcionante la publicación de este "análisis" sobre la situación actual de Nicaragua. Es un panfleto sectario. La autora está en su derecho de opinar lo que considere, pero CTXT debería ser más exigente.

    Hace 5 años 8 meses

  8. Uwe Bein

    Sorprende y descepciona leer a una periodista de Vocento en CTXT. Nefasto articulo

    Hace 5 años 8 meses

  9. Fernando Aranburu

    Leo el articulo y los comentarios. Me quedo perplejo. Tengo poca información fiable sobre Nicaragua. Vocento nos va a aproximar a la verdad??????

    Hace 5 años 8 meses

  10. Iars

    Jodo, desde Nueva York apoyando a pandilleros terroristas, como en ukrania, si han llegado a apoyar a los salafistas en Siria y en Libia. Jaja, que no nos engañais. Ya puedes cobrar 4 duros por el articulo, pero que sepas que estás con los terroristas .

    Hace 5 años 8 meses

  11. Jose

    A qué viene apuntar a Maduro en un artículo sobre Nicaragua. Manipulación. Posverdad aplicada.

    Hace 5 años 8 meses

  12. marte

    Si Sergio Ramírez es el referente de esta señora periodista, entiendo muy bien su artículo. Además los malos son Trump, Putín y Ortega. Y se atreve a hablar de postverdad, la de los otros.

    Hace 5 años 8 meses

  13. Shaul

    Nicaragua y su pueblo tienen una revolución social que comparada con los gobiernos narcoterroristas de el salvador ,honduras, Guatemala ,Colombia, Perú etc. a excepción de costa Rica se podría decir que Nicaragua es un balneario comparado con esos otros paises . Miles de personas mueren por las bandas de pandilleros la prensa internacional no hace caso miles de centroamericanos salen de su paises por la violencia nade se acuerda de ellos .Nicaragua lo que esta haciendo es contener a las hordas d pandilleros de las Maras 13 y Salvatrucha infiltrados en territorio Nica , con el apoyo de la iglesia .Demasido suave esta siendo el pueblo Nicaragüense debe sacar a los cachorros de Sandino y exterminar hasta el ultimo pandillero.

    Hace 5 años 8 meses

  14. Karellen

    Hay quien insulta y difama y el peso de la ley le cae encima. Pero hay quien insulta y difama y cobra un sueldo por ello. No pasa nada, mientras el objetivo sean los países latinoamericanos cuyos gobiernos, simplemente por no alinearse con los propósitos imperiales, son objetivo de los Estados Unidos de América. Ya saben, Brasil, Honduras, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba, y ahora Nicaragua. No contextualizan, no contrastan, no dan una versión equilibrada de los hechos. La Verdad Pura sale de sus bocas y de sus teclados, y sólo por casualidad, resulta que es la versión que más conviene a los que no dudan en recurrir a la extrema violencia urbana, a las bandas armadas y a los francotiradores para derrocar gobiernos legítimos, rebautizados como "dictatoriales". Les llaman periodistas. Yo les llamo mercenarios.

    Hace 5 años 8 meses

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