La contaminación química y los riesgos para la salud
Leonardo Trasande, profesor de Pediatría, Medicina Ambiental y Salud Poblacional en la Universidad de Nueva York, explica los orígenes ambientales de algunas enfermedades
CTXT / Observatorio Social “la Caixa” 5/07/2017
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El especialista en salud ambiental Leonardo Trasande estudia el impacto en nuestro bienestar de los disruptores endocrinos (EDC), unos productos químicos sintéticos que, al alterar la función hormonal, pueden ser patógenos. “Hay muchas funciones hormonales cuyo único cometido es mantenernos sanos, de manera que, cuando se alteran, es probable que se favorezca la aparición de enfermedades o discapacidades”, ha declarado el experto en una entrevista al Observatorio Social de 'la Caixa'.
Los disruptores endocrinos proceden de una amplia gama de productos químicos. Por un lado, están los medicamentos que quizá no se hayan revisado lo suficiente. Por otro, según Trasande, “hay toda clase de productos químicos sintéticos que pueden actuar como EDC y que se usan como pesticidas, como ignífugos para productos electrónicos o muebles, para fabricar plástico blando o flexible, para manufacturar ciertas tarjetas de plástico o para evitar la corrosión en el revestimiento de las latas de aluminio”.
En esta línea, Trasande detalla cómo afectan los disruptores endocrinos en los aparatos reproductores masculino y femenino. “Hace muy poco --cuenta-- hemos encontrado indicios de que los productos químicos sintéticos pueden influir en la función reproductiva masculina y quizá favorecer el desarrollo de ciertos cánceres o enfermedades congénitas”. Según el especialista, en el aparato reproductor femenino también pueden apreciarse ciertos efectos. “Por ejemplo, la mayor incidencia del síndrome de ovarios poliquísticos puede ser consecuencia de la interacción entre químicos sintéticos y predisposición genética. También sabemos que la endometriosis y los miomas son demasiado frecuentes”.
Trasande también ha investigado la obesidad y la diabetes. Según sus conclusiones, estas epidemias “no proceden únicamente de una dieta poco sana y de la falta de ejercicio físico, sino que las sustancias químicas podrían ser un tercer factor, además evitable”. “Las sustancias químicas --concluye-- se pueden regular”.
El especialista hace hincapié en el impacto económico de las perturbaciones hormonales. “A menudo, para evaluar si deben limitar la exposición a un determinado producto químico las autoridades comparan el coste de las alternativas más seguras con las ventajas de la prevención. Y cuando hay pocos estudios clínicos, tampoco hay muchos datos para hacer cálculos creíbles sobre su relación con enfermedades o discapacidades que nos ayuden a prevenirlas”.
Según Trasande, los costes de los EDC en Europa equivalen al 1,2% del PIB, aunque es un cálculo “enormemente bajo por tres razones: nos fijamos en menos del 5% de los EDC, solo nos centramos en un subgrupo de enfermedades que pueden relacionarse con esos productos, y, además, únicamente tuvimos en cuenta un subconjunto de costes económicos publicados en revistas científicas que nos proporcionaron datos fiables para elaborar los cálculos”.
El profesor se muestra preocupado por el tiempo, “décadas”, que se puede tardar en demostrar que una sustancia química influye en la salud
El profesor se muestra preocupado por el tiempo, “décadas”, que se puede tardar en demostrar que una sustancia química influye en la salud. “Estamos corriendo el riesgo de posponer innecesariamente la protección cuando sabemos, por ejemplo, que algunas sustancias pueden alterar el funcionamiento de la tiroides y que esto seguramente afectará negativamente al desarrollo cerebral infantil”.
Por ello Trasande propone que se revise toda la evidencia disponible en busca de relaciones causa-efecto. “Y actuar cuando se demuestre la probabilidad de que una sustancia perjudica a la salud. Si el perjuicio es importante, habrá que ser proactivo aunque los indicios no sean del todo concluyentes”, sentencia.
En este punto el profesor se detiene en los niños, los más expuestos porque “aspiran más aire, beben más agua y comen más, y sus órganos son enormemente delicados”. “Cuando las hormonas infantiles sufren alteraciones --explica el especialista-- pueden producirse desalineaciones, sobre todo en las funciones metabólicas”. “Los niños --agrega-- son enormemente vulnerables a los efectos de las sustancias sintéticas, hasta el punto de que pueden desarrollar enfermedades crónicas más pronto y con más intensidad que los adultos”.
Trasande estudia ahora las repercusiones que tuvo el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York en los pequeños de la zona. Su objetivo es comprobar “si los niños sufren alteraciones metabólicas o si el desarrollo de sus aparatos circulatorio y cardíaco ha sufrido algún daño”. “Si no descubrimos ninguna relación --explica--, sentiré un gran alivio. En realidad, esto podría sugerir un mejor pronóstico para unos niños que ya sabemos que sufren más asma que los no expuestos al desastre”.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en la entrevista realizada por Bru Papell a Leonardo Trasande, profesor de Pediatría, Medicina Ambiental y Salud Poblacional en la Facultad de Medicina, Universidad de Nueva York y que lleva por título La contaminación no solo influye en la salud, también tiene un impacto de la economía. El texto está publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.