1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Branko Milanović / Execonomista del Banco Mundial

“La desigualdad propició la Primera Guerra Mundial; podría volver a suceder”

Álvaro Guzmán Bastida 21/09/2016

<p>Branko Milanović.</p>

Branko Milanović.

Harvard University Press

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Branko Milanović es una rara avis: un economista empírico al que no le asustan la historia ni la política. El académico serbio, afincado en Estados Unidos, lleva décadas estudiando la desigualdad a nivel global, desde universidades y fundaciones de prestigio y como investigador jefe del Banco Mundial. Ha dedicado numerosos artículos y cuatro libros a la materia. En el último, Global Inequality: A New Approach for the Age of Globalization (Harvard University Press, 2016), analiza los niveles de desigualdad entre países de todo el mundo, así como entre las clases sociales dentro de dichos países, a lo largo de varios siglos. Los resultados son sorprendentes, y dibujan un panorama en el que el mundo contemporáneo se parece cada vez más al del siglo XIX. Milanović recibió a CTXT este verano en su despacho de la City University of New York (CUNY) para analizar sus hallazgos y las consecuencias de no atacar la desigualdad desde la esfera política.

Usted distingue entre la desigualdad dentro de cada país y la desigualdad entre países. ¿Por qué es relevante dicha distinción en la era de la globalización?

Al combinar ambas variables se obtiene una medida de la desigualdad entre todos los ciudadanos del mundo. A partir de ahí, uno puede enfrentarse a cuestiones como:’¿Aumenta o disminuye la desigualdad?  Y, sobre todo, ‘¿Quién toma ventaja y quién se queda descolgado?’ Esa es la clave. Cuando uno estudia el mundo en su conjunto, se puede ver no solo que China es más rica, sino qué grupos dentro de China se han enriquecido más que otros.

En términos generales, ¿cómo ha sido esa evolución?

La desigualdad a nivel global es extremadamente alta, pero en las últimas décadas ha descendido ligeramente. Ese descenso viene ocasionado por las altísimas cotas de crecimiento de China, India, Indonesia o Vietnam. La desigualdad va en claro aumento en prácticamente todos los países del mundo, con alguna excepción, como Brasil. Ha crecido mucho en Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, China, India, Suecia, Alemania... Pero a nivel global desciende porque lo que cuenta es el crecimiento sostenido de China en las últimas décadas.

La desigualdad a nivel global es extremadamente alta, pero en las últimas décadas ha descendido ligeramente.

Señala en el libro que el mundo de hoy se parece cada vez más al del Siglo XIX. ¿A qué se refiere?

En el siglo XIX, la mayor parte de las desigualdades se producían dentro de cada país. En otras palabras, existían los aristócratas y los pobres campesinos, tanto en Rusia como en el Reino Unido o China. La brecha entre países era mucho menor. Hoy en día, lo que prima es la brecha entre los países, muy por encima de las diferencias dentro de cada país. Pero -y este es el asunto crucial- si China, Indonesia y otros países siguen creciendo al ritmo de las últimas décadas, esa brecha va a cerrarse, y entonces el elemento nacional volverá a cobrar suma importancia.

¿Es ese el motivo por el que apunta que Marx se está volviendo cada vez más relevante?

Sí, exactamente. En el mundo de Marx, en el Siglo XIX, las diferencias dentro de cada país eran cruciales, y se podía vislumbrar un interés común, un frente común, entre todos los pobres, fueran argentinos, franceses o indios. Como he explicado, eso cambió en el siglo XX. Pero las cosas han vuelto a cambiar. Si la tendencia se mantiene, nos podríamos encontrar con el factor de clase, o nacional, en el centro de la ecuación de nuevo.

Las diferencias dentro de cada país eran cruciales, y se podía vislumbrar un interés común, entre todos los pobres, fueran argentinos, franceses o indios.

Examinemos entonces cómo era el mundo del XIX, y cómo ha evolucionado. ¿Cómo variaron los niveles de desigualdad a partir de la Revolución Industrial?

Con la Revolución Industrial, algunos países, sobre todo del Noroeste europeo, América del Norte y Japón, se enriquecieron mucho. Se destacaron del resto del mundo. Hasta 1700, la diferencia de renta media entre China y Europa Occidental era muy pequeña, no superaba el 30 o 40%. Tras la Revolución Industrial, estas diferencias alcanzaron niveles de hasta quince a uno. Ahora observamos la tendencia opuesta: los países asiáticos recortan la diferencia de renta que les separa de Occidente.

Su libro recuerda al trabajo de Thomas Piketty. Él defiende que, salvo una gran sacudida, como una guerra, el capitalismo tiene la tendencia natural de generar desigualdad. Sin embargo, usted distingue entre lo que llama fuerzas ‘benignas’ y ‘malignas’ que limitan la desigualdad. ¿En qué consiste esa distinción y cómo encaja con el trabajo de Piketty?

Bueno, el trabajo de Piketty es enormemente influyente, y lo seguirá siendo durante mucho tiempo. En mi opinión, la desigualdad varía de manera cíclica. Históricamente, antes de la Revolución Industrial, las variaciones tenían que ver sobre todo con factores ‘no económicos’, como las guerras y las epidemias, que tendían a reducir la desigualdad. En la era moderna, esas externalidades coexisten con factores económicos, o ‘benignos’, de reducción de la desigualdad. Me refiero a la educación, los subsidios de desempleo, los sindicatos y toda una serie de políticas de desarrollo del estado del bienestar. En resumen, si queremos reducir la desigualdad, tenemos a nuestra disposición herramientas que son buenas y otras más desafortunadas, que la reducen a base de destrucción. Piketty señala el papel jugado por la Primera Guerra Mundial. Obviamente, no es la mejor manera de reducir la desigualdad.

Antes de la Revolución Industrial, las variaciones tenían que ver sobre todo con factores ‘no económicos’, como las guerras y las epidemias, que tendían a reducir la desigualdad.

Su libro también hace referencia a la guerra ¿Genera guerras la desigualdad?

Diría que sí. Es lo que defiendo en el libro para el caso de la Primera Guerra Mundial (no tanto la Segunda): la enorme desigualdad hizo que las élites en los países ricos no pudieran encontrar la demanda agregada suficiente para ‘colocar’ su capital dentro del país. Por eso se vieron tentados a exportar el capital y luego controlar políticamente los países en los que lo habían invertido. Eso llevó a una lucha por el territorio y en consecuencia a la guerra. De modo que sí, creo que la desigualdad está en el origen de las fuerzas que terminaron precipitando la Primera Guerra Mundial. Es algo que podría volver a suceder.        

Avancemos hasta el presente. ¿Quiénes son los ganadores y los perdedores de la última oleada de la globalización, de hace veinticinco años a esta parte?

Los claros vencedores, en términos de ingreso relativo, han sido las clases medias y altas de los países asiáticos y el 1% más rico de la población mundial. Lo interesante es que si analizamos los ingresos absolutos, el ‘1%’ ha sido de largo el gran vencedor. Las ganancias se han concentrado en la parte de arriba de la pirámide.    

¿Qué ha llevado al despegue de lo que llama la ‘nueva clase media mundial’ en Asia?

Es un asunto muy debatido. En general, su ascenso se ha debido a la enorme expansión de las exportaciones. Esto incluye el desarrollo manufacturero, el movimiento de la clase trabajadora de la agricultura a la industria, del campo a las ciudades, y la capacidad de exportar a gran escala, lo que acumula superávits. Es el modelo Chino, pero también el seguido por Japón y después Corea y Taiwán.

También señala, casi en paralelo, el frenazo o incluso declive de regiones como Europa y EEUU. ¿Cómo de significativo ha sido ese proceso?

Desde una perspectiva política totalmente global, podría decirse que la globalización ha sido algo buenísimo, porque la gente pobre, como los chinos, se han beneficiado y las clases medias o trabajadoras de Occidente no han avanzado tanto. Pero esa perspectiva obvia que el mundo está organizado políticamente en estados-nación. La gente cuyos ingresos se han estancado en EEUU o Europa Occidental está políticamente muy descontenta y reclama cambios.

La gente cuyos ingresos se han estancado en EEUU o Europa Occidental está políticamente muy descontenta y reclama cambios.

Tomemos en su conjunto todos estos cambios que ha descrito -el advenimiento de una plutocracia, el declive de la clase media en Occidente, y el ascenso de una nueva clase media en Asia-. ¿Cuáles son las consecuencias para la democracia a nivel mundial?

Los efectos políticos son evidentes. Los vemos casi a diario, con el ascenso de partidos como el Frente Nacional en Francia o las ganancias de la extrema derecha en Austria o Alemania. Resulta interesante que también tenga consecuencias en China porque su modelo, no democrático, está construido en base a la expectativa de que el PIB y los ingresos reales sigan creciendo muy significativamente. Si se deja de generar ese crecimiento anual, la legitimidad de todo el sistema se pone en cuestión.

¿Qué propició, desde su punto de vista, el descenso en la desigualdad en Occidente desde la Guerra Mundial hasta los 80?

Hubo causas ‘benignas’ y ‘malignas’. La principal causa maligna fue la Guerra Mundial y todo lo que trajo consigo, incluido el de impuestos a los ricos para financiar la guerra. Terminada la guerra, eso continuó, porque una vez que se había puesto en marcha la subida de impuestos, se generó la demanda de un estado de bienestar. A eso hay que sumar la amenaza de revoluciones comunistas en occidente, que llevó a las élites a implementar políticas mucho más igualitarias. Eso llevó al ascenso de los partidos socialistas, que a su vez estaban ligados a sindicatos fuertes, que articulaban las demandas de mayores concesiones salariales. Todas estas fuerzas redujeron muchísimo la desigualdad.

La principal causa maligna fue la Guerra Mundial y todo lo que trajo consigo, incluido el de impuestos a los ricos para financiar la guerra.

¿Se refiere a Occidente en exclusiva, o habla de un fenómeno global?

Los países comunistas pasaron por procesos similares, porque la ideología que venció allí estaba basada en el igualitarismo. Por tanto, se llevó a cabo la nacionalización de la producción, de modo que la propiedad privada de capital desapareció, dando lugar a una gran reducción de la desigualdad. Hay que sumar a todo esto el enorme énfasis que se puso en la educación y la sanidad, y una política salarial muy igualitaria. Ambos ‘bandos’ redujeron mucho la desigualdad entre 1918 y finales de los 70.        

Y sin embargo, esa tendencia cambió radicalmente en los 80. ¿Cómo pasamos de un proceso de sostenida reducción de las desigualdades a nivel mundial a la realidad actual, con un aumento de la desigualdad en la inmensa mayoría de países?

Hay tres posibles explicaciones: la primera son los cambios tecnológicos, que acentúan la desigualdad entre quienes son propietarios de las máquinas o saben manejarlas y quienes no. La segunda causa es la globalización: al expandirse el mercado laboral hacia el Este, el trabajo pierde poder en relación con el capital. La tercera son las políticas impulsadas por Margaret Thatcher, Ronald Reagan y también Deng Xiaoping en China, que favorecieron el enriquecimiento de unos pocos con la esperanza de que terminase repercutiendo en los demás. Redujeron sobremanera los impuestos, incluido el impuesto sobre la herencia, y los impuestos al capital se situaron por debajo de las cargas al trabajo. Esas tendencias han continuado hasta hoy. Al expandirse el mercado laboral hacia el Este, el trabajo pierde poder en relación con el capital.

¿Qué lecciones deberíamos extraer del proceso que viene describiendo?

En primer lugar, que la desigualdad, a nivel nacional, puede convertirse en un problema global. Igual que sucediera con la Primer Guerra Mundial, en la que los intereses de las élites domésticas trajeron consigo consternación política transnacional y una gran guerra, podemos vernos en una situación en la que los niveles crecientes de desigualdad, que parecen un problema doméstico, repercutan en la política exterior, y lleven a ciertos países al enfrentamiento bélico con otros. Creo que es una lección fundamental.

Una segunda lección, muy relacionada con la primera, es que pese al enorme progreso en el bienestar material que hemos logrado, no podemos dar por terminada la amenaza de las fuerzas ‘malignas’, no solo de la guerra, sino incluso de las epidemias. Por eso conviene actuar sobre la desigualdad con las herramientas políticas, y reducirla con fuerzas ‘benignas’. 

Branko Milanović es una rara avis: un economista empírico al que no le asustan la historia ni la política. El académico serbio, afincado en Estados Unidos, lleva décadas estudiando la desigualdad a nivel global, desde universidades y fundaciones de prestigio y como investigador jefe del Banco Mundial. Ha dedicado...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Álvaro Guzmán Bastida

Nacido en Pamplona en plenos Sanfermines, ha vivido en Barcelona, Londres, Misuri, Carolina del Norte, Macondo, Buenos Aires y, ahora, Nueva York. Dicen que estudió dos másteres, de Periodismo y Política, en Columbia, que trabajó en Al Jazeera, y que tiene los pies planos. Escribe sobre política, economía, cultura y movimientos sociales, pero en realidad, solo le importa el resultado de Osasuna el domingo.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

4 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. pisitófilos creditófagos

    No se puede razonablemente hablar de la desigualdad en Occidente sin citar la BURBUJA POPULARCAPITALISTA OCHENTERA, de base inmobiliaria.

    Hace 7 años 6 meses

  2. Francisco Bravo

    Este articulo es un ejemplo perfecto de manipulacion y desinformacion…… el interrogador (que de periodista tiene poco) dirige las preguntas de tal forma que el ingenuo entrevistado ni se entera que esta siendo usado para engañar personas…. O quizas el entrevistado colabora, vaya usted a saber. Demuestra de alguna forma el interrogado que la desigualdad entre naciones pueda causar una guerra mundial hoy dia?????..... no lo dice por ningun lado…. Y no lo puede decir porque a diferncia de ayer hoy dia los capitalistas no tienen que controlar territorio para poder hacer inversiones en otros paises….. el capitalismo financiero ha resuelto ese dilema y hoy dia es parte de la politica economica de cualquier pais el atraer inversiones extranjeras….. hasta los matarifes del comunismo rabioso como los castro andan desaforados atrayendo inversionistas a Cuba, creando zonas francas de desarrollo industrial y comercial como la zona “especial” del Mariel que con ayudas corruptas de otros socialistas rabiosos como Lula, Petrobras y Odebrech se ha construido. Dice el interrogado por algun lado que el comunsmo fracasado resolvio el problema de la desigualdad de forma permanente?????? No lo dice….. por supuesto que el interrogador no le pregunta como fue que “lograron” los soviets esa supuesta igualdad…. Y no lo hace porqyue sencillamente se hubiera visto en la necesidad de amordazar al interrogado para que no se pasara horas explicando que esa supuesta igualdad fue solo el emparejamiento en la miseria logrado mediante la destruccion de las clases medias y altas con lo cual se logro sencillamente el empobrecimiento general de esos paises cosa que a la larga llevo al desmoronamiento de esos sistemas pues no hay pais que resista que toda su poblacion sea pobre y solo una pequeڀa elite de burocratas sean ricos.

    Hace 7 años 6 meses

  3. Simón Peña

    ¿La desigualdad? Algo propio del capitalismo.

    Hace 7 años 6 meses

  4. Judío antisionista

    Me parece meritorio tanto hincapié en la desigualdad, es una forma de tratar de combatirla. Pero creo que hay un factor que no puede dejarse de lado al considerar el origen de las dos guerras mundiales y de algunas guerras menores que las precedieron, la competencia entre países capitalistas. Los dos primeros en industrializarse fueron Inglaterra y Francia que, por ese motivo, se repartieron el mundo durante el siglo XIX. Pero luego fueron surgiendo otros, principalmente Alemania, que al llegar tarde al reparto presionaron para obtener su parte de la torta. El actual dominio de Europa por Alemania, logrado por medios pacíficos, sería una continuación de lo mismo.

    Hace 7 años 6 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí