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Emigrantes invisibles

Luis Argeo y James D. Fernández Gijón / Nueva York , 26/02/2015

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Luis Argeo y James D. Fernández, autores del libro Invisible Immigrants conversan sobre el trabajo de recopilación de más de 7.000 fotografías de inmigrantes españoles en EE.UU. durante el siglo XX.

Luis Argeo: Antes de adentrarnos en el libro que aquí presentamos, James, déjame preguntarte por algo que siempre me ha llamado la atención. Recuerdo que en una ocasión me comentaste que tu acercamiento a este asunto de la emigración española en Estados Unidos te cayó como aquella manzana a Newton: estabas rodeado de libros y apuntes, dando vueltas sobre Lorca, su viaje a Nueva York, sus poemas, cuando, de repente, te diste cuenta de que cabía la posibilidad de que tu abuelo y él hubieran coincidido en algún bar, café o tienda de la comunidad española en la ciudad... ¿Fue así? ¿Cuándo traspasas las paredes de las bibliotecas y las aulas para investigar a partir de testimonios y recuerdos de personas aún vivas?

James D. Fernández: Así fue. Como sabes, soy nieto de asturianos que emigraron a EEUU a principios del siglo XX, y esa historia familiar sin duda influyó en mi decisión de adquirir bien la lengua española en la escuela preparatoria, estudiar con pasión la literatura española en la universidad, y, con el tiempo, doctorarme en letras hispánicas. Pero durante toda esa trayectoria, incluso durante mis primeros veinte años ejerciendo de profesor universitario, siempre había mantenido herméticamente aisladas estas dos facetas: por un lado, la historia familiar e íntima, por otro, el hispanismo que practicaba como investigador y catedrático. Leía y enseñaba con cierta frecuencia Poeta en Nueva York, por ejemplo, pero jamás se me cruzó por la mente pensar que el poeta Federico y el tabaquero José habían habitado el mismo espacio durante los meses que pasó García Lorca en la ciudad. En mi imaginario personal, estas dos figuras se movían en dos planos distintos, incomunicados entre sí.

De hecho, lo que abrió la primera brecha en el muro de contención que yo había construído entre lo familiar y lo profesional fue un encargo. Para un libro y una muestra de museo titulados Frente al fascismo: Nueva York y la Guerra Civil Española, me pidieron un estudio de cómo la comunidad española de la ciudad había respondido a la conflagración en España. Y frente a la escasez de publicaciones sobre el tema, no tuve más remedio que estudiar la prensa de la época, y realizar entrevistas con ancianos que pudieran tener recuerdos de aquellos años de discordia y solidaridad. En ese contexto, empecé a hablar por primera vez con mi padre, nacido en 1929, sobre sus recuerdos de la época, y me fui dando cuenta del lado público e histórico de mi historia familiar -en realidad, de toda historia familiar. Poco después, encontré en un álbum nuestro esa foto de 1940 en la que el General Miaja se encuentra sentado entre mis abuelos y tías en nuestra casi familiar de Brooklyn. A partir de ese momento, el muro se iría derrumbando.

Luis Argeo: Esa foto forma parte del libro. Da vértigo pensar que todo un general, derrotado en España, fuera recibido por un matrimonio de aldea asturiana... ¡En Nueva York! Yo ahora pienso en las fotografías de estos inmigrantes, y que cada una cobija una historia dentro de sí, y me da pena pensar en la cantidad de ellas que se quedarán por siempre jamás sin explicación, sin contexto, y en muchos casos, sin visibilidad hasta que se marchiten del todo. Nosotros apenas hemos digitalizado unas pocas miles, llegamos por los pelos a las siete mil, y en el libro no hemos incluido más de 350. Y, en muchos casos, aunque sigan teniendo dueños, las fotos ya son huérfanas, no tienen a nadie que nos las sepa explicar. Nos ha pasado con algunos retratos de estudio, o con fotografías de grupo que incluimos en Invisible Immigrants. Ya son fotos invisibles incluso en el ámbito familiar del que proceden. Hablemos de esa invisibilidad...

James D. Fernández:  Sí, la pregunta casi se plantea por sí sola: ¿por qué "inmigrantes invisibles"? Durante la elaboración de este proyecto hemos encontrado tú y yo tantas formas de invisibilidad, ¿no? En primer lugar, desde el punto de vista del estadounidense medio, el fenómeno que estamos documentando - la diáspora de decenas de miles de españoles a EE.UU. a finales del XIX y principios del XX- es una historia invisible, en parte porque, en comparación con el número de italianos, irlandeses, polacos, y otros extranjeros que cruzaron el charco en busca del sueño americano, los españoles constituían una gotita en un proceloso mar. Es un capítulo invisible para muchos también porque estos campesinos y obreros españoles no cuadran con los estereotipos e ideas preconcebidas sobre la presencia de españoles en el territorio estadounidense; para muchos, la historia de españoles en el territorio norteamericano se agota en el binomio "frailes y conquistadores".

Luis Argeo: Y desde el punto de vista de los españoles, hemos notado una y otra vez una llamativa contradicción: si bien por un lado son muchísimos los españoles que se identifican con nuestro proyecto, porque tienen un familiar, un "hermano de mi abuelo" que hizo las Américas, parecería por otro lado que en el discurso público, en la auto-representación de la identidad española, hay muy poco reconocimiento de la impresionante diáspora española a las Américas que se desarrolla en esa época.

James D. Fernández:  Sí, casi se ha convertido en nuestra mantra: "La presencia masiva de españoles en las Américas es un fenómeno post-imperial". Frente a los puñados de conquistadores, exploradores, frailes y colonos que cruzaban el Atlántico durante el período imperial, tenemos en el XIX y el XX a millones de emigrantes hacinados en grandes vapores transatlánticos, con el objetivo de buscar en las repúblicas independientes americanas oportunidades que no encontraban en casa. Si el imaginario se correspondiera con la estadística, los íconos de "España en América" no tendrían que ser frailes y conquistadores del XVI al XVIII, sino más bien los agricultores, niñeras, bodegueros, marinos y tabaqueros que en el XIX y XX se asentaron en Buenos Aires o La Habana, en Tampa o Nueva York. Pero volviendo a la cuestión de la invisibilidad; también, como sugerías, hemos encontrado muchos casos de fotos que son perfectamente visibles --ya que forman parte de los archivos familiares de los descendientes de los inmigrantes-- pero que de alguna manera se han vuelto ininteligibles, ilegibles, porque se han perdido para siempre las claves de interpretación: nombres, fechas, lugares, matices, contextos. Es muy común en Estados Unidos ver a la venta en los mercadillos de los fines de semana --flea markets y yard sales-- colecciones de fotos huérfanas, de fotos a la vista, pero "invisibles". Es un espectáculo muy triste, y me gustaría pensar que, con nuestro libro, por lo menos hemos rescatado unas 350 imágenes de una orfandad y de una invisibilidad que un futuro no muy lejano les aguardaban.

Luis Argeo: Las fotos se están volviendo invisibles porque sus dueños originales, tras ver roto su sueño de regresar a casa por culpa de la guerra en España, también se volvieron invisibles: se disolvieron, y disolvieron a sus hijos en el gran melting pot americano, se asimilaron en una nueva sociedad, un nuevo imperio... Tenemos fotos maravillosas de ese período de asimilación.

James D. Fernández:  Sí, fantásticas.

Luis Argeo: ¿Cuál es el capítulo de este libro que más te gusta? A mí, el tramo que dedicamos a los diferentes oficios y trabajos desarrollados por estos españoles a lo largo y ancho del país me parece muy vistoso.

James D. Fernández:  Es tan difícil escoger; uno se encariña tanto con todas las imágenes. Pero creo que el capítulo que más me conmueve es el que dedicamos a los distintos tipos de asociaciones que formaron los españoles ahí donde se afincaran. En Estados Unidos, después de un par de generaciones, los relatos familiares sobre los inmigrantes suelen quedarse reducidos a historias épicas de héroes solitarios y aislados que prosperaron gracias al esfuerzo individual. Esto es algo que he experimentado en mi propia familia. Pero, estudiados con cuidado y en contexto histórico, los álbumes familiares casi siempre cuentan otra cosa: una historia de organización colectiva, de solidaridades, de socorros mutuos. Con la asimilación, las fotos y las historias de alguna manera se privatizan, se domestican, y al final, la acción colectiva de los inmigrantes es otro aspecto del fenómeno inmigratorio que se vuelve invisible, ininteligible.

Luis Argeo: Se puede decir, entonces, que hemos creado un álbum colectivo de la gran familia de emigrantes españoles en Estados Unidos de hace cien años. Yo me alegro mucho por todos sus descendientes, incluso por quienes no han podido aportar fotografías, pero saben ver el libro como si alguno de los retratos fuera el de su padre, su abuela, sus tías... Por cierto, permíteme mencionar la magnífica calidad de algunas fotos. Normalmente eran tomadas por fotógrafos de estudio, o por el avispado de la familia que se gastaba los ahorros en una de aquellas primeras Kodak Brownie de principios del XX. Pero hay algunas que no se quedan lejos de las composiciones de los popes de la fotografía, Dorothea Lange, Paul Strand, Walker Evans... Recuerdo ahora el nombre de Paul Pérez, fotógrafo "oficioso" de la colonia española de Nueva York. En el libro firma varias fotografías estupendas...

 


James D. Fernández: ¿Te acuerdas que la nieta de Paul Pérez nos contactó cuando vio en nuestra página de Facebook una foto firmada por su abuelo? Es otro aspecto muy ameno y gratificante de este proyecto: con los nuevos medios y las nuevas tecnologías - redes sociales, imágenes digitales, incluso la posibilidad de realizar campañas de micromecenazgo- estamos reconstruyendo y recomponiendo no sólo un archivo, sino también una comunidad que de otra forma hubiera quedado para siempre atomizada e invisible. Recuerdo todavía la gran emoción que sentí cuando estaba escaneando las fotos de la familia Alonso - asturianos en Brooklyn- y, de repente, encontré fotos de mi propia familia que no conocía. En ese mismo archivo familiar neoyorquino Angel Rañón, de Tampa (Florida), ha encontrado docenas de fotos para él desconocidas de su esposa Eusebia cuando era todavía soltera y pasaba sus vacaciones con los Alonso en Wallkill.

Luis Argeo: Y esos cruces se están dando cada vez con más frecuencia.

James D. Fernández:  Uno de nuestros informantes principales de Tampa, Tony Carreño, viajó a Monterey (California) para el estreno de La paella, de Daniel Albert, y allí conoció a varias personas que, como él, llevan años trabajando en relativo aislamiento sobre la diáspora española. Otra informante de Cleveland, Laura Goyanes, nos acompañó al estreno del documental Un legado de humo en Tampa, y ahora está programando otro viaje para compartir fotos, historias, recetas y recuerdos con sus nuevos "primos".

Luis Argeo: Siempre nos hemos preocupado de crear un gran archivo, y gracias a los nuevos medios, sigue creciendo nuestra lista de quehaceres, también en España. Ahora que hemos conocido a informantes como la cacereña de Trujillo, Elena Barquilla, el burgalés Ángel Briongos, de Peñalba de Castro, o Thomas García, que ha vuelto al pueblo asturiano de sus bisabuelos, Piedras Blancas, sabemos que en España también hay cajones, maletas y baúles llenos de fotos y documentos muy relevantes para nuestro proyecto y para esta gran historia.

James D. Fernández:  Yo tuve el gusto de recibir a Ángel Briongos en Nueva York y de hacer de guía en su viaje de exploración genealógica.

Luis Argeo: ¡Y jamás se me olvidará la aventura que tuvimos con el californiano Mike Muñoz por la provincia de Salamanca, cuando vino a buscar a sus parientes, con intención de esclarecer los pormenores de un asesinato que había tenido lugar en Oakland en los años 30! Esa vez confirmamos que la realidad supera siempre a la ficción.

James D. Fernández:  ¿Nos atreveremos alguna vez a ficcionalizar alguna de estas historias?

Luis Argeo: Yo prefiero seguir empleando el lenguaje y herramientas del cine de ficción para trabajar con la realidad, con la no-ficción. Bastante odisea se nos plantea ahora con la promoción y distribución de las películas, del libro. Esto del DIY (do it yourself) es toda una película de suspense...

James D. Fernández:  Sí, pero en realidad lo vamos haciendo entre todos, y eso puede ser lo más gratificante de todo el proceso: nos hemos arriesgado con el crowdfunding porque para nosotros la comunidad que venimos generando con todas nuestras intervenciones forma mucho más que un "mercado"; en cierto sentido, los descendientes de los inmigrantes se están portando como los productores de un proyecto en el que a ti y a mí nos toca hacer de comisarios, de curators, como decimos en inglés...

Luis Argeo: Creo que hemos acertado con la autoedición. A mí ya me han preguntado por un segundo tomo...

James D. Fernández:  ¿Lo hacemos?

Continuará...

 

Luis Argeo y James D. Fernández, autores del libro Invisible Immigrants conversan sobre el trabajo de recopilación de más de 7.000 fotografías de inmigrantes españoles en EE.UU. durante el siglo XX.

Luis Argeo: Antes de adentrarnos en el libro que aquí presentamos, James, déjame...

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Luis Argeo y James D. Fernández

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