Análisis
Dimite y vencerás
La práctica de formar una sociedad para pagar menos al fisco es tan vieja como la propia reforma fiscal del comienzo del régimen, la que hizo Francisco Fernández Ordóñez en 1977
Emilio de la Peña 14/06/2018
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas (info@ctxt.es).
Escuché a un autor de novelas, y esporádicamente de artículos en prensa, explicar la diferencia fundamental entre ambas formas de literatura. En una novela, por lo general se comienza relatando los hechos hasta llegar al final, en que se produce el desenlace. Un artículo periodístico en cambio comienza casi siempre con el desenlace y a partir de ahí se redactan los hechos que lo han causado. Yo en ocasiones incumplo esta norma: voy de los hechos a las consecuencias, porque argumento para sacar conclusiones de ello. Pero esta vez me sujetaré a la pauta que daba el autor de novelas. En este caso, se evitan posibles problemas de interpretación.
Màxim Huerta tenía que dimitir como ministro de Cultura, y lo hizo 11 horas después de publicarse la noticia de que había defraudado al fisco, según sentencia firme. Debía dimitir no sólo por la gravedad del hecho, sino por la naturaleza del Gobierno del que formaba parte. Pedro Sánchez ganó la presidencia del Gobierno no por su programa, ni por su liderazgo sobre siete u ocho fuerzas políticas que le apoyaron. Ganó porque era la solución para echar del poder a un partido corrupto y falto de limpieza política. Su objetivo esencial era la regeneración democrática, como afirmó Sánchez en su discurso ante el Congreso. Eso hacía inadmisible el comportamiento de Huerta.
Ahora vamos con los hechos que han ocasionado la dimisión. El exministro de Cultura más efímero de este régimen político constituyó una sociedad, en la que sólo figuraba él, para cobrar a través de la misma lo que le pagó Telecinco en 2006, 2007 y 2008 por trabajar en el Programa de Ana Rosa. Tributaba así por el impuesto de sociedades en lugar de por el IRPF. De ese modo, pagaba menos a Hacienda. El tipo máximo del impuesto de sociedades pasó en esos años del 35 al 30 por ciento. Además se deducía su segunda vivienda, al declararla sede de la sociedad. Así le salió a pagar al fisco 21.800 euros por haber ganado casi 800.000. En el IRPF, el tipo máximo era entonces del 43 por ciento. La Inspección de la Agencia Tributaria consideró que esto era ilegal, que debía haber tributado por el IRPF, como debe hacerlo todo el mundo. Entendió que de ese modo defraudaba 218.000 euros y le obligó a pagar 366.000, incluyendo aquí la deuda con Hacienda, la multa y los intereses.
Lo que hizo Huerta era una práctica extendida entre los profesionales artistas, deportistas y estrellas mediáticas. Tanto que son muchos los que tienen o han tenido un conflicto semejante. Algunos nombres de los “pillados” por Hacienda han salido por todas partes. El más insigne de todos es el expresidente del Gobierno, José María Aznar, que defraudó al fisco 346.000 euros y fue obligado a pagar eso y una multa de 70.000 euros más. El argumento de “hemos sido muchos” fue esgrimido por el ya exministro Huerta en su despedida airada. Pero la excusa más contundente que utilizó fue que Hacienda había cambiado de criterio, que entonces, en 2006, 2007 y 2008 no era ilegal. Lo llamó actuación retroactiva. Esto no es así.
Hacienda no cambió de criterio esos años, ni antes ni después. La práctica de formar una sociedad para pagar menos al fisco es tan vieja como la propia reforma fiscal del comienzo del régimen, la que hizo Francisco Fernández Ordóñez en 1977. Tanto es así que su autor decía con sorna que cada vez tenía más amigos jurídicos (esto es, que tributaban mediante una sociedad) y menos físicos (los que pagaban al fisco por el IRPF). Hacienda dejaba hacer. Si acaso pescaba a alguno de vez en cuando.
La práctica se fue generalizando. Ya no sólo los amigos de Fernández Ordóñez, sino muchos de los que no estaban sujetos a nómina y ganaban bastante pasta se acogieron a ella, aconsejados por asesores fiscales. Hacienda no cambió de criterio; simplemente, a partir del año 2000, decidió que la Inspección incluyera en sus programas anuales de lucha contra el fraude la persecución de esta “costumbre”. Había dos razones. La generalización de esa forma de declarar menos y la necesidad de recaudar más. Perseguir esto era muy fácil para los inspectores de la Agencia Tributaria. Bastaba con examinar las declaraciones de profesionales, artistas, deportistas, estrellas de la tele o la radio, etc. Era mucho menos complicado que detectar tramas de fraude fiscal, para lo que los propios inspectores han denunciado que carecen de medios. Basta con revisar el Plan de la Inspección de la Agencia Tributaria de 2001, publicado en el BOE. En él se establece que se deberá controlar entre otras cosas lo que denomina "Sociedades-Socios". En el caso particular del sector de "Profesionales" se intensificarán los esfuerzos, a la vez que se amplía la programación a sectores de deportistas y artistas profesionales, dice textualmente.
No en todos los casos el investigado ha salido mal parado. Algunos han podido demostrar que la sociedad constituida tenía una actividad o que era justificable tributar así. Pero en el caso de Màxim Huerta no había donde agarrarse, a la vista de lo que recoge la sentencia última del Tribunal Superior de Justicia de Madrid del año pasado. El trabajo de Huerta por el que cobraba en Telecinco era personal y sistemático. No podía ser sustituido por otro, es decir, como cualquiera que cobra por nómina. La sociedad no tenía actividad alguna. La creó ex profeso para tributar por sus ingresos. En su sede no se hacía actividad alguna. Y la intención era pagar menos a Hacienda. Por eso la sentencia habla de culpa y ausencia de buena fe. Eso sí, no podía ser acusado de delito fiscal porque no superaba los 120.000 euros de fraude en ninguno de los años inspeccionados. Tampoco había dolo, es decir, voluntad deliberada de cometer un delito: no ocultó sus ingresos, no falseó sus cuentas. Por ello, la infracción es calificada de leve.
En su despedida, el breve ministro se refirió también a la caza de brujas. Es una acusación extendida y posiblemente cierta, pero no para su caso particular. Si uno repasa los últimos años, el cazador de brujas que encuentra es Cristóbal Montoro, desde hace tres semanas exministro de Hacienda. Desde el propio Congreso de los Diputados amenazó a artistas, políticos o medios de comunicación, insinuando que no cumplían con sus obligaciones fiscales. Durante su mandato se sucedieron, quizá por primera vez, continuas filtraciones de datos fiscales, algo taxativamente prohibido y sancionable. El caso más llamativo fue el de Juan Carlos Monedero. Montoro afirmó que Monedero tenía una deuda con Hacienda por declarar a través de una sociedad lo ganado en asesorías a gobiernos de Latinoamérica. De ese modo el posible fraude era de 100.000 euros. Pero no hubo tal fraude porque la amenaza de Montoro sirvió para que Monedero regularizase con la Agencia Tributaria antes de que se le notificase nada. Declaró por el IRPF y el IVA, además de la forma que más tenía que pagar. Evitó así la Inspección pero no las consecuencias políticas. Era el número tres de Podemos y dimitió de todo cargo en la formación.
Para acabar, dos apuntes. Màxim Huerta habló en su despedida de una sociedad ahogada por el ruido y las descalificaciones. Es cierto, pero sobre todo lo que hay es una sociedad hípersensibilizada por los escándalos económicos y por haber tenido que pagar con la pérdida de empleo y derechos sociales la crisis que generaron los poderosos.
Y algo que no entiendo. Asegura que no le informó a Pedro Sánchez de este asunto cuando le propuso ser ministro. Además, durante unas horas se resistió a abandonar el cargo, que finalmente dejó.
¿Tanto mola ser ministro?
Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas
Autor >
Emilio de la Peña
Es periodista especializado en economía.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí