1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Conversaciones CTXT / Benoît Hamon, excandidato socialista a la presidencia francesa

“Rajoy ha dejado pudrirse la situación catalana para ganar votos en el resto de España”

Mónica Andrade Miguel Mora Arturo Tena 11/04/2018

<p>Benoît Hamon, en la redacción de CTXT. </p>

Benoît Hamon, en la redacción de CTXT. 

Mónica Andrade

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT necesita un arreglo de chapa y pintura. Mejorar el diseño, la usabilidad… convertir nuestra revista en un medio más accesible. Con tu donación lo haremos posible este año. A cambio, tendrás acceso gratuito a El Saloncito durante un mes. Aporta aquí

Benoît Hamón (Saint-Renan, 26 de junio de 1967), 50 años. Es hijo de secretaria e ingeniero de unos astilleros militares. Pasó parte de su infancia (de los 9 a los 13) en Senegal, y luego, tras el divorcio de sus padres, vivió en Finisterre, en la zona de Bretaña, donde se licenció en Historia. Se declara bretón, y es simpático y accesible; estudió en un colegio católico y se confiesa religioso.

Ha estado en política toda la vida. Participó en el movimiento estudiantil y empezó su militancia en el Partido Socialista de Francia a los 19 años. En 2017, tras ser ministro dos veces con Hollande, se presentó a las primarias del PS, oponiéndose a Manuel Valls con un programa claramente de izquierda (con medidas como la Renta Básica, despenalización del cannabis, democratización de la economía…). Hamon ganó en la segunda vuelta gracias al apoyo de las bases (58%); como Pedro Sánchez. Y fue candidato a las presidenciales en 2017: obtuvo el peor resultado de la historia del PS: un 6% de los votos. En las legislativas de junio, el PS pasó de 314 diputados a 33.

Tras estas “catástrofes”, abandonó el Partido Socialista y creó un movimiento de izquierdas (Movimiento 1 de Julio) que se ha convertido en partido: Génération·s. Su objetivo son las elecciones europeas de 2019, crear la primera lista transnacional europea con un candidato a la presidencia de la Comisión. Un frente de izquierdas casi extraparlamentario que cuenta con muy pocos apoyos: Varoufakis, Luigi de Magistris (alcalde de Napoles), además de los pequeños partidos Livre (Portugal), Alternative (Dinamarca) y Razem (Polonia). 

Hamon representa al ala izquierdista del reformismo socialista, y se desmarca de la deriva “neoliberal” de los partidos socialdemócratas en Europa. Tiene un discurso moderno, utópico, que quiere conectar especialmente con los jóvenes. Sabe que es un outsider, pero no pierde el entusiasmo. Durante una reciente visita a Madrid, y tras ser recibido “de manera cordial, pero neutra” por Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento, Hamon pasó por la redacción de CTXT y contestó durante una hora a las preguntas de Mónica Andrade, Miguel Mora y Arturo Tena.  

Hablemos de Cataluña. Ha hecho declaraciones muy duras al respecto...

No tan duras… En Generation·s no somos independentistas, y yo nunca me he posicionado a favor de Cataluña. Pero el movimiento independentista es muy plural y eso lo percibimos. No somos especialistas en esta cuestión pero un acontecimiento como este no es anodino en la vida democrática europea. Una región que se pronuncia a través de un referéndum organizado por Puigdemont y sus amigos; los resultados que hemos conocido; la reacción de las autoridades españolas; la historia de relaciones complicadas entre el PP y Cataluña… No podemos decir que el Gobierno no haya echado leña al fuego estos últimos años. Todo esto lo conocemos, pero, ¿qué marca el conflicto? A mi parecer, se ha llegado a un extremo tal que se organiza un referéndum ilegal que suscita una reacción amparada por la consideración de ilegalidad, que consiste en el envío de policía y en hacer volar las urnas ante la mirada de las cámaras. En una Europa que cultiva su jardín democrático, esto supone una aberración total. Y después se judicializa y se criminaliza un proceso político. Yo tengo reproches que hacerle a Rajoy, aunque entiendo que esto le otorga popularidad en la cuestión de la identidad española y favorece su acercamiento a Ciudadanos. De hecho, ha encontrado un buen compañero, Manuel Valls, que hizo lo mismo en Francia… 

¿Con el Islam?

La cuestión del Islam es distinta, no es una cuestión regional… Pero bueno, desde un punto de vista externo, del que mira desde fuera, veo que nos encontramos ante una democracia de un gran país europeo que tiene gente en la cárcel por razones políticas. No cuestiono el fundamento legal, pero están encarcelados por esa razón. Exiliados por razones políticas, perseguidos por órdenes de arresto internacional… Nos preguntamos si no hay una solución a todo esto, si no es posible que la gente se reúna alrededor de una mesa como en cualquier democracia. Que se sienten Rajoy y Puigdemont frente a frente...

Aquí se ha dialogado incluso con los terroristas de ETA.

Es incomprensible, salvo si se tiene en cuenta que hay un cálculo político a corto plazo. Lo que percibo de todo esto es la herida que quedará. El cleavage izquierda/derecha ha explotado completamente en Cataluña y de esto quedará una herida profunda. Con el tiempo todo se resuelve… Pero…

La última vez que España encarceló a líderes catalanes, tuvimos cuarenta años de franquismo antes de volver al Estado de las autonomías.

Para mí la segunda cuestión es, ¿dónde está el gran demócrata Macron aquí? ¿Dónde está la estrella que brilla? Ni Merkel sabe decirnos qué ha pasado. Lo que extraigo como consecuencia es que estos líderes que se consideran ligados a la democracia la cuidan muy poco. Ya vimos el desprecio al referéndum griego y ahora al necesario proceso político que debería abrirse en España para encontrar una solución duradera y pacífica. Tenemos un gran problema con estas élites. No puede haber un desfase tan grandecon respecto a los grandes discursos de que Europa es la paz y la democracia.

¿Podría dar algunos ejemplos de lo que podría hacerse? Por favor…

Nadie ha pedido a España que reconozca la independencia de Cataluña, yo nunca he defendido esto. Podemos hablar de Córcega, del País Vasco… Vamos a hablar, no tengo problema, soy bretón, algo sé del tema. (risas) Pero a lo que quería llegar: aquí hay urnas que han volado por los aires, hay personas que han sido golpeadas cuando querían votar, hay personas en prisión y personas forzadas al exilio. No es una situación normal, no es una protesta ordinaria, nos encontramos frente a símbolos poderosos.

Pero la razón o la moderación parece difícil…  

He pasado una época en Bruselas, ahí tenía amigos españoles y catalanes, y me sorprendió ver a catalanes no independentistas moverse, no hacia el independentismo, pero hacia ciertas posiciones anti-Madrid. Esto me sorprendió bastante: la polarización, incluso dentro de familias. Está la cosa tensa…Pero escucho al resto de España cansada del tema de Cataluña, de la victimización permanente. Por otro lado, los catalanes están cansados de que se les diga que deben resignarse. Hay argumentos…

…emocionales.

Efectivamente. La cuestión es si Rajoy ha jugado con la fibra emocional o tiene la voluntad de encontrar una solución. No, ha dejado que se pudra…El referéndum era efectivamente ilegal, pero si hubiera querido realmente interrumpirlo o prohibirlo, probablemente tenía los medios para hacerlo. Pero dejó que se organizase y luego envió a la policía a 80 centros de votación sobre un total de 2000. Envió la policía a unos pocos colegios para forzar hasta el extremo, esperando recuperar votos en el resto de España. No se quiso interrumpir o intervenir realmente, para dejar que se pudriera. Y después, un dirigente político que lleva policías de toda España a Cataluña otorga cierto sentimiento de orgullo a quienes son nacionalistas españoles. Le hace ganar votos en el resto de España. Y Cataluña de todas formas está perdida, son cero votos.

Vamos con Francia y la socialdemocracia. ¿Quién mató al Partido Socialista francés?

Creo que no hay que buscar un asesino, lo veo más como la historia de la gallina sin cabeza: si le cortas la cabeza a un pato o a una gallina, sigue corriendo durante un tiempo. La socialdemocracia en Europa se descabezó hace ya muchos años, desde que se adhirió a los axiomas de conservadores y liberales en políticas macroeconómicas e incluso en la cuestión de la redistribución de la fiscalidad. Podemos plantear dos ejemplos chocantes como Alemania y Francia: Gerhard Schröder en Alemania acabó vinculándose a posiciones históricamente de derechas respecto al coste del trabajo, con las Leyes Hartz y la reforma del mercado de trabajo. Con François Hollande la socialdemocracia se acercó a la derecha con la reducción del coste del trabajo y la reforma del mercado laboral, la conocida como “ley El Khomri”. En ese momento, la izquierda perdió la poca vinculación que le quedaba con su base social, que es la clase media y obrera que obtiene sus ingresos principalmente del trabajo. Se empieza por aquí, y una vez se abren los diques, el agua se adueña de todo. En la izquierda francesa, Hollande acaba defendiendo la privación de la nacionalidad como respuesta al terrorismo, y el posicionamiento de Valls sobre la cuestión de la identidad nacional es el de la derecha francesa, en absoluto el histórico de la izquierda francesa. En definitiva, no sé si hay que buscar el nombre de un asesino o de un homicida…

Entonces un suicidio con cooperadores necesarios…

Lo cierto es que se acabó el ciclo histórico de la socialdemocracia europea, de eso no me cabe la menor duda. Aunque siempre habrá partidos socialistas y comunistas. En Francia siempre habrá un partido radical. El radicalismo, doctrina que conoció su momento de gloria a principios del siglo XX, se ha extinguido casi del todo; las ideas comunistas son menos populares, pero siguen existiendo un partido radical y uno comunista. Creo que toda la socialdemocracia europea correrá la suerte de las formaciones de izquierdas griegas e italianas. No tomará el mismo tiempo, no seguirá una misma cronología, pero la izquierda va a reconstituirse sobre cimientos que se nutrirán del legado de combates socialistas, de luchas de una parte de la izquierda radical, y también de la actualidad de la ecología política. Tendrá pues una forma híbrida entre todos estos elementos, pero hay que asumir que vivimos un fin de ciclo en la izquierda europea. No sé si es un suicidio, pero sí un fin de ciclo.

Abrupto. Usted ganó las primarias con el 58% y luego sacó un 6% en las presidenciales.

El peso de la etiqueta socialista fue más fuerte que todas las nuevas ideas que puse sobre la mesa

Yo fui elegido en primarias abiertas por ciudadanos que no querían Europa, pero que me eligieron a mí. Después llegaron las elecciones y se produjo la catástrofe. Cuando se se separa una banquisa, es espectacular, hay olas, hay ruido… Pero en realidad, si ese trozo de hielo se rompe, es debido a un fenómeno de erosión muy lento y constante. En un determinado momento todo se desmorona. Nosotros hicimos una elección política. Yo creo que el peso de la etiqueta socialista fue más fuerte que todas las nuevas ideas que puse sobre la mesa: la tasa sobre los robots, la transición ecológica, la renta básica universal, la sexta república, la legalización del cannabis… Respecto a todas estas iniciativas no estábamos de acuerdo: Valls no estaba de acuerdo, el aparato del PS no estaba de acuerdo, pero nosotros quisimos reflexionar en aquel momento sobre el peso del fracaso que suponía el hundimiento moral de la izquierda francesa. El problema de la izquierda francesa es que no solo ha fracasado políticamente, sino que los electores han tenido la impresión de que ha fracasado moralmente, porque ha incumplido sus principios. La gente puede aceptar que fracase una política económica por un error en el diagnóstico, de calibración. Pero en este caso, no es un error de apreciación. Al hablar de empleo, se espera que la izquierda se sitúe en determinada posición, y la encuentras en otra. Al hablar de igualdad de los ciudadanos, encontramos a la izquierda en un lugar que nada tiene que ver con la izquierda. La izquierda no se encontraba nunca en el lugar adecuado. El hundimiento va más allá de un fracaso político, se trata de una caída moral, en el sentido del bien y el mal. Es como en un cuadro impresionista, que se dibuja a pequeños trazos. De cerca no se ve qué dibuja el pintor, pero, conforme nos vamos alejando, se aprecia el paisaje. Trazo a trazo, cuando se va tomando un poco de distancia respecto a la política de Hollande… Es un poco como en aquella película de Nani Moretti…

“¡Dí algo de izquierdas, D`Alema, dí algo de izquierdas…!”.

Exacto, eso era, dí algo de izquierdas (ríe). Yo estuve en el gobierno dos años y medio, y me acuerdo de que íbamos cada uno por nuestro lado, en su rincón, intentando -yo lo intentaba- hacer algo. Como en una piscina, cada uno iba nadando por su calle. Pero colectivamente se perdían todos los partidos. En mi caso, desde mi parcela de la economía social, hicimos una ley de izquierdas. Le Monde dijo que había hecho “mi ley”. Y publicó el dibujo diario de Plantu en que “mi ley” estaba sobre la mesa del consejo de ministros mientras que Hollande y Jean-Marc Ayrault, escondidos, gritaban: “¡Socorro, una ley de izquierdas!”. Pero no fue suficiente. Se daban dos o tres pequeñas pinceladas de rojo, de rosa o de verde en un cuadro liberal. 

O neoliberal. ¿Por qué las personas que antes eran socialistas ahora son considerados radicales? En España, los que han mantenido sus ideas de izquierdas ya no son socialistas, son radicales. 

Sí, sí, se les considera utópicos: esto ocurre en la sociedad en general. 

¿La presión del egoísmo hace que la sociedad se desplace hacia la izquierda y por tanto la división aparece más clara entre izquierda y derecha?

Efectivamente. En Francia, los periodistas siguen poniendo la etiqueta de “izquierda”. Dicen: “Manuel Valls es de izquierdas”. Pero si cogemos diez estudiantes de ciencias políticas, un colombiano, un canadiense, un ruso, un español, un francés, y no se les dice a quién pertenece cada programa, y se les presenta el programa de Manuel Valls, el de Emmanuel Macron, diez sobre diez dirán que es de derechas, conservador, liberal. Dudarían entre liberal o muy conservador, por el tema del Islam, pero ninguno, a tenor de lo que Valls dice y piensa, lo situaría a la izquierda. Y Macron, más de lo mismo. Sin embargo, en el paisaje político, todavía se vinculan los individuos a etiquetas que enturbian la percepción del cleavage izquierda/derecha. Yo abandoné el partido socialista profundamente apenado. En la campaña electoral casi ningún dirigente me apoyó, aun habiendo sido elegido en primarias ciudadanas. Pero tenía la impresión de estar en un partido cuya única unión con la izquierda era a través de la historia o de las conmemoraciones. Resulta muy peligroso cuando un partido pasa más tiempo centrado en las conmemoraciones… Jaurès, Blum…

Pedro Sánchez está siempre con las efemérides... ¿Por qué cree que, con su programa, que era un programa de izquierdas, los votantes prefirieron a Mélenchon? ¿Por las siglas? ¿Por el PS?

Cometí un error estratégico: el día que gané las primarias, tendría que haber roto con el PS y no lo hice

Yo presentaba un programa con un fondo más radical que el de Mélenchon. La renta universal es una propuesta más radical que el aumento de salarios, y también la “tasa robot” y las propuestas de cambio de modelo de desarrollo. Un gran punto de consenso entre derecha e izquierda es la búsqueda de creación de empleo a través del crecimiento económico. Yo ya no considero que a través del crecimiento de la riqueza material se vaya a conseguir aumentar el empleo, luchar contra las desigualdades y cambiar las relaciones laborales. Defendimos una posición revolucionaria, radical en el sentido en que reivindicamos que hacía falta que la acción política y la pública acompañasen el cambio de las relaciones laborales: la renta básica universal permitía esto, así como la reducción del tiempo de trabajo. Nosotros anticipamos una disminución del trabajo humano necesario para producir aquello que la humanidad necesita, la necesidad de distribuir el trabajo y, si queremos continuar financiando la protección social, la seguridad social y las pensiones. Necesitamo pensar una fiscalidad y una financiación de los modelos de solidaridad que no se apoyen únicamente sobre el trabajo. La patronal, la derecha e incluso parte de la izquierda sigue creyendo en el modelo salarial. Nos tratan de blasfemos y herejes. Como si defendiésemos el fin del trabajo. La caricatura que se hace de mí es que aspiro a una sociedad en la que nadie hace nada y recibe su renta básica universal. Este programa, seductor en el plano filosófico e intelectual, asustaba a quienes viven de su trabajo. Es un programa muy radical y sobre todo llevado a cabo por alguien que conservaba todavía la etiqueta socialista. Para la gente era como un vino inglés: nadie lo bebe, no existe. Algo no encajaba. Además, creo que cometí un error estratégico: el día que gané las primarias, tendría que haber roto con el PS y no lo hice. Debería haber dicho: “Este programa es incompatible con todo aquello que se ha hecho”. Pero opté por lo contrario, por el clásico discurso de la unidad de la izquierda. Nos encontramos en un teatro de sombras, en un juego de rol. El partido era un cadáver descabezado, pero fingí creer que todavía conservaba la cabeza...

¿Cuánto influyó en el resultado el abandono del aparato del PS?

No sé, creo que el electorado social liberal ya se había posicionado con Macron. De pronto, una lógica de voto útil hizo que Mélenchon apareciera como una izquierda más honesta, no sospechosa de servidumbres. Macron era el establishment puro y duro, pero con una cara bonita. Era más seductor, vaya. 

¿No cree que hubiera debido sumarse o apoyar a Mélenchon?

La mitad de los electores de Mélenchon dijeron que jamás me votarían

No, Mélenchon cuenta una fábula que le permite mantener la unidad de sus tropas, de la militancia. Es cierto que, de haberme retirado, se hubiera llevado mis votos. Quienes me votaron no tenían ninguna razón para votarme: Macron se situaba en cabeza y Mélenchon iba muy por delante de mí. Objetivamente, con el programa que presenté, que no era socialista, había cero razones para votarme, salvo si se creía en las ideas que yo defendía. Resulta algo despectivo hacia el electorado considerar que, si Mélenchon se hubiera retirado, sus electores me hubieran votado. La mitad de los electores de Mélenchon dijeron que jamás me votarían. “Antes que al PS, prefiero votar a Le Pen o irme a dormir…”. De igual forma, casi la totalidad de mi electorado no hubiera votado a Mélenchon en una primera vuelta,. El modelo que más se aproxima a Mélenchon es Podemos, al menos en cuanto al análisis de ruptura política: considera que ya no se sitúa entre la vieja izquierda y la derecha, sino entre el pueblo y la oligarquía. Se inspira, como Errejón, en una filósofa belga, Chantal Mouffe. Sin embargo, en torno a la cuestión europea, Mélenchon sigue una tradición del universalismo francés, y considera que el mundo funcionará si se impregna de este universalismo revolucionario. Pero es una visión muy imperialista, incluso en un plano intelectual. Puede funcionar en Francia, pero es regresiva, antigua.

Ahora ha fundado Génération-s con Varoufakis y De Magistris, un movimiento transnacional. ¿Objetivo?

Vamos a hacer como si fuera una lista transnacional, pero en cada país habrá listas nacionales: habrá candidatos europeos en cada una de nuestras listas nacionales. Los intentaremos mezclar, respetando las condiciones legales de residencia (por ejemplo, residencia en Francia si es candidato en Francia). Sin embargo, tendremos una lista con un candidato o candidata al puesto de presidenta/e de la Comisión y listas nacionales de los 27 países de la Unión. El programa, una agenda política común para Europa, consta de dos elementos: por una parte, partimos de una visión que compartimos con Podemos, La France Insoumise y la izquierda radical europea: Europa no funciona bien. No es democrática, es demasiado tecnocrática, otorga demasiado espacio a los lobbies y está profundamente inspirada por una doctrina económica que incrementa las desigualdades, enriquece a los ricos y empobrece a los pobres. No queremos este modelo. Además, tal y como funcionan los tratados, hacen que sea muy complicado –sobre todo en cuestiones fiscales– poner en marcha políticas de solidaridad y transferencias en la Unión Europea para salir de la lógica extrema de la competencia y favorecer así la redistribución. Estamos de acuerdo en cambiar los tratados en un tiempo razonable: no pueden cambiarse en un año. Queremos que el nuevo parlamento europeo sea constituyente y se otorgue como misión redactar los grandes principios constitucionales que aúnen en un único texto aquello que ya existe, así como las reglas de juego fundamentales, los principios en torno a los cuales gira la Unión Europea. En cuanto al marco temporal, nos moveríamos en torno a los 5 o 10 años. La pregunta que se nos formulará si, obtenemos una nueva mayoría política, será que qué haremos mientras tanto con los tratados que perduran. Es aquí donde tenemos desacuerdos estratégicos con Mélenchon: él sostiene que tendrá la legitimidad de Francia y ésta le permitirá asegurar que, si no funciona así, Francia saldrá. La amenaza de la salida de Francia será tan grande, que evidentemente en ese momento todo el mundo acudirá a la mesa de negociación bajo los términos de Francia. Esta es la estrategia Mélenchon. Sólo veo dos opciones posibles con esta estrategia: o bien la capitulación, como Tsipras tras el referéndum, que no tuvo otra opción salvo claudicar, o bien la salida del euro y de Europa. Esta salida querría decir que la izquierda asumiría la responsabilidad histórica, hacia su propio pueblo y hacia la juventud europea, de decir que se acabó la cooperación entre los pueblos.

Además, es una responsabilidad doblemente histórica, en un momento en que hay urgencia por modificar nuestro modelo de desarrollo, por conseguir, por un lado, los objetivos contra el calentamiento climático, las inversiones necesarias en materia de reconstitución de la biodiversidad o en materia de energías renovables y, por el otro, hacer que las empresas asuman su responsabilidad en el impacto de su actividad en el medio ambiente.

Mientras, la única escala significativa es Europa, se dice “vamos a hacer una transición ecológica en Francia, luego en España, luego en Hungría…”. Es así como se dispersan las fuerzas y se pierde todo el impacto de una Europa que decidiese movilizarse de manera conjunta.  No me gustan los discursos alarmistas que consideran muy grave salir de Europa. No me gusta el discurso del miedo. Pero aquí, objetivamente, es la izquierda quien asumiría esta responsabilidad histórica con respecto a la juventud francesa y europea. Y yo creo que, en el contexto actual, que es el europeo, con un aumento del nacionalismo, de la xenofobia, del comunitarismo o del conspiracionismo, que la izquierda hable este lenguaje y diga que lo revolucionario en Europa frente al capitalismo, la financiarización de la economía o la globalización liberal es la vuelta a las fronteras nacionales o que lo revolucionario sería la nación y no ya el internacionalismo, es jugar con fuego.

¿Y ustedes qué proponen?

Lo que nosotros queremos, con Varoufakis y algunos otros, es una doble temporalidad: uno, que se modifiquen los tratados, otorgarnos esas capacidades, y dotarnos de una constitución. Dos, en el marco de los instrumentos existentes, explicamos cómo intentamos resolver, a corto plazo, las crisis existentes de Europa: la de la inversión, la necesidad de reorientarla hacia la transición ecológica, el hecho de revisar las políticas monetarias y, sobre todo, la política de quantitative easing (inyecciones de capital) del Banco Central Europeo. Nosotros decimos que la política de quantitative easing debería, en una fracción importante –de ser posible la mitad- orientarse hacia la transición ecológica. Plantearemos las cuestiones de la fiscalidad, de los trabajadores desplazados, de la acogida de refugiados y de una política no solo migratoria sino de apoyo. ¿Cómo es posible que Europa se coloque de perfil ante inevitables movimientos de población y ante el calentamiento climático? Debe adoptar una política de acogida. En fin, es un procedimiento transnacional que requiere mucho trabajo.

¿Quiénes son o quiénes podrían ser los posibles aliados en España? Acaba de tener una reunión en el ayuntamiento de Madrid,..

Con Rita Maestre.

¿Han hablado sobre esto? 

Sí, he hecho llegar el mensaje de forma muy clara. Volveremos a España en junio, Varoufakis también. A Barcelona y a Madrid. 

Hasta el momento, ¿cómo ha sido la acogida? 

La acogida ha sido buena, pero neutra. Nadie se implica hoy en día, nadie quiere vincularse a nosotros…

¿Podemos tampoco? 

Es formidable ser militantes de izquierdas españoles, franceses o griegos, pero habría que ponerse de acuerdo

La pregunta que se formulará a Podemos es si asumen, dentro del debate político español, aliarse con fuerzas que contemplan seriamente que en 2019 y 2020 se acabe con el euro. Es formidable ser militantes de izquierdas españoles (vale que Podemos no es la izquierda, es el pueblo), franceses o griegos, pero habría que ponerse de acuerdo. Creo pertinente este acercamiento y me interesa realmente. Nos interesa mucho lo que hace Podemos, lo observamos con mucho interés. Pero la pregunta es si su proyecto político de emancipación es o sería compatible con una estrategia que abandone la cooperación entre los pueblos dentro del proyecto europeo, que se aleje del internacionalismo. Si creen en una estrategia que valore la esfera nacional como la única dentro de la cual la democracia se desarrolla plenamente, considerando entonces que la democracia ya no puede desarrollarse plenamente a escala europea. Estas serán pues las preguntas a formular.

Haré aquí un pequeño paréntesis histórico sobre nuestro país: en Francia, desde la revolución francesa, se libra una batalla entre liberales y demócratas. Ambos estaban de acuerdo en la separación de poderes o la abolición de privilegios, pero se diferenciaban en una cuestión: la del sufragio universal. La tradición liberal defiende que el derecho al voto debe otorgarse a quienes tienen tiempo para poder pensar en el interés general y la capacidad de comprenderlo. ¿Quién tenía esta capacidad? Los burgueses. Ellos lo decían: la propiedad, ser propietario, libera del esfuerzo del trabajo y por tanto al no trabajar se dispone de tiempo para pensar acerca del interés general. Querían pues reservar el derecho al voto a los propietarios. Evidentemente, los demócratas consideraban que el principio era que todos los ciudadanos son iguales en derechos –si bien no se llegaba a considerar el sufragio femenino en aquel momento–, al menos los masculinos. Todos deberían tener derecho a voto, incluidas las personas trabajadoras. Este debate tuvo lugar entonces, y vuelve regularmente dentro de la vida política francesa. Ha dividido a parte de la izquierda moderada de la izquierda más popular. Hoy en día, en Europa, nos acercamos a una forma de sufragio censitario. En teoría todo el mundo tiene derecho a voto. ¿Pero quién vota? Las clases populares cada vez menos y mucho las clases superiores y medias. Las clases populares parecen no estar interesadas en las elecciones porque no ven la diferencia en su vida diaria si eligen la izquierda o a la derecha oficiales.

¿Macron es liberal o demócrata, según usted?

¡Liberal! Pero totalmente. Pocas cosas más pueden decirse a tenor de lo que está haciendo. Lo ha asumido totalmente.

¿Y cree que va a cambiar algo realmente en Europa? Porque se presenta como europeísta…

Es un europeísta liberal. Cree en Europa porque cree en el mercado único, cree en esta idea de que la competición es positiva. Una frase resume a Macron: “Francia es de ahora en adelante la nación-startup”. (risas) Hay una lección filosófica tras todo esto: ¿Qué es una startup? Es una pequeña empresa que, partiendo de una buena idea, quiere crecer muy rápido para que su creador obtenga una gran plusvalía. El motor de la startup es el deseo de enriquecimiento del individuo. Quiero enriquecerme, vender muy caro. ¿Y qué es la nación? Generalmente son valores compartidos, preferencias colectivas, un contrato social fundado sobre reglas, una constitución, ciertas leyes importantes…etc. Es de hecho una cosa que nada tiene que ver: la suma de cinco millones de deseos de enriquecimiento no forma una nación. No hay mayor antinomia que startup y nación. Es por esto que cuando nos planteamos qué es Macron, vemos que es un patrón del CAC 40 (el IBEX 35 francés). Dirige un consejo de administración con accionistas y su objetivo es rentabilizar la inversión.

Pero tiene muy buena prensa, en Francia, en España…

Los periodistas, todos ellos, tienen ingresos, sueldos. Los hay entre quienes le votan que tienen intereses financieros. Macron sirve a sus intereses. Una vez que dejan de ser periodistas, al volver a casa y hacen sus cuentas, les interesa votar a Macron. Así es como funciona. Además, se produce un alineamiento de planetas increíble pues llega como presidente cuando hay únicamente líderes “malos”. Obama ya no está, está Trump. Putin preocupa y vuelve a convertirse en agresivo en su entorno regional. El poder en China opera modificaciones en la constitución para ser cada vez más personalista y autoritario. Erdogan encarna asimismo una amenaza en Turquía, como Orbán... Merkel ha fallado en el inicio de su nuevo mandato… En fin, sólo hay estrellas negras y estrellas que brillan como Macron. Pero si Macron hubiera sido elegido en el mismo momento que Obama, se hubiera visto a Obama y no se hubiera visto a Macron. Todo depende del momento en que uno salga elegido. La pregunta que se plantea es qué hubiera hecho en este contexto. Tenía la posibilidad de ser un referente, pues se autodenomina líder global. “Make Our Planet Great Again” , dijo. (Risas) “What The Fuck!” ¿Pero qué dice? Finalmente, se le preguntará: ¿Qué has hecho de todo esto? ¿Y qué ha hecho?

¿La reforma del mercado de trabajo?

Sí, pero ya lo hemos visto lo que conseguirá con esto, habrá roto el modelo social francés… Lo que pasa en Francia es que el pulso ya ha empezado: entramos en un periodo de huelgas, movilizaciones sociales… Porque se ve en la SNCF ( la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses), pero hay también tensiones en los hospitales, los asilos, las autopistas privadas, problemas con la electricidad o en las escuelas. Y por otra parte está aquello que no se ve, lo que no es una empresa o un sector de la economía: los barrios. A fuerza de estigmatizar siempre a las mismas poblaciones, de decir a parte de los franceses que el éxito es para todo el mundo menos para ellos, hay núcleos de contestación e incluso rebelión y revuelta contra las instituciones, muy poderosos. Hay una frase que se dice cuando alguien cae: “No importa la caída sino el aterrizaje”. Pues de momento, Macron va cayendo, y como no ha chocado todavía contra el suelo, todo va bien. Pero llegará un momento en que tocará el suelo. 

Pero ahora las protestas en Francia se han diluido. Han disminuido los movimientos sociales, el cuerpo social se ha reducido. 

Sí, porque todos los cuerpos intermedios están debilitados. Aunque debe decirse que los movimientos sociales vuelven a retomar aliento. Pero los cuerpos intermedios están debilitados: no hay asociaciones de educación pública, los sindicatos, los partidos políticos de izquierdas…todos están débiles. Hay menos gente, menos ideas, menos energía. Sin embargo, se producen cosas interesantes en la sociedad francesa: al estallar el caso Weinstein, en Francia se formó un movimiento a través de Twitter llamado #balancetonporc (denuncia a tu cerdo). Ni un solo partido fue el origen de esto, ni una asociación feminista, sino una periodista, creo. Es similar a la huelga feminista organizada en España, una huelga increíble, todo el mundo la miraba con admiración. Esto hace que las cosas se muevan. Creo que en Francia esto supone un gran riesgo para Macron pero también para la democracia. Es posible que la gran movilización que un día le haga tambalearse no provenga de un movimiento organizado -como el de la huelga de la SNCF- sino de un acontecimiento fortuito. Así, escapará al poder dirigente y también a las fuerzas que tradicionalmente encarnan la oposición. La cuestión es el posible desenlace político cuando una rebelión o revuelta estalla: cómo esta rebelión encuentra un desenlace para poder ponerle fin. Si no se desatasca, puede resultar muy peligroso. En Francia, no porque la CGT no consiga movilizar y sacar a mucha gente a la calle debemos pensar que la violencia social no es importante y la contestación social no es poderosa. Me da la impresión de que esto está en aumento.

Es una revolución lenta…

Es como la banquisa que decía anteriormente: se va derritiendo hasta que al final se desprende. Y en Francia se va derritiendo. ¿Se desprenderá en el quinquenio de Macron? Yo creo que sí.

¿Sí? Se produjo la Nuit Debout pero tampoco consiguió los cambios esperados, ¿no? La última gran movilización en Francia fue contra el matrimonio para todos,y ahí fue la derecha quien se movilizó.

No soy especialista en Nuit Debout pero fue interesante. Rehuían la política en cierto momento, la politización… Había cierta desconfianza hacia toda una forma de recuperación, de politización. Pero la democracia se inclina hacia la política y la ciudadanía se inclina hacia la política…llega un momento en que falta algo. Nuit Debout creo que se inspiraba en los Indignados.

¿Eso no es posible en Francia?

Sí, sí…pero tomará formas distintas. Según Mélenchon esto ya ocurre con él. Mélenchon dice:“Mi movimiento es un movimiento político, ciudadano y social. Yo soy los sindicatos, yo soy las ONG, yo soy el partido político. Yo lo soy todo.” (risas).

CTXT necesita un arreglo de chapa y pintura. Mejorar el diseño, la usabilidad… convertir nuestra revista en un medio más accesible. Con tu donación lo haremos posible este año. A cambio, tendrás acceso gratuito a El...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Mónica Andrade

Periodista. Nacida en Madrid y criada en Pamplona. Huye de los focos, prefiere el 'backstage'.

Autor >

Miguel Mora

es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí