Relato
June
Juanjo Cubero 22/03/2017
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Domingo
Hizo un poco de ruido porque le costó acertar con la llave de casa. Dentro fue mucho más cuidadoso. Caminó de puntillas hasta su habitación y se tumbó en la cama sin desvestirse —ni siquiera se quitó el fular—. Se secó las lágrimas con la sábana, tachó el día en el calendario y apagó la luz. La radio: “Son las tres de la mañana, las dos en Canarias. Continúan las manifestaciones contra el decreto migratorio firmado por el presidente de los Estados Unidos”. También apagó la radio.
Lunes
Era un gesto instintivo. Aunque no hubiera dormido mal, lo primero que hacía, antes incluso de ir al baño, era tragarse un par de Ibuprofenos a palo seco e intentar disimular las ojeras. Aún extrañaba la cama, a pesar de que había dormido allí toda la vida. Reparó en el póster de George Best mientras se abrochaba la camisa. "Ni siquiera he visto jugar a este pavo. No sé qué coño pinta esta foto aquí".
A la noche, después de hacer una llamada de teléfono de unos quince minutos, salió a tomar una cerveza sin muchas pretensiones y acabó en un concierto homenaje a Bowie. Un chico con pelo engominado, horterísimas gafas de sol y pantalones de campana, se acababa de subir al escenario. El chaval ventiló las odas y demás formalidades con un escueto"soy el mayor fan de Bowie de todos los que estáis aquí". Luego se acuclilló, conectó su teléfono móvil a un amplificador, puso un vídeo de Starman y comenzó a berrear por encima de la música."Hey na na. Hey na na". Paró antes de llegar al primer estribillo."No suena la línea del bajo y así es imposible afinar. ¿Algún técnico de sonido puede echarme un cable?". Al comprobar que nadie le hacía caso:"No pasa nada. Tengo preparada otra sorpresa". Cantar Aladdin Sane a cappella era su plan b. "Clavo los ruiditos del piano, ya veréis. Quise meter esta versión en mi último disco, pero la discográfica de Bowie no me concedió el permiso". El chico parecía hablar en serio. Nuestro tipo se fue a casa pensando en las canciones que tenía hechas desde hace años. Quizá debería retomarlas, intentar grabar una maqueta.
Cuando encendió la radio ya estaba hablando Alsina. "El insólito Trump denuncia la politización de los jueces presionando a los jueces". No le dio tiempo a acostarse.
Martes
En la librería, a media mañana. Suena el teléfono.
“Qué raro". Su madre no solía llamar a esas horas.
--¿Qué pasa?
--Papá dice que no puede respirar. Creo que la máquina no funciona otra vez.
--Enchúfale a la bala de oxígeno. Voy para casa.
Una capital europea había sufrido un atentado terrorista en el metro. El taxista apostillaba las noticias de la radio. "Yo tengo la solución a este problema desde hace tiempo. Es muy sencillo. Hay que prohibir a todos los moros montar en el transporte público. Ya sea tren, metro, avión o globo". Nuestro tipo hace como que escucha, pero, en realidad, está buscando el teléfono de la empresa del oxígeno. Era la segunda vez que aquel aparato dejaba de funcionar en apenas diez días. Pagó 22,15 euros por la carrera y subió de dos en dos las escaleras de casa. Mamá y papá ya esperaban preparados en la entrada. Los dos sabían qué hacer en estos casos: una maleta con un par de mudas, bolsas de aseo y algo de literatura.
Espié el historial de navegación y las últimas búsquedas en Google de nuestro tipo aprovechando que tenía que pasar la noche en el hospital. Se repetían, sobre todo, tres: “abogados buenos”, “abogados de confianza”, “abogados con más juicios ganados en España”.
Miércoles
Sus padres esperan turno en una sucursal bancaria. Quieren formalizar los trámites para pedir un préstamo y entregárselo a su hijo. Él no sabe nada y viaja, mientras tanto, en un vagón de metro, camino del trabajo. Frente a él, un señor mayor, canoso. Habla solo. Creo que en árabe. Tiene la mirada perdida y una mochila enorme a sus pies. Nuestro tipo decide bajarse en la siguiente estación, a pesar de que tiene casi media hora andando hasta la librería.
Pasó toda la mañana pendiente de la radio, pero nada pareció tan importante como para interrumpir la programación. Él, por si acaso, decidió volver a casa en autobús. Se puso auriculares para disimular. Le gustaba espiar conversaciones ajenas y apuntarlas en un cuaderno.
“Puedes considerarte un fracasado si con 30 años no ganas más de 2000 euros"
“Si no te dejo es porque no me lo puedo permitir, ¿me entiendes? No tengo un puto duro. Si pudiera ya te había mandado a tomar por culo".
En la cama encadenó una serie de angustiosos pensamientos acerca del paso del tiempo, la vejez y el miedo a la muerte, al estilo de los que se le aparecían cuando era pequeño."Cuando muera no podré hacer nada, pero nada de nada, ni siquiera esto: pensar en que ya no podré hacer nada, pero nada de nada, cuando muera".
Jueves
Perdí la pista a nuestro tipo y no fui capaz de localizarlo hasta que volvió a casa por la noche. Se durmió a eso de las dos, con el portátil a un lado de la cama.
Había estado enredando un rato en Twitter. Le llamaron la atención las declaraciones de un periodista premiado en Colombia por unos reportajes sobre la esclavitud."Es un respaldo al trabajo que he venido haciendo durante los últimos quince años. Lo he pasado mal, llegué a plantearme si servía para esto. Ahora parece que, por fin, he encontrado mi camino". Pensó que aquel hombre era muy afortunado. No por el galardón, que también, sino porque tenía claro desde hace tiempo hacia dónde dirigir su carrera profesional.
Teorizó en la cama, a oscuras, sobre los conceptos éxito y fracaso. Luego — yo ya sabía hacía dónde iban a derivar aquellos pensamientos — analizó su situación. Era un trauma aún no superado. Siempre se echaba en cara su falta de ambición y la poca picardía que había demostrado en algunos momentos concretos, sobre todo cuando empezaron los despidos. Le consolaba pensar que todos los demás eran unos enchufados, aunque en el fondo sabía que eso no era cierto.
El ordenador cayó al suelo a mitad de la noche. El golpe sobresaltó a su madre. Creo que él llegó a despertarse, pero no hizo el ademán de estirar el brazo o levantarse para recogerlo.
Viernes
En el cine."Una entrada para Patterson". Boyero la ponía por las nubes.
La sala está prácticamente vacía, pero dos señoras mayores se sientan a su lado. Una de ellas va de luto, la otra trae un carro de la compra. Hablan a voces."El volumen está bajísimo Irene. No se entiende nada".
Las señoras se pasan toda película preguntándose a gritos por lo que ha dicho éste o ha respondido el otro. Él se plantea pedirles que hablen un poco más bajo, pero entiende que debe gritar para que le escuchen. Desiste. Al final se queda dormido.
No pensó demasiado en la película hasta que llegó a casa y se dio cuenta de que no tenía sueño. Le dio por leer algunas críticas en Internet para ver si así conseguía amodorrarse y, de paso, comprender algo de lo que había visto. Ni lo uno, ni lo otro. Abrió el cajón de la mesilla para coger un Zolpidem y se encontró una postal con el rostro de Clint Eastwood. Contenía una frase:"Alégrame el día"."¿Por qué tengo esto aquí si ni siquiera he visto esta película?". Buscó la escena en YouTube. Impacto súbito. Ni le sonaba el título.
Sábado
Solo gotelé. La pared de su cuarto prácticamente blanca. En el suelo una bolsa de basura amarilla con el póster de George Best, la orla del bachillerato, una columna de Umbral, la postal de Clint Eastwood, un vinilo de Police, una foto en la que aparecía su ex y unas cerillas de la gira de Bad World Tour de Michael Jackson que supuso pertenecieron a su hermana. Solo quedaba por romper un cartel. Anunciaba un concierto de Los Ronaldos. Lo colgó frente a la cama para que fuera lo primero que viera cada día. Aquel era el único objeto de ese cuarto que había envejecido con dignidad.
Domingo
Estuvo conduciendo en silencio cuatro horas. Respetó los límites de velocidad solo en los lugares en los que presentía que podía haber algún radar.
11.30. Kilómetro 47 de la A5. Asador Las Esparteras. Siempre quedaban en la misma área de servicio. Era curiosa la relación ambivalente que mantenía con ese lugar.
Llegó con diez minutos de antelación. Ellas siempre se retrasaban.
Se bajaron las dos del que había sido su coche hasta hace unos meses.
Abrazó a June. A la madre de June ni la miró a la cara.
En el kilómetro 182, cerca de Navalmoral de la Mata, la radio:"El jefe del Gobierno se ha ofrecido al presidente de Estados Unidos como interlocutor en Europa, América Latina, el Norte de África y Oriente Medio".
- Papá, pon un poco de música.
- ¿Cuál quieres pequeña?
- La de la moneda.
- ¿Coque Malla?
- Sí, porfa.
Siempre pensó que la canciones de Coque Malla adquirían unos matices hermosísimos en la voz de pito de una niña de cinco años.
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Autor >
Juanjo Cubero
Periodista y melómano.
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