1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

El radiactivo y millonario desliz del exministro Soria

El Supremo plantea la presunta ilegalidad de los impuestos destinados a financiar la clausura de las centrales nucleares. Según el exresponsable de Industria, su finalidad real es costear el déficit tarifario del sistema eléctrico

Eduardo Bayona 13/07/2016

<p>Central Nuclear d'Ascó, Tarragona. </p>

Central Nuclear d'Ascó, Tarragona. 

Javier Leiva/Flicker

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

¿Quién asumirá la gravosa factura –unos 13.000 millones-- del cierre en cascada de las centrales nucleares españolas durante los próximos doce años? ¿Las compañías eléctricas que las explotan o el Estado, es decir, el ciudadano vía impuestos? Esta segunda posibilidad va ganando peso desde que, hace unos días, los jueces del Supremo sorprendieran al exministro José Manuel Soria en un –otro-- desliz verbal y pusieran sobre la mesa una contradicción que puede costarle a la Administración casi 300 millones al año.

La Ley de Medidas Fiscales para la Sostenibilidad Energética aprobada por la mayoría del PP a finales de 2012 creó dos nuevos impuestos de contenido supuestamente ambiental y presuntamente ideados para financiar la gestión de los residuos que generan las centrales nucleares y, paralelamente, su posterior almacenamiento por tiempo indefinido, ya que su radiactividad se mantiene durante siglos. Sin embargo, la Sala Tercera del Supremo considera que esos tributos pueden ser ilegales, por lo que ha pedido al Constitucional que se pronuncie sobre ellos, tal y como planteaban Endesa y Unesa, la patronal del sector eléctrico, al recurrir las normas para liquidarlos y señalar la posible inconstitucionalidad de ocho artículos de esa norma. 

El Supremo sugiere, con voto discordante de un magistrado, que el coste del tratamiento de los residuos estaba, “al menos, aparentemente”, cubierto por las cuatro tasas estatales que desde hace casi dos décadas comenzaron a nutrir al fondo nacional del Plan General de Residuos Radiactivos que gestiona la empresa pública Enresa y al que sin embargo, según destacan los magistrados, “ni siquiera queda” adscrita la recaudación de los nuevos impuestos. 

Esa circunstancia lleva a plantearse “serias dudas” sobre su legalidad al tribunal, para quien su finalidad no es “disuadir o desincentivar la actividad de tratamiento y almacenamiento” de los residuos, por mucho que así lo indicara el preámbulo de la reforma del mercado eléctrico, sino que “la verdadera realidad perseguida es la financiación del déficit tarifario por parte de las centrales nucleares”. De hecho, así lo anunció el propio Consejo de Ministros al lanzar la norma, y así lo sostuvo Soria el defender su texto en el Congreso, donde se refirió a la ley como “un proyecto de medidas fiscales que tiene como objetivo obtener ingresos para que, a partir del principio de la sostenibilidad medioambiental y financiera del sistema, una parte –no todo-- del déficit de tarifa previsto para 2013 pueda ser financiado con cargo a estos ingresos”.

Coinciden los cálculos de Gobierno y ecologistas

La Fiscalía apoya las tesis de las eléctricas, cuestiona que los tributos puedan llegar a influir en las empresas que gestionan las nucleares “en orden a la evitación o minoración de los efectos perniciosos para el medio ambiente” que entraña su actividad –algo que sí justificaría su aplicación-- y, al mismo tiempo, pone también sobre la mesa el “solapamiento con otras figuras tributarias”.

Hacienda esperaba ingresar 270 millones por el impuesto que grava la generación de residuos y 19,6 por el que se refiere al almacenamiento hace dos años, 227 y 10 el pasado y 230 y 7 en este. El primero, que obliga a las nucleares a pagar 2.190 euros por cada kilo de uranio y plutonio que irradian al cabo del año y aplica una horquilla de 1.000 a 6.000 por cada metro cúbico de desechos de media a muy baja actividad, se mantendría estable, con una tendencia a la baja por la reducción escalonada de la actividad, hasta el cierre del parque nuclear. Por el contrario, el segundo, que aplica una tarifa de 30.000 euros a cada kilogramo de los primeros materiales por año de custodia y eleva a entre 2.000 y 10.000 el gravamen para el resto, iría creciendo para consolidarse a en sus máximos a finales de la próxima década, cuando el cierre del parque hubiera conllevado, según las estimaciones de Greenpeace, la extracción de 6.700 toneladas de escorias radiactivas.

La ley que ahora cuestiona el Supremo ya avanzaba que “la valoración del coste total del desmantelamiento de las centrales nucleares y la gestión definitiva de los residuos radiactivos mantienen un alto grado de incertidumbre que, en última instancia, se trasladaría a la sociedad”. Sin embargo, los cálculos del Gobierno popular sobre esta materia mantienen una llamativa coincidencia con los de organizaciones como Greenpeace: 13.000 millones de euros hasta 2070; es decir, unos 240 anuales.

Los ecologistas mantienen que, en cualquier caso, se trata de unas cantidades que los consumidores van aportando en la práctica por la vía recibo de la luz; las eléctricas sostienen, por su parte, que se trata de un tributo confiscatorio y selectivo y el Gobierno, por último, argumenta, con un éxito relativo en sede judicial –la Audiencia Nacional rechazó los argumentos que el Supremo plantea ahora al Constitucional--, que esa es la fórmula adecuada para afrontar el futuro desmantelamiento del sector nuclear. Sin embargo, si el TC avala la tesis del Supremo, las compañías recuperarán los primeros 800 millones. 

Las ocho plantas caducan en doce años

Las siete centrales nucleares españolas que siguen activas cumplirán la próxima década 40 años de funcionamiento, el límite oficioso de su vida útil, según los expertos. La primera en agotarlo, en 2021, será la más antigua de las dos unidades de Almaraz, cuyo socio mayoritario es Iberdrola. Dos años después lo harán el segundo grupo extremeño y el más viejo de los dos de Ascó, este último de propiedad íntegra de Endesa. Les seguirán en 2024 y 2025 Cofrentes –cien por cien Iberdrola-- y Ascó II –operada por ambas con mayoría de los italianos-- para cerrar la ronda Vandellós II –controlada por la filial de Enel-- en 2027 y, ya en 2028, Trillo, en la que Iberdrola posee un 48% al que se suma un 2% de Nuclenor, con Gas Natural (34,5%) e Hidroeléctrica del Cantábrico (14,5%) como socios.

Antes que esas siete, la central burgalesa de Santa María de Garoña, situada  a orillas del Ebro, superó en 2011 ese umbral de las cuatro décadas de funcionamiento. Dejó de producir electricidad en diciembre de 2012 por motivos económicos y está formalmente parada desde el 6 de julio del año siguiente. Sin embargo, en la práctica se encuentra en una situación de stand-by en la que sus propietarios, Endesa e Iberdrola, dueños cada uno de ellos del 50% de Nuclenor, soportan una factura anual de 60 millones –van tres y medio-- para no perder la concesión de agua mientras se debaten entre asumir otra de 120 por reabrirla –siempre que lo autorizara el Consejo de Seguridad Nuclear, al que le han solicitado una prórroga hasta 2031-- o de 150 por cerrarla y poner a buen recaudo su combustible de acuerdo con la hoja de precios de la Ley de Medidas Fiscales para la Sostenibilidad Energética.

La decisión final sobre el cierre o la reapertura de Garoña marcará la tendencia para el resto de la red nuclear española, en la que siguen operativas siete centrales tras el cierre de Zorita en 2006, una vez superados sus 35 años previstos de vida útil, y el anterior de Vandellós I tras el incendio que dañó sus instalaciones en octubre de 1989. Las miradas se centraban hasta ahora en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), favorable a la reapertura y que prevé hacer público su dictamen sobre la prórroga en noviembre. Sin embargo, comienzan a volverse hacia Iberdrola, pieza clave del entramado empresarial de esa parte del sector eléctrico español.

 

Iberdrola, socia en seis de las siete nucleares y mayoritaria en cuatro

La apuesta por las renovables y el alejamiento estratégico de las nucleares por parte de Iberdrola, presente en las empresas que explotan seis de las siete centrales de combustible radiactivo y mayoritaria en cuatro de ellas, y la política energética del Gobierno que salga –si sale-- de las últimas elecciones serán las dos claves que marcarán el futuro del parque nuclear español, que en doce años, salvo que el CSN dictamine lo contrario, habrá quedado fuera de servicio por obsoleto.

Ahora, y según se comporta la meteorología, llega a cubrir más de la quinta parte de la demanda eléctrica de España --21,7% el año pasado-- como parte de un sector energético en el que convive con las trabas a las renovables, que los dos últimos años atendieron entre el 37% y el 42% del consumo, y con el negro futuro del carbón, que todavía abastece a entre la quinta y la sexta parte del consumo pese a sus graves efectos ambientales. 

Mientras esa compleja panorámica energética sigue sin provocar un debate ni serio ni profundo, los tres actores empresariales de Garoña optan por mantener sus cartas boca abajo. Y el suspense. “La estamos manteniendo en perfectas condiciones para su reversibilidad, avanzando en los proyectos pendientes y a la espera del informe del Consejo de Seguridad Nuclear”, explican desde Nuclenor. “No hay ninguna decisión tomada. La intención es apostar por la reapertura, por eso se pidió; pero, antes de decidir, se valorarán las condiciones que imponga el dictamen del CSN”, enfrían en Endesa. Mientras tanto, en Iberdrola “no hay una postura oficial”, aunque recuerdan que “hay más inversiones previstas” en la planta. Nuclenor, que considera en su web la vasija del reactor de Garoña “apta para continuar su operación a largo plazo”, tiene un horizonte de potentes desembolsos, ya sean anotados como inversiones o como gastos. 

Uno de estos, que le supone unos cinco millones de euros al mes y con el que mantiene 250 empleos directos mientras genera unos 200 indirectos, tiene carácter estratégico. Se trata del mantenimiento que requiere la central, que incluye el cuidado de la piscina que alberga el combustible extraído del reactor el 22 de diciembre de 2015. Esas labores son, en realidad, por el pequeño consumo de agua que suponen, una inversión a medio plazo que, en caso de no realizar, dejarían a la empresa en condiciones de perder su concesión del Ebro. Sin ella, Garoña no podría volver a operar. 

Garoña: ¿Gasto o inversión estratégica en mantenimiento?

Ese es el elevado precio de mantener viva la opción de reiniciar el equipo. Ejecutarla requeriría una inversión de 120 millones en construir una nueva torre de refrigeración e instalar un sistema de control de la temperatura del agua que vierte al Ebro, cifra a la que se sumarían las exigencias que pueda incluir el CSN en su dictamen. Sin reinicio, la factura de desmantelar Garoña incluiría un apunte de 150 millones de euros por el tratamiento de los residuos nucleares. 

Es decir, que los socios de Nuclenor se debaten entre esas cuantías, aumentadas en ambos casos en 60 millones anuales mientras toman la decisión. Con una producción de algo más de 3.500 megavatios.hora –generó en sus 42 años de funcionamiento 133.335 gigavatios, la mitad de la demanda española en un año medio-, necesitaría varias décadas para enjugar esos desembolsos. Como para que no surjan tensiones entre los socios. 

No obstante, otra hipótesis, en este caso jurídica, invita también a interpretar como una inversión estratégica ese elevado gasto mensual en mantenimiento. Sería una de las bases para reclamar al Estado una indemnización millonaria por lucro cesante si el eventual visto bueno del CSN al reinicio se viera seguido de un veto por parte del nuevo Gobierno. Todo apunta a que el PP seguirá en La Moncloa, aunque su continuidad requiere el apoyo de grupos contrarios a la continuidad de la central, que hace unos meses eran todos los demás, C’s, PNV y CDC incluidos.

Garoña, impulsada en 1957 por Iberduero y Electra de Viesgo, no solo provoca disensos. También genera consensos. En los últimos meses ha provocado la aprobación de mociones que reclaman el cierre en ayuntamientos, diputaciones y parlamentos autonómicos de toda la cuenca del Ebro. Y los riesgos que genera su obsolescencia lograron durante la breve legislatura estatal poner de acuerdo a todo el arco parlamentario, salvo el PP, para reclamar su cierre definitivo.

Sobrón: poco oxígeno, mucha sal y nitrógeno y una invasión de mejillón-cebra

La central dejó de operar el 16 de diciembre de 2012, según la propia empresa, o el 6 de julio de 2013, según determinó el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Había sido inaugurada el 21 de septiembre de 1971, lo que supone que las aguas recalentadas de su sistema de refrigeración fueron a parar durante más de 15.000 días al embalse de Sobrón, al que la memoria anual de la Red de Seguimiento de Masas de Agua Muy Modificadas de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y su informe específico sobre el pantano de Sobrón sitúan como el de peor calidad biológica de la cuenca del Ebro. Es, junto con Maidevera, en el río Aranda,  el único al que los estudios experimentales atribuyen un potencial ecológico “malo”, aunque sube un escalón en cuanto al cumplimiento de la normativa y en ese apartado, es uno de los 19 catalogados como “deficiente”. 

Este pequeño pantano, que inunda 288 hectáreas de ribera a caballo de las provincias de Burgos y Álava para almacenar 20 hectómetros cúbicos de agua, entró en servicio en 1961, cuatro años después de que Viesgo e Iberduero, que ya explotaba la central hidroeléctrica de su presa, comenzaran a trabajar en el proyecto de la nuclear, que tardaría una década en comenzar a producir energía. Cuatro décadas después, es el líder de la cuenca en nitrógeno inorgánico oxidado, tóxico para los peces; presenta en su fondo “el valor más alto de todo el estudio” en alcalinidad, con 4,2 miliequivalentes por litro que le alejan de la horquilla que requieren los organismos vivos, y en él “ha vuelto a aparecer” un “hipolimnion anóxico [estrato sin oxígeno], con 12,2 metros de agua con una concentración menor a 2 miligramos por litro” de ese gas y con una elevada salinidad. Su profundidad media es de siete metros y la máxima, de 33.

Los informes, que destacan la “abundancia de las larvas planctónicas de mejillón cebra” en sus aguas hasta colocarle como líder también en la presencia de este molusco invasor --alcanzó 747,5 ejemplares por litro que suponen más del 80% de su plancton animal, aunque había descendido en el último año--, reseñan “la problemática de estratificación térmica severa debida a la presencia de aportaciones de agua de refrigeración con temperatura elevada” que ha sufrido en los últimos años. Es decir, que el hecho de recibir como vertido el grueso de los dos millones de litros de agua (24,3 por segundo) que diariamente captaba del Ebro la central para refrigerar sus instalaciones ha alterado el equilibrio ambiental del embalse.

Los técnicos de la CHE llaman también la atención sobre la mayor densidad de esa capa inferior del agua, la cual, “ya sea salino o térmico” su origen, “hace que los procesos de descomposición” que se dan en ella “agoten el oxígeno, siendo el factor que hace empeorar la calidad, conjuntamente con la presencia de grupos algales (no cianobacterias) indicadores de baja calidad”. “Se debería conocer cuál es el origen de esta mayor salinidad hipolimnética”, señalan. Y plantean varias hipótesis: que sea natural, que proceda de “los tratamientos antihielo de la carretera que discurre por su margen izquierda” y que, por otro lado, coincida con una eventual “aportación de nutrientes por el curso fluvial que favorece el crecimiento fitoplanctónico”. En cualquier caso, sugieren aprovechar las crecidas del Ebro para renovar el agua de Sobrón y “favorecer la salida de las aguas de las capas profundas del gradiente de densidad, más salinas y anóxicas”.

Resulta llamativo que el potencial biológico del embalse de Sobrón se haya deteriorado desde que la central dejó de operar en 2012. La memoria de la red de seguimiento de ese año catalogaba el experimental como “deficiente”, aunque ya era “malo” en cuanto a la presencia de oxígeno en sus aguas, el mejillón cebra ya suponía cuatro quintas partes de su zooplancton, arrojaba los mayores índices de conductividad y su temperatura, de casi 26 grados, era la mayor de la cuenca “por su relación con el sistema de refrigeración de la central nuclear contigua”.

Los costosos requisitos para reabrir y la vigencia de la concesión

Esas circunstancias hicieron que la CHE revocara en 2013 su autorización de vertido para emitir otra más exigente. Impuso a Nuclenor las obligaciones de construir una nueva torre de refrigeración y de instalar un sistema de control de la temperatura del agua que vierte al Ebro que, por otro lado, requiere el visto bueno del organismo tres meses antes de un eventual reencendido del reactor.

Cumplir esos requisitos, avalados por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que rechazó ampliar el permiso de 2007 y eliminar el límite de 30 grados para el caudal que devuelve, requeriría una inversión de, aproximadamente, 120 millones de euros. Su objetivo es garantizar la inocuidad ambiental de una central gemela de la que destruyó el maremoto de Fukushima (Japón) en 2011, que ha superado las cuatro décadas de vida útil que los expertos atribuyen a este tipo de instalaciones y que se encuentra en un río cuya ribera habitan, aguas abajo de Miranda, 1,3 millones de personas. 

La orden con esas condiciones fue emitida poco después de que la Fiscalía de Zaragoza archivara la investigación que abrió tras denunciar Greenpeace un presunto delito ambiental. La organización ecologista sostenía que la central vertía el agua de sus circuitos de refrigeración con una temperatura superior a la permitida, y que eso amenazaba la vida de las especies autóctonas y favorecía el desarrollo de las invasoras.

Solo puede calentarla en tres, pero un estudio elaborado por una consultora por encargo de la organización ecologista apuntaba que en febrero llegaba a tomarla a seis y a devolverla al río a 32 -el límite está en 30-, lo que elevaba a 18 la del embalse en pleno invierno. La horquilla, según ese dictamen, se situaba en diez en verano, mientras que en mayo, con la central en parada técnica, no había variaciones. Sin embargo, el ministerio público concluyó que, aunque ocasionalmente se dan variaciones en la salida de los canales de refrigeración, el vertido estaba bajo control, tanto por la empresa como por la CHE.

El Gobierno central tiene sobre la mesa otra patata caliente relacionada con Garoña mientras el CSN tramita su reapertura: la vigencia de la concesión de agua para su sistema de refrigeración. 

La Ley de Aguas establece que el Ministerio de Medio Ambiente puede declarar caducada una concesión “por la interrupción permanente de la explotación durante tres años consecutivos siempre que aquella sea imputable al titular”. Esa condición se daría a partir del próximo 7 de julio si se tratara de una única autorización. Sin embargo, fuentes de la CHE explicaron que Nuclenor dispone de un único título concesional para varias aplicaciones del que, pese a la suspensión de la refrigeración, “sí está haciendo uso”. Es decir, que seguiría estando vigente al no contemplar la legislación las declaraciones parciales de caducidad. 

En cualquier caso, esa decisión requiere tramitar un expediente que pruebe que la actividad para la que fue expedida la concesión ha cesado y que esa interrupción se debe a su titular. Si alguien insta su apertura, su tramitación coincidirá con el dictamen del CSN. Y aportará, junto con este, datos para valorar aspectos que, junto con los energéticos y los económicos, resultan fundamentales para posicionarse sobre la energía nuclear: la seguridad para las personas, sus efectos en el medio ambiente y su adecuación a la normativa sobre la gestión del agua.

¿Quién asumirá la gravosa factura –unos 13.000 millones-- del cierre en cascada de las centrales nucleares españolas durante los próximos doce años? ¿Las compañías eléctricas que las explotan o el Estado, es decir, el ciudadano vía impuestos? Esta segunda posibilidad va ganando peso desde que, hace...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí