CÓMIC
Japón se muere de adolescencia
Inio Asano describe en ‘Buenas noches, Punpun’ a una juventud especialmente desorientada, que afronta las búsquedas propias de la edad desde el pesimismo y la apatía
Manuel Gare 18/12/2016
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Si la literatura trata de describir la realidad, lo que hace Inio Asano en sus cómics va un poco más allá de la literatura. O de la novela gráfica. O su verdadero nombre: manga, el volátil cómic de origen japonés que aglutina cientos de demografías y registros. Cualquier definición, sin embargo, se queda a medio camino a la hora de explicar la capacidad de sensibilidad y significado que unas cuantas viñetas son capaces de entrañar. Obras como Solanin (Norma Editorial) o La chica a la orilla del mar (Milky Way Ediciones) sentaron el precedente para un autor que recorre la vida humana desde la adolescencia hasta la llegada al terreno laboral de una manera especialmente cruda. “¿A quién le importa si tengo un sueño? Ya es suficientemente complicado vivir una vida normal”, se lamentará uno de sus personajes.
Buenas noches, Punpun —publicado originalmente en Japón entre 2007 y 2013— es su obra más larga y representativa. Un cómputo total de trece volúmenes ya disponibles en nuestro país que, en palabras del autor, tenían la intención de “describir la psicología del ser humano”. Lo hace a través de un protagonista garabateado que roza lo distópico. Se trata de Punpun, un estudiante sin grandes aspiraciones enmarcado en una etapa de maduración y decisiones personales no sólo relativas a su futuro, sino a su presente más inmediato: sus relaciones amorosas, sus amistades, su familia. Todo parece en juego. “Ni se te ocurra la idea de ser razonablemente feliz. ¿Cuánto crees que durará esta falsedad?”, exclama la voz interna de Punpun. Su adolescencia es, en el fondo, nuestra adolescencia. Sus dolencias, sus sueños, sus aspiraciones, o su falta de aspiraciones son, de una forma u otra, las nuestras.
“No quiero herir a nadie más, ni tampoco hablar con nadie. Qué cómodo sería que toda la gente del mundo se olvidara por completo de mí”, se murmura en una viñeta. Los personajes de Buenas noches, Punpun sienten desasosiego ante la necesidad de rendir cuentas hacia la vida. Una vida plagada de desconfianza y muerte. Asano saca lo peor del ser humano y se lo sirve en forma de historia de ficción a un lector que puede encontrar toneladas de subtexto en su obra.
Personajes egoístas y llenos de angustia que intentan sobrevivir mientras su vitalidad se consume. “Ahora estamos aquí, refugiándonos de la lluvia. Si mi vida fuera como esto y me limitara a escapar una y otra vez de angustias y soledades puntuales y no tuviera ningún valor más allá, menuda vida, ¿no? Qué triste sería”, dice una mujer, al borde de la muerte. Porque la muerte asoma cada vez que tiene oportunidad, deseosa de arrastrar a quienes no encuentran su lugar. No son grandes giros de guión, y ahí reside su extraña normalidad: la muerte resulta tan fortuita como en nuestras vidas. Cáncer, asesinatos, suicidios. Como parte de algo mucho más grande, la muerte va tocando poco a poco a todo el elenco. Los sueños y esperanzas se convierten en rutina y supervivencia. El amor y el deseo se transforma en rabia y desconsuelo.
Forma parte de una hornada de mangas que conecta con los jóvenes adultos, una generación algo desencantada con el mundo
Annabel Espada, editora manga de Norma Editorial y responsable del título en España, dice que “Buenas noches Punpun forma parte de una nueva hornada de mangas que conectan con los jóvenes adultos, una generación algo desencantada con el mundo que les ha tocado vivir. Altamente preparados, pero que no aceptan ciegamente las reglas establecidas, y que intentan buscar su lugar”. Para Annabel, lo destacable de su autor es que “no busca el sentimentalismo fácil, sino recrear esas dudas e inquietudes que todos pasamos en esas etapas de nuestras vidas”.
Norma Editorial empezó a publicar la obra a finales de 2015 tras publicar Solanin, obra que, cuenta Annabel, les sorprendió por “su habilidad narrativa, su dibujo y la habilidad de contar historias emotivas. Por lo tanto, y en vista de la buena acogida del autor en nuestro país, Buenas noches Punpun era una apuesta lógica”. No se trata, en cualquier caso, de una obra con un contenido inédito. “Ya se habían publicado otras historias similares a las de Asano en nuestro país, pero no tuvieron tanto éxito, posiblemente porque el mercado no estaba lo suficientemente maduro. Ahora, por suerte, el panorama del manga en España se ha ampliado y diversificado lo suficiente como para poder disfrutar de obras de este corte”, concluye Annabel, en referencia al conocido en Japón como seinen, la demografía manga enfocada al público adulto que lleva desde los años 50 representando las inquietudes de la población japonesa de mediana edad. En España, aunque se publica desde que la edición de manga empezase a despuntar, no ha sido hasta los últimos años cuando ha logrado asentarse en el mercado.
“Conforme avanza la sociedad, cambia la forma de pensar y de sentir de las personas. Hay unos pocos autores actuales que nos dedicamos a observar estas cosas y a reflejarlas en nuestras obras”, apunta un Inio Asano que logra trazar al adolescente con un grado de detalle sin precedentes. Lo que sucede en sus cabezas, sus preocupaciones, todo aquello que nunca entendió y siempre quiso entender en un mundo que va demasiado deprisa, tanto para quien vive pegado al móvil como para quien apenas sabe cómo utilizarlo. Punpun, el protagonista de la obra, se sitúa en medio de esa nube en la que el mundo adulto se cuela en cada uno de los estratos de edad inferiores, arrastrándolos hacia una espiral de cretinismo y disparate. Todo termina reducido al ciclo de crecer, madurar, estudiar una carrera y encontrar trabajo.
Asano describe la ola de presión social a la que se somete a las nuevas generaciones, esas que están obligadas a pensar en su futuro antes siquiera de entender qué hacen o qué es lo que quieren hacer. Punpun se ve así envuelto en una dinámica que acaba por consumirlo, avocándolo al fracaso social y laboral. La dicotomía entre lo que el individuo realmente quiere hacer y lo que la sociedad espera que haga se palpa en cada situación. Así lo explica Oriol Estrada Rangil, experto en manga y autor del libro Songokumanía: el big bang del manga: “La generación de Asano comprende los nacidos alrededor de los años 80 en Japón, y son una criatura extraña. Viven en una total incertidumbre en una sociedad que se ha basado a menudo en las certezas, en la seguridad, en saber qué hay que hacer en cada momento. Así que es normal que a muchos les estalle la cabeza”.
Aunque el contexto sea opuesto, las incertidumbres respecto al futuro, el paso de la adolescencia a la madurez, son cuestiones universales
“Asano vierte todas esas cuestiones representando esa contradicción continua, ese malestar que a ciertas edades se siente, pero cuesta comprender cuando lo estás viviendo. Y quizá, Punpun puede ayudar a entender mejor qué les está pasando a los jóvenes”, añade Oriol, consciente de nuestras diferencias con la sociedad japonesa. “Aunque el contexto sea incluso opuesto en muchos aspectos, siempre habrá cosas en común porque las incertidumbres respecto al futuro, el paso de la adolescencia a la madurez, son cuestiones universales, y más cuando te encuentras en ese abismo que es la vida adulta”, asegura. La forma de vida japonesa, sus excentricidades y creencias, representadas también en la obra, se hacen a un lado para centrar la atención en el sentir de los personajes.
Romperse por fuera y por dentro: un retrato de la sociedad moderna
“Yo prefiero creer en las personas hasta que acaban traicionándome. El solo hecho de sospechar ya hace que la maldad arraigue en los demás. Y si me traicionan, pues prefiero ser yo el único que salga herido”, argumenta uno de los personajes. Y así, el desengaño llega hasta Buenas noches, Punpun. La persecución permanente por lo que ya no está, incapaces de dejar de soñarlo. El tropiezo sistemático con esa piedra que un día decidimos poner en nuestro camino. Aquel idilio que nos destroza por dentro y por fuera. “Cuando te haces mayor, sientes miedo incluso de perder cosas que no tienen ningún valor”, confiesa un hombre, en la ficción.
El impulso adolescente, su razón de ser, su naturaleza. Asano analiza cada sentimiento, cada instante. En ocasiones, el sexo se apodera de la escena para dar armonía a todo lo demás. Punpun tiene sexo y se masturba, y Asano lo muestra sin tapujos. El despecho, la venganza, el amor más profundo. Introducirse en las vidas sexuales de Punpun y quienes le rodean es un pequeño reflejo de todo un mundo de inseguridades y miedos transformados en fluidos, en una exploración constante por su banalización como acto de conciliación, de pasatiempo. La representación, al fin y al cabo, del sentir de quienes encuentran en el acto sexual un refugio capaz de evadirlo de todo cuanto le rodea.
Ya se habían publicado otras historias similares, pero no tuvieron tanto éxito. El mercado no estaba maduro
Es la búsqueda de Punpun. Su encuentro con el mundo real y su manera de afrontarlo. La forma de rendir cuentas hacia un entorno que asfixia. Los días se suceden los unos a los otros, el tiempo pasa. Pero él permanece, inalterable. Aunque pasen las semanas, los meses, los años. La sensación es de inmovilidad, de que todo fluye a nuestro alrededor mientras nosotros, simplemente, nos mantenemos. Esperando a lo que vendrá después. Tratando de dar sentido a nuestras vidas con una carrera, un trabajo o una relación. Dando pequeños pasos que nos mantengan a flote. En el mundo de Punpun. En nuestro mundo.
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Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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