1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Tribuna

La desnuda desgracia del mundo

La masacre química en Al-Ghouta (Siria) en agosto de 2013 y el acuerdo posterior de prohibición de las armas químicas acabaron con la verdad, la justicia y la política

Yassin Al-Haj Saleh / Traducción: Alfonso Vázquez 3/09/2016

<p>Víctimas del ataque químico en Ghouta el 21 de julio de 2013.</p>

Víctimas del ataque químico en Ghouta el 21 de julio de 2013.

محمد السعيد

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Sólo dos semanas después del horrible ataque químico del atardecer del 21 de agosto de 2013, que mató a 1.466 hombres, mujeres y niños [en el suburbio de Al-Ghouta al este de Damasco], ocurrió otra masacre: el acuerdo químico entre Rusia y Estados Unidos. Los tres cadáveres de esta última masacre, los cadáveres de la verdad, la justicia y la política, fueron arrojados en las proximidades de las fosas comunes de Al-Ghouta para envenenar la vida de los sirios y las posibilidades de salvación de Siria y del mundo entero.

El cadáver de la verdad

El primer paso consistió en el asesinato y entierro de la verdad. A pesar de la celebración de los leales al régimen y del reparto de baklavas como símbolo de felicidad, el régimen negó su responsabilidad por la masacre. Algunos de los antiguos fascistas hablaron de la pulverización de Al-Ghouta con Pif-Paf (una marca de insecticida). La rabiosamente sectaria consejera de Bashar Al-Assad, Bouthaina Shaaban, no sólo afirmó que los “terroristas” (todos aquellos a los que se les ocurre resistirse al Estado asadista) llevaron a cabo el ataque, sino incluso que las víctimas procedían de la costa –insinuando así que eran alawitas– y habían sido secuestradas de sus casas y envenenadas en Al-Ghouta para que la oposición pudiera culpar al régimen. La ocurrencia más extraña, sin embargo, fue la de Naciones Unidas: acatar la petición de Rusia de no identificar a los criminales mediante una delegación internacional de investigación sobre… no, no sobre la masacre, sino sobre el uso de armas químicas.

Que el mandato de la delegación internacional se restringiese a confirmar el uso de armas químicas –como si fuese necesaria esa confirmación– fue absolutamente despreciable. Y lo que lo hace aún más despreciable es que el Estado que demandó esta restricción, Rusia, ha negado en todo momento la responsabilidad del Estado asadista. Esta actuación demostró que nuestro mundo está corrompido desde sus más altos niveles y que el sistema internacional quiso claramente mentirse a sí mismo, y a siete mil millones de personas, para poder absolverse de la incomodidad moral que supone proteger a un extraño asesino conocido por todos: Bashar Al-Assad.

No ayudó, desde luego, que ciertas figuras de la oposición siria, del Comité de Coordinación Nacional, contribuyeran a la campaña de culpabilización de aquellos que resisten al Estado asadista. Por ejemplo, Salih Muslim, miembro de este comité y co-presidente del Partido de la Unión Democrática Kurda, se presentó voluntario para acusar a los opositores del Estado asadista de matarse a sí mismos. Ninguno de estos testigos falsos ha revisado su posición en los últimos tres años. Además, algunos de los occidentales antiestablishment se unieron al coro. Seymour Hersh escribió un largo artículo en el London Review of Books sobre la complicidad de Turquía y del Frente Al-Nusra en el uso de armas químicas.

Que el mandato de la delegación internacional se restringiese a confirmar el uso de armas químicas fue despreciable

Nadie consultó a la gente de Al-Ghouta, una región que estaba y está densamente poblada; ni siquiera se pusieron en contacto con ellos para preguntarles si sospechaban de la responsabilidad de alguien más –de cualquiera, no sólo del régimen de Assad– o si habían notado alguna actividad sospechosa antes de la masacre. No se trató de un despiste o de falta de profesionalidad, sino que se debió a una práctica muy asentada, la de negar a los habitantes locales la capacidad de hablar por sí mismos, de decir lo que creen que es verdad acerca de sus vidas y de sus muertes. Sólo el periodista o el investigador occidental, que se las arregla para deslizar palabras deshonestas o suaves en medio de presentaciones brillantes, y con frecuencia insensibles, posee el derecho a hablar y escribir acerca de la masacre. Ni las víctimas ni sus conciudadanos tienen este derecho. Esto explica por qué esta práctica persiste, y por qué el sistema de información global es cómplice de los crímenes.

Todas las entidades y poderes mencionados contribuyeron a la muerte de la verdad y a su entierro junto a las fosas comunes de las víctimas de Al Ghouta.

El día después de la masacre, el Centro para la Documentación de las Violaciones (VDC), bajo la dirección de la brillante Razan Zaitouneh y con la ayuda de sus asistentes sobre el terreno, publicó un detallado informe acerca del crimen. Unos pocos días después, a éste le siguió otro informe. Antes de estos dos hubo otros sobre el uso de gases venenosos. Nadie tenía ninguna duda de que el régimen de Assad había cometido el crimen. Además de Zaitouneh, Samira Al-Khalil, una activista y antigua presa, también publicaba diariamente y en directo, en su página de Facebook, lo que observaba. Y ella tampoco tenía ninguna duda sobre la responsabilidad del Estado asadista.

Una práctica muy asentada es la de negar a los habitantes locales la capacidad de hablar por sí mismos

Tal vez sus testimonios desde Al-Ghouta fueron una de las razones por las que una milicia salafista leal a Arabia Saudí secuestró a ambas mujeres, tres meses después del acuerdo sobre armas químicas. Esta milicia se había autopromocionado a la categoría de “ejército” un mes después de la masacre. Poco más de un mes después de la masacre, Razan recibió una amenaza de muerte por parte de un conocido miembro de esta milicia, instigado por otro conocido miliciano (el actual legislador de Jaysh Al-Islam, el Ejército del Islam). A Samira también la amenazaron personas muy conocidas, aunque entonces no teníamos conocimiento de sus nexos con la milicia.  

Razan y Samira fueron secuestradas junto a Wael Hamada (marido de Razan) y Nazen Hammadi (abogado y poeta). Los dos habían trabajado en el Centro para la Documentación de las Violaciones. Robert Ford, el exembajador estadounidense en Siria, pidió de forma imprecisa (y sospechosa) a algunos de sus interlocutores sirios que no acusaran a Jaysh Al-Islam del secuestro.

El cadáver de la justicia

El Estado asadista no sólo salió impune del crimen de Al-Ghouta, sino que además recibió licencia para seguir matando con otras armas. Se le concedió permiso para continuar castigando a los sirios que se habían levantado contra él, con una garantía internacional de impunidad. Las bombas barril del régimen son la continuación de la masacre química, mediante un medio mucho más letal y destructivo, y con efectos más devastadores.

Y la causa de ello es que las masacres nunca supusieron un problema para los actores internacionales más influyentes. El único problema residía en las armas con las que se realizase la matanza. La violación de la sacralidad de las vidas de los sirios nunca fue un problema. Sólo lo era la violación de una ley consagrada por los más poderosos hace muchos años para protegerse los unos de los otros.

La reacción de los actores estatales y las organizaciones internacionales más influyentes ante la masacre intensificó un método ya existente para tratar con causas como la siria y la palestina. Este método se basa en marginar la justicia, la libertad y la democracia, y en negar la acción política y la dignidad moral a los sirios, a los palestinos y a otros. Este método favorece a aquellos regímenes disciplinados al tratar con los más poderosos, y capaces de disciplinar a los más vulnerables bajo su mando.

El Estado asadista no sólo salió impune de este crimen, sino que además recibió licencia para seguir matando con otras armas

Tampoco este es un asunto de despiste, ni de mal juicio. Dimana de la estructura del poder internacional en el Medio Oriente y de las representaciones que se hacen de sus habitantes, que son atribuidas a la “cultura” y a la “mentalidad”, en suma, al “islam”. Se trata de un método que prefiere a los Estados antes que a las “cabezas corrompidas” [1] de los gobernados, aunque al mismo tiempo suponga el despojamiento de la soberanía y de la independencia de esos Estados a cambio de la protección de sus gobiernos.

Si partimos de que el acuerdo químico se realizó con el consenso de los poderes internacionales y con la sumisión de Naciones Unidas, la conclusión lógica a la que debemos llegar es sencilla; no hay justicia en un mundo liderado por estos poderes; aquellos que no puedan obtener sus derechos mediante el poder de sus puños serán aplastados, no sólo no recibirán ningún apoyo, sino que tampoco podrán dar una descripción o un testimonio de lo que les sucede. Sin poder, no hay derechos.

El acuerdo químico dejó a los sirios completamente expuestos. Es más, pareciera que solo merecen más masacres y destrucción, en parte debido a la obsesión con el Daesh de los medios occidentales, que han relegado a la oscuridad los crímenes de los asadistas y sus amos. Esa campaña mediática obsesiva sólo menguó hace unos pocos meses, cuando los medios de comunicación se dieron quizás cuenta de que estaban dando publicidad gratis al colonial y fascista Estado Islámico.

Esto merece investigación adicional, pero de hecho esta aseveración está probada, se refleja ligeramente en los mayores medios de comunicación occidentales, y en el estado de la democracia en Occidente ante el resto. Esto también muestra la conexión entre asesinar la verdad y asesinar la justicia, o la necesidad de deshacerse de la verdad para facilitar el asesinato de la justicia.  Es una conexión que conocemos bien en Siria. El asesinato de la verdad y la difusión de desinformación y de falsedades fue la puerta de entrada de los baazistas, y en particular de los asadistas, para negar a los sirios la justicia y la política. 

El cadáver de la política

La matanza química y la posterior protesta internacional fue una oportunidad para lograr alguna clase de solución política justa en Siria. Esa solución tendría que haber traído un cambio esencial del sistema político, lo que habría permitido la construcción de una nueva mayoría política siria. Esa solución debería de haber respondido a las aspiraciones expresadas por los sirios a lo largo de los dos años y medio anteriores. También habría respetado los instintos políticos de las potencias internacionales, que habían rechazado apoyar a los opositores sirios militarmente porque preferían… una “solución política”.

Las potencias internacionales han creado las condiciones perfectas para que el régimen rechace cualquier solución política que acabe con el sufrimiento 

El clima global era perfecto para impulsar con fuerza el cambio en Siria. Ni lo los rusos, ni los estadounidenses, ni los israelíes quisieron --estos últimos transmitieron su especial deseo de un acuerdo químico--. Tres años después de aquellas desgraciadas dos semanas, sucede exactamente lo opuesto: las potencias internacionales han creado las condiciones perfectas para que los asadistas y sus amos rechacen cualquier solución política que acabe con el prolongado sufrimiento nacional.

El acuerdo químico estuvo orientado a solucionar el problema del uso de las armas químicas. No se opuso, sin embargo, a la masacre en la que se usaron armas químicas. Tampoco trató de afrontar el problema de los muertos sirios, que ya habían llegado a los 100.000. El problema que resolvía incumbía sólo a Israel, a Estados Unidos y a Rusia. No fue un asunto que concerniese a los sirios. En absoluto.

El acuerdo químico ignoró las demandas políticas de los sirios y su lucha, continuando así el método asadista de negar a los sirios sus peticiones y derechos en su propio país. Para los sirios, que aspiran a la libertad, la justicia y la dignidad en su país, no hay diferencia entre las partes que orquestaron el acuerdo químico y el Estado asadista. Lo que nos dijeron los criminales artífices del acuerdo es lo mismo que nos dijeron los artífices criminales del ataque: no poseéis el derecho a la política; se os confrontará con la guerra, ¡y sólo con la guerra!

Así se arrojó el cadáver de la política encima de los de la justicia y la verdad. Se facilitó al Estado asadista y a sus socios la continuación de su empresa de muerte, hasta alcanzar el medio millón de víctimas de hoy en día. Su horizonte para matar está más abierto hoy de lo que nunca antes lo estuvo, sin atisbo de un final cercano.

Las Conferencias de Ginebra son la continuación política del acuerdo químico. Sus patrocinadores son los mismos, y se abstienen de ejercer presión sobre el Estado asadista. De hecho, uno de los patrocinadores internacionales, Rusia, lidera hoy el esfuerzo bélico del Estado asadista. Además, ni el régimen ni sus apoyos internacionales han mostrado nunca ninguna disposición a conceder nada a quienes se les oponen, ni han realizado ningún movimiento para el fin de la oligarquía en Siria, ni han aceptado que la total retirada de las fuerzas internacionales de Siria sea un objetivo de ese “proceso de paz”. Ni tan siquiera una sola vez el régimen o sus apoyos internacionales han aceptado alguna concesión política, ni tan siquiera han concedido que se distribuya comida y medicinas en las áreas asediadas, por no mencionar la finalización de los asedios o la liberación de los tristemente detenidos en las cámaras de tortura de Assad.

La causa siria es una causa global, más que ninguna otra en el mundo de hoy

Con estos condicionantes, las Conferencias de Ginebra se convierten en un esfuerzo internacional para empujar a los sirios a que destruyan su causa con sus propias manos, después de que los asadistas, sus amos y sus patrocinadores hayan destruido sus vidas y su país.

La desnuda desgracia del mundo

Lo asombroso en esta historia de una matanza pública es su enorme descaro: descaro en la mentira, en el engaño, en el entierro de la verdad, descaro en la protección del asesino, descaro en el asesinato de la justicia, en proteger la guerra y garantizar su continuidad; descaro en facilitar el trabajo de los invasores iraníes y rusos, y descaro de sus subordinados. El mundo de hoy está muy desnudo en su desgracia.

Por todas estas razones, el acuerdo químico ruso-americano fue una masacre aún más aborrecible que la propia masacre química. La verdad, la justicia y la política son valores que protegen las vidas de las personas. Cuando estas fueron asesinadas, se perdió la sacralidad de las vidas de las personas y su valor. Y sus asesinos se tornaron aceptables, tal vez incluso deseados. Esto es lo que ha ocurrido en nuestro país durante los últimos tres años bajo patrocinio internacional, después de que esto mismo estuviese sucediendo durante más de cuarenta años bajo un patrocinio menos global.

Esta es la razón por la que, desde aquel desgraciado día, el problema ya no es Siria, sino el mundo. Un mundo, cuya alma acarrea tres enormes cadáveres además de medio millón de muertos, es un mundo envenenado.

Los síntomas de este envenenamiento se ven en el alza de corrientes fascistas en todo el mundo, en la erosión de la democracia en todas partes, y en el deterioro de las corrientes de liberación, renovación y esperanza. La causa siria es una causa global, más que ninguna otra en el mundo de hoy. Y además es susceptible de llegar a ser un punto sobre el que giren los caminos políticos, intelectuales y éticos mundiales durante las próximas décadas.

Puesto que el mundo es nuestra causa, nosotros, los sirios, debemos trabajar de manera incansable para mostrar la sirianización del mundo, y la universalidad de nuestra causa. Nuestra primera tarea es hacer visible que la masacre química en Siria, y el posterior acuerdo químico, son incidentes sirios, y globales, que no pueden olvidarse. En Siria y en todo el mundo, debemos coronar a los héroes y falsos testigos de estos incidentes con su merecida desgracia.

-------------

Yassin Al-Haj Saleh (Al-Raqqah, Siria, 1961) es escritor sirio y disidente político. Debido a su militancia en el Partido Comunista Sirio, estuvo encarcelado en diversas prisiones entre 1980 y 1996. Perseguido tanto por el Gobierno de Assad como por los islamistas radicales, huyó a Turquía, donde reside actualmente.

Este artículo fue publicado originalmente en árabe, y luego en inglés en la revista Al-Jumhuriya el 22 de agosto.

Traducción, de la versión inglesa, de Alfonso Vázquez.

[1] De acuerdo con la teoría de Adonis Ali Ahmad Said Esber (pensador y poeta sirio), el origen de nuestros problemas reside en las cabezas de la gente, no en las cabezas de los Estados.

Sólo dos semanas después del horrible ataque químico del atardecer del 21 de agosto de 2013, que mató a 1.466 hombres, mujeres y niños [en el suburbio de Al-Ghouta al este de Damasco], ocurrió...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Yassin Al-Haj Saleh

Autor >

Autor >

Traducción: Alfonso Vázquez

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí